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Modric y Rakitic, desplazados por la guerra

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POR Rafaela Lahore |

Algunos de los jugadores croatas que este domingo lucharán por ganar la Copa del Mundo, como Luka Modric e Ivan Rakitic, tuvieron infancias atravesadas por la Guerra de los Balcanes.

La casa es de piedra y el tejado casi ha desaparecido. A través de las ventanas sin vidrios se ve un par de plantas salvajes que crecen entre las ruinas del interior. Al costado, un cartel da la alarma: hay minas en la zona. En esa casa que aún se mantiene en pie en la aldea croata de Modrici, vivió Luka Modric, el emblema de una selección que este domingo podría convertirse en la mejor del mundo.

Allí Modric vivió hasta los seis años junto a sus padres y su abuelo. En 1991 la Guerra de los Balcanes estalló y en diciembre de ese mismo año el ejército serbio, que trataba de dominarlo todo, llegó hasta la zona. Una de las personas asesinadas fue el abuelo de Modric, que también se llamaba Luka. Suele repetirse que él presenció ese momento, pero en ninguna entrevista lo ha confirmado. De hecho, el centrocampista croata siempre ha preferido no hablar en público sobre el tema.

Después de ese duro golpe, a los padres de Modric no les quedó otra opción que huir. Atravesaron a pie 40 kilómetros de montañas, hasta llegar a la ciudad costera de Zadar. Desde ese día, Luka Modric, que algún día sería el mejor jugador de su país, se convirtió en un niño desarraigado. Allí su familia se alojó junto con otras, que también habían sido desplazadas, en el Hotel Kolovare, donde no solía haber agua ni electricidad. En los alrededores, solía ponerse a jugar a la pelota. El dominio que tenía sobre ella, han dicho quienes lo vieron, le hacían olvidar que, en realidad, se trataba de un niño de siete años.

A la derecha está Luka Modric durante sus primeros años en el NK Zadar.

Su talento se hizo evidente y desde el hotel llamaron al director del club local, el NK Zadar. Apenas lo vieron, lo integraron a su escuela de fútbol. En las fotografías de esa época se ve un niño rubio, de cuclillas en la cancha, vistiendo la camiseta azul del equipo. Más tarde, su familia se trasladó a otro hotel, cerca del lugar de entrenamiento. A veces las alarmas sonaban y Luka Modric tenía que salir corriendo, con la pelota debajo del brazo, asustado por las granadas que caían desde el cielo.

Huir para salvarse

La infancia de Ivan Rakitic, otra de las principales figuras de la selección croata, también dio un giro por la guerra. Antes de que naciera, sus padres decidieron huir de Croacia hacia la ciudad suiza de Möhlin. La Guerra de los Balcanes, que duraría cuatro años, y dejaría 140.000 muertos y cuatro millones de desplazados, lo llevó a nacer lejos de su país. Sin embargo, aunque vivió sus primeros años en Suiza, junto a su padre croata y su madre serbia —dos naciones que estaban en conflicto—, siempre mantuvo, al igual que sus hermanos, sus costumbres y su idioma. Cuando creció y su talento para el fútbol fue claro, tuvo que decidir para qué selección jugar. Si bien ya lo había hecho para Suiza cuando jugó en la categoría sub 17, al final sus raíces fueron más fuertes. Decidió, desde entonces, llevar puesta la camiseta de Croacia.

Ivan Rakitic en las inferiores del Fussballclub Basel de Basilea, Suiza.

Su compañero de selección, el defensa Vedran Corluka, entiende perfectamente lo que significa vivir dividido entre dos naciones. Nació en Derventa, en Bosnia-Herzegovina, pero en 1992, debido a la guerra, su familia se trasladó a Zagreb, la capital de Croacia. A diferencia de Rakitic, Corluka decidió jugar por la nación que lo había acogido.

La vida del defensa croata Dejan Lovren también dio un vuelco por la guerra. Una noche de 1992, junto a sus padres croatas, su hermano y sus tíos, huyeron en auto desde un pueblo de Bosnia-Herzegovina. Diecisiete horas después llegaron a Munich, Alemania. No llevaban casi nada con ellos, solo la convicción de huir del peligro de la guerra. En ese momento, Lovren no podía entender el impacto que ese viaje tendría en su vida. Solo tenía tres años.

En 1999, cuando cumplió los diez, el gobierno alemán obligó a su familia a irse del país. Entonces Lovren tuvo que abandonar su hogar, sus amigos, las visitas a los entrenamientos del Bayern Munich​ que tanto disfrutaba. El futuro central del Liverpool se instaló junto con su familia en la ciudad croata de Karlovac. Lo más difícil para él fue aprender un idioma que no dominaba, soportar las burlas de sus compañeros que lo notaban diferente. El año pasado el canal de televisión del Liverpool estrenó el documental Lovren: mi vida como un refugiado, en el que cuenta justamente eso: cómo la guerra lo convirtió en quién es ahora.

El próximo domingo Modric, Rakitic, Corluka y Lovren se pondrán la camiseta roja y blanca para pelearle al equipo francés la Copa Mundial de Fútbol. En el estadio Luzhnikí de Moscú darán una de las batallas más importantes de sus vidas, pero nada comparado con lo que alguna vez dejaron atrás.