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El popular Theo Jansen revive el Centro de Arte Cerrillos

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POR Isabel Plant |

La exposición del artista holandés ya ha sido visitada por 30 mil personas; más gente de la que visitó el Centro Nacional de Arte Contemporáneo en todo su primer año de existencia.

Es jueves en la mañana y el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos está en una ebullición de visitas escolares. Gritos, risas, profesoras en trabajo de contención, defensa y pedagogía, mientras los niños de tres colegios distintos se organizan para conocer cada Animaris de la exhibición. La muestra del holandés Theo Jansen (70), inaugurada el 14 de abril, es particularmente útil cuando se trata de acercar el arte a los estudiantes e introducir además otros temas: los Animaris, las esculturas que el artista lleva creando desde los años 90, son estructuras complejas que mezclan física, matemática y medioambiente. Por supuesto que la parte más fascinante es ver a estos seres hechos de plástico, o los Strandbeest, caminando solo con la ayuda del viento en el patio de Cerrillos, el ex aeropuerto convertido en un nuevo espacio consagrado al arte contemporáneo desde su apertura en 2016.

Claro que este día con Cerrillos a tope de niños persiguiendo Animaris en el patio -a su vez perseguidos por sus profesoras- hace olvidar que la apertura del lugar fue uno de los eventos más debatidos y quizás polémicos en los últimos años en el mundo del arte nacional. Columnas en defensa y ataque iban y venían, y entrevistas a favor y en contra, poblaron los diarios nacionales por más de un mes, discutiendo si Cerrillos era necesario, que por qué el Estado invertía en un centro de arte contemporáneo mientras el Museo de Arte Contemporáneo -que depende de la Universidad de Chile- cumplía una función similar pero se cae a pedazos por falta de fondos. El lugar estaba lejos del circuito de museos o de muestras tradicional, y, hasta la apertura de la Línea 6, ni siquiera se llegaba en Metro (ahora la estación respectiva está a unos 15 minutos caminando del lugar). Todo esto acentuado por una apertura sin director al mando; recién a los seis meses llegó a liderar como directora ejecutiva Beatriz Salinas.

Pero Theo Jansen pareciera haberlo cambiado todo. Los fines de semana también se ha repletado la muestra, que se ha vuelto una viral: una exposición de la era Instagram, creando minifenómenos de público a veces ajeno a las movidas típicas de arte contemporáneo, pero entusiastas de la fotografía y el arte más interactivo. Lo que ha hecho Theo Jansen por el Centro en Cerrillos es ponerlo en el mapa del público. Si el lugar fue visitado por 19 mil personas en su primer año de existencia, celebrado en septiembre de 2017, en sólo dos meses la exposición de Jansen ya lleva 30 mil visitantes y aún le queda un mes. Todavía está lejos de otros espacios con exposiciones de esta envergadura, como el Centro Cultural Palacio La Moneda, pero por lo menos Cerrillos ya existe.

“Yo siento que lo de Theo Jansen marca un antes y un después, y ese era uno de los objetivos que teníamos con esta exposición para abrir el año 2018”, dice Beatriz Salinas. “Llevamos más de 30 mil visitas a la fecha, nos queda un mes de exposición y estamos muy contentos de la reacción del público. Es gente que visita por primera vez el centro y esperamos regrese durante el resto del año, no solo con exposiciones sino que con las actividades”.

Sobre las ambiciones para Cerrillos, Salinas dice: “Esta es la primera vez que el Estado tiene una iniciativa cien por ciento dedicada al arte contemporáneo. Eso es un hito. Y hay que destacarlo. Este espacio va a acoger la colección de arte contemporáneo que es del Estado, que es patrimonial y que les pertenece a todos los chilenos”. El centro de documentación ya está funcionando en el edificio. “Este es un espacio público, gratuito y es su misión. Y eso se logra con exposiciones, con áreas de investigación fuertes. Todas estas cosas van conformando un tejido que permite que el arte contemporáneo no sea exclusivo de un grupo de élite, sino que vaya siendo más conocido por toda la ciudadanía”, agrega.

El desafío de Jansen

Theo Jansen (70) comenzó estudiando física, abandonó la carrera para dedicarse al arte, pero desde entonces que ha hecho una fusión de ambos mundos. Sus primeros trabajos incluyen un platillo volador hecho de PVC que funcionaba en base a helio, luego vino una máquina que pintaba “sola”. Ingeniería, estructura y luego vinieron los algoritmos, que han llevado a la creación de sus seres caminantes.

Lo que propone Jansen en su mezcla de disciplinas es una “nueva naturaleza”, animales playeros cuyo motor es el viento, y que crea a partir de “algoritmos genéticos”. En la exposición de Cerrillos se puede ver cómo desde los 90 hasta ahora han ido mutando sus diseños, desde unos primeros en donde los tubos de plástico se unían de manera más tosca, a los actuales, más elegantes y acabados. La exposición en Chile fue traída en sociedad entre Cerrilos y la Fundación Mar Adentro, y contó con la visita inaugural del mismo artista.

El montaje de Jansen tuvo sus desafíos, en parte por la misma arquitectura de Cerrillos, como por la particularidad del artista. En lo primero está el tema de la luz, en un edificio que fue aeropuerto. Será algo con lo que tendrán que lidiar todas las exposiciones en el lugar probablemente, y que los encargados de la museografía, Luis Sebastián Moro y Pablo Romero, de SUMO, adaptaron usando dos niveles de filtro en la fachada del edificio, donde aprovecharon de incluir dibujos del artista; todo para no presentar las obras en contraluz. Luego, está el exponer esculturas cinéticas caminantes que están creadas en la arena y al lado del mar de los Países Bajos, y que no se perdiera esa sensación clave en la creatividad de Jansen. Así que los Animaris están sobre arena en ambos pisos de Cerrillos, lo que fue una dificultad. “Traer literalmente arena no es posible, porque no es un elemento que puedas sacar de las playas”, explica Pablo Romero. “Investigando un poquito encontramos este residuo de un proceso mineral, que es un tipo de arena pero de otro origen. Y luego hicimos un trabajo de cubicación para ver cuánto necesitábamos para representar y cubrir los espacios. Y llegamos a 29 toneladas”. Nada fácil de mover, pero eso fue solucionado cuando el productor del equipo reclutó a un equipo de rugby –“muy comprometidos con la causa”, dicen sonriendo los encargados de la museografía-, quienes a modo de entrenamiento acarrearon sacos donde hoy los beetbugs descansan y reciben a los visitantes.

La muestra es complementada con varios talleres, en conjunto con los Laboratorios de Fabricación Digital de la Universidad Católica y la Universidad de Chile, que van desde impresión 3D, a robótica a esculturas cinéticas. 

La exposición de Theo Jansen seguirá disponible al público hasta el 1 de julio. Desde entonces las muestras siguientes serán una prueba de fuego de la real instalación de Cerrillos en el circuito del arte y en la experiencia del público. Para Beatriz Salinas, por lo menos, hay ya un camino en el centro de dirige, claro, y que espera seguirá mejorando: “Creo que es algo que va a ir perfeccionándose en el tiempo. El espacio estuvo sin dirección los primeros seis meses, eso sin duda tuvo un impacto también en la programación que se presentó al inicio, que gente la podía percibir inconexa o no entendía bien lo que estaba pasando, pero ahora con estrategias más claras de lo que queremos hacer, el espacio se va perfilando”.

La siguiente etapa de Cerrilllos

La programación en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo tendrá una muestra internacional al año. Ahora, entonces, es el turno de las exposiciones de arte local, que este año se caracterizarán por traer a Chile lo que se expone fuera del país.

Primero estará Diáspora, una muestra que reúne a artistas chilenos que trabajan en el extranjero, y la obra de Bernardo Oyarzún que representó a Chile en la Bienal de Venecia del año pasado. “Nos interesa mostrar el trabajo de esos artistas que están fuera. Creemos que se hacen vinculaciones muy bonitas con nosotros en un edificio que es un exaeropuerto, y nos interesa mucho que sea su trabajo conocido también en el país. Queremos trabajar con estos artistas temas como la representación, qué significa ser un artista chileno trabajando en el extranjero, qué significa la Bienal de Venecia a nivel de representación, qué otras instancias hay para artistas para validarse o no; qué tan importante es la validación para estos artistas”, explica Salinas.

Luego será el turno de Cecilia Vicuña, la importante artista chilena en lo que será su primera retrospectiva completa de su obra.