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Del basurero al vertedero: la ruta de los residuos

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RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO
POR Periodista Practicante |

Vertederos ilegales, rellenos sanitarios, incineración, reciclaje y otros, son los conceptos que circundan la basura. A pesar de que su indeseado destino final es aun variable, el cambio apunta a la reducción de desechos.

En Chile hay 38 rellenos sanitarios esparcidos por el territorio nacional. Son ellos el destino final, en el mejor de los casos, de toneladas de desperdicios que entre todos producimos y decidimos tirar al tacho de la basura, descartando la posibilidad de una segunda vida útil para cada material.

En el mejor de los casos.

La otra opción es que del basurero pasen a vertederos ilegales.

Oficialmente se entiende por Vertedero Ilegal de Residuos Sólidos (VIRS) a los sitios eriazos de más de una hectárea, donde se han eliminado directamente sobre el suelo residuos sólidos de distinta naturaleza, sin tomar los resguardos necesarios para proteger el medio ambiente y la salud de las personas.

La Seremi (s) del Medio Ambiente de la Región Metropolitana, Paola Cofré, señala que estos se ubican preferentemente en sectores periféricos de la zona urbana, afectando a comunas de bajos ingresos e impactando negativamente en sus presupuestos. “Esto ya que se deben asignar recursos, equipamiento y personal para el levante, transporte y eliminación final de los residuos dispuestos ilegalmente en el espacio público”, explica Cofré.

Actualmente desde la Secretaría Regional de Medio Ambiente se estima la existencia de 79 megabasurales al margen de la ley en la Región Metropolitana, y más de 600 microbasurales, menores a una hectárea, distribuidos por la zona.

Además, dentro de los grandes vertederos ilegales existen 43 que implican un riesgo real para la salud de las personas, ya que reciben todo tipo de desechos y pueden llegar a contaminar el agua que consume la población, según consignó La Tercera en su momento.  

Megabasurales

“La basura es todo eso que metemos bajo la alfombra. Aquello que no queremos que nadie vea, y se puede enviar a dos lugares: vertederos ilegales o rellenos sanitarios”, comentó Macarena Guajardo, directora de la fundación Basura, en Voces de la Gran Ciudad.  “Aunque el relleno sanitario es la opción legal, no significa que sea lo ideal”, agrega.

Los rellenos sanitarios son instalaciones donde se disponen los residuos sólidos domiciliarios y asimilables. Estos se compactan en capas al mínimo volumen posible, para así disminuir las molestias y riesgos, tanto para la salud de la población como para el medio ambiente.

El interés de Macarena Guajardo por este tema surgió hace años. Mientras estudiaba un máster en arquitectura autosustentable en Alemania, la arquitecta se dio cuenta de la situación actual con los megabasurales a nivel mundial. Al llegar a Chile, en 2015, creó la fundación Basura, con la cual busca erradicar microbasurales y vertederos ilegales mediante estrategias de participación ciudadana.

Sucede que en Chile el panorama en cuanto a vertederos no es menor, ya sean regulados o al margen de la ley. Según la última Evaluación de Desempeño Ambiental realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en julio de 2016, nuestro país es el segundo de los 34 integrantes de la organización internacional que más basura envía a estos depósitos, siendo solamente superado por Turquía. 

Incluso en el informe se señala que, hasta esa fecha, un 80% de las comunas no contaba con planes de gestión de desechos, y que muchas tienen problemas de recursos. “Cuando los municipios no tienen dinero suficiente para pagar una tonelada de ingreso de relleno, la basura se va a un vertedero ilegal, a cielo abierto muchas veces, y ahí quién sabe qué pasa”, cuenta Macarena Guajardo.

En la Región Metropolitana se encuentran funcionando actualmente cinco destinatarios de residuos sólidos domiciliarios. Uno de ellos, el Vertedero Controlado de Popeta, ya cumplió su vida útil como relleno sanitario y hoy funciona solo como vertedero. Por otro lado, al Relleno Sanitario Santiago Poniente le restan solamente cinco años para encontrarse con dicho destino.

A nivel internacional la situación encuentra algunos matices. Por ejemplo, en países como Alemania, Suecia y Suiza los rellenos sanitarios han sido reemplazados por prácticas como la incineración, el reciclaje y el compostaje. La segunda y tercera opción resultan admirables y dignas de imitación, pero la primera no deja de ser preocupante.

“Muchas veces los países desarrollados mandan su basura a incineración, lo que es mucho peor porque transformas todas esas materias primas en cenizas, dioxinas, furanos, etc”, señala la directora de la fundación Basura. “Tenemos que empezar a mirar la cuestión desde otro punto de vista, tenemos que idealmente dejar de generar tanta basura”, agrega.

Un ambiente anaeróbico

En un relleno sanitario, al compactarse los residuos se quita todo el oxígeno disponible entre capas de basura, convirtiéndose en un ambiente anaeróbico. “Por eso es tan peligroso mandar los residuos orgánicos allá. Cuando estos se descomponen en espacios sin oxígeno, como lo que ocurre en los pantanos, prolifera gas metano. Este es entre 20 y 25 veces más dañino que el dióxido de carbono”, explica Guajardo.

Según cifras entregadas por la Seremi de Medio Ambiente de la Región Metropolitana, en 2017 se generaron 3.450.803 toneladas de residuos solidos domiciliarios en la zona. Esto equivale a, en promedio, un kilo y 300 gramos de basura diaria por cada habitante de la región.

Además, casi la mitad de los desechos que generamos en nuestras casas corresponde a residuos orgánicos, y en zonas rurales este porcentaje puede llegar incluso al 80%. “En general la composición de la basura es: 50% orgánica, 40% reciclable y un 10% no reciclable”, comenta la arquitecta.

Desde el Ministerio de Medio Ambiente (MMA), y junto con el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá, se creó el Programa Reciclo Orgánicos. Este busca, como objetivo principal, la reducción en la fracción de residuos orgánicos que terminan en rellenos sanitarios en diferentes comunas de Chile. En conjunto informaron que este porcentaje oscila desde un 52% hasta más de un 70% en algunos municipios.

Incluso, según el Cuarto Reporte del Estado del Medio Ambiente, disponible en la página web del MMA, el año 2016 se generaron cerca de 7,7 millones de toneladas de residuos municipales. De estos aproximadamente 3,7 millones de toneladas corresponden a orgánicos.

Compostaje y lombricultivo

Maneras de reducir esta cantidad de metano existen y están más a la mano de lo que muchos se pueden imaginar: compostaje y lombricultivo.

El compostaje consiste en un proceso de transformación donde, a partir de la descomposición de materia orgánica, se obtiene un abono natural. En términos numéricos se necesitan 100 kilos de basura para producir 30 kilos de compost.

Según el Informe del Banco Mundial “Qué desperdicio 2.0”, publicado en 2018, en el mundo solo el 5,5% de los residuos se compostan. En Chile esta cifra es incluso menor, alcanzando solamente un 0,4% de los desechos que generamos.

Macarena Guajardo explica que, mediante la técnica del compostaje casero, y el lombricultivo en los departamentos, se evita la emisión de gases de invernadero como el metano, ya que el proceso es aeróbico y se tiene que airear la pila de desechos con cierta regularidad.

Pero existen una serie de mitos respecto a estas prácticas: malos olores, surgimiento de vectores e incluso llegada de ratones. La directora de la fundación Basura explica que, si se realiza el proceso de compostaje o lombricultivo con el cuidado necesario, no se debieran generar malos olores. “Además, la llegada de ratones solo se produciría en caso de que se dejaran restos animales en el contenedor, huesos o carne, así que esos no los pongan”, señala Guajardo.

Un cambio de raíz

Pero más allá de hablar sobre reciclaje, compostaje y rellenos sanitarios, el cambio se debiera realizar con anterioridad. “Si nos ponemos solo a pensar reciclaje y compostaje, vamos a seguir generando residuos desenfrenadamente y nos vamos a volver locos”, comenta Macarena Guajardo.

“La basura no existe” es el mantra que se puede leer en la polera que utiliza la arquitecta. “La basura no existe” es también el lema de la fundación que dirige. Desde la empresa de reciclaje TriCiclos proponen algo similar: “la basura es un error de diseño”.

Es ese error de diseño a la hora de crear productos, lo que luego se transforma en proliferación de basura.

“Nosotros buscamos ir a las empresas a corregir los problemas antes de que se generen”, señala Verónica de la Cerda, gerente general de TriCiclos Chile, en PAUTA Bloomberg.

Desde la empresa proponen una transición desde un modelo de consumo lineal (producir, consumir, desechar), a uno circular. En este caso se minimiza la cantidad de productos que se extraen de la tierra y se mantienen en la economía todo aquello que ya se extrajo. 

  

Es este mismo sistema de economía circular el que ha llevado a un cambio en el paradigma: desde uno en que se venden los activos a uno de comercio de servicios. Un ejemplo de esto son las aplicaciones de transporte como Uber o Cabify, donde el usuario arrienda el servicio de locomoción personal, sin la necesidad de sacar un auto más a transitar por las calles.

De este modo se puede llegar a reducir, desde la raíz, la cantidad de basura y chatarra que se genera, la cual en muchos casos acaba apilándose y acumulándose caóticamente en vertederos ilegales o de manera estructurada en rellenos sanitarios.