Economía

Hermann González, en el lugar correcto

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Ministerio de Hacienda
POR Marcela Gómez |

El coordinador macro de Hacienda ha pedido por años fortalecer la regla fiscal y crear por ley el Consejo Fiscal Asesor.

Dice el dicho que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede volverse real. Así le está pasando al economista Hermann González, quien en los últimos años ha hecho una verdadera campaña pública para fortalecer la regla que guía la política fiscal de Chile e institucionalizar por ley el Consejo Fiscal Asesor, organismo independiente que asesora al ministro de Hacienda en materia fiscal y presupuestaria.

Hoy, en su cargo de coordinador macroeconómico del Ministerio de Hacienda, González está en el lugar clave para impulsar los cambios que ha venido demandando. En el mercado nadie duda de su capacidad para hacerlos, tampoco de sus convicciones. El ministro de Hacienda, Felipe Larraín, también ha dado señales que querer avanzar en esa dirección. Pero no siempre lo urgente coincide con lo importante y con los compromisos de campaña. Por eso hay caminos intermedios.

Los inicios

Hermann González (38 años, sin militancia) egresó del cuarto medio “O” matemático del Instituto Nacional, recinto que, según dice, “es la mejor opción a la que pueden optar niños que son buenos alumnos, pero que no tienen los recursos para estudiar en un colegio particular. Ese era mi caso”. Aún mantiene buenos amigos de esa época, que lo recuerdan como callado y serio. “Mi personalidad no ha cambiado mucho desde el colegio”, admite. Fue papá de Benjamín cuando aún estaba en la enseñanza media. “Hermann siempre fue un tipo correcto. Ser papá tan joven no debe haber sido fácil, pero creo que eso lo motivó aún más a trabajar duro y avanzar”, cuenta un compañero de liceo.

La preocupación por los temas fiscales surgió ya en la universidad. Tras estudiar ingeniería comercial y un magíster en economía, ambos en la Universidad Católica, su tesis de título la centró en los impactos de la política fiscal sobre la evolución de la actividad económica en Chile. El Instituto de Economía de la UC publicó su tesis, ¿Es Efectiva la Política Fiscal?, en cuya elaboración tuvo el apoyo de los profesores Luis Felipe Lagos  (ex director del programa económico de Libertad y Desarrollo) y el hoy director de Presupuestos, Rodrigo Cerda, quien desde esa posición será un gran aliado para avanzar en reformas fiscales.  “Rodrigo (Cerda) es un gran amigo y un economista a quien respeto y admiro”, dice González.

Entró rápidamente a trabajar como economista en la División de Estudios del Banco Central, un espacio laboral soñado para un economista recién egresado. El economista y ex presidente del Banco Central José De Gregorio recuerda que González “era muy joven” cuando llegó a trabajar al organismo, “pero ya era súper profesional, muy trabajador, una persona muy agradable”. De hecho, De Gregorio (entonces vicepresidente del BC) y el hoy economista jefe de Grupo Security, Felipe Jaque, escribieron con González en 2005 el documento “Fluctuaciones del dólar, precio del cobre y términos de intercambio”.

Desde entonces ha pasado más de una década, pero la cercanía se mantiene. “Aunque después no seguimos vinculados profesionalmente, nunca perdimos el contacto: conversamos algunos temas macro que a los dos nos interesan y, como a los dos nos gusta correr, nos topamos en algunas carreras que se hacen en Santiago”, cuenta De Gregorio. Con Jaque han dictado cursos en la misma universidad, espacio donde según él González destaca por “su dedicación, compañerismo y generosidad”. Agrega que gracias a su gestión llegó a dar clases de economía a los “mechones” de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile hace unos años (donde González hace clases de derecho económico desde 2004). Riendo, cuenta que, en esa tarea, “él claramente salía muchísimo mejor evaluado por los alumnos, según el feedback informal que alguna vez leí”.   

Es un hecho que los alumnos valoran al González profesor, aunque lamentan que hable tan bajito, sea intolerante con los que llegan tarde a clases y les pida que lean la prensa económica. Como contraparte, alaban que no pregunte definiciones, que prefiera un gráfico a una larga explicación y lo califican de “super humano y proalumno: cualquier problema siempre lo puedes hablar con él, cosa que es bien rara de encontrar en esta facultad”.

El “bichito fiscal”

González estuvo hasta 2008 en el Banco Central, desde donde emigró a la consultora económica Zahler & Co. En 2012 llegó al sector público a trabajar como coordinador macroeconómico en el Departamento de Estudios de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda.

Ahí tuvo ocasión de “meter las manos” en lo fiscal participando en dos procesos presupuestarios completos, una reforma tributaria y aportando en la instalación del recién creado Consejo Fiscal Asesor (CFA). Esta instancia tuvo su origen en las recomendaciones que la comisión transversal liderada por el economista Vittorio Corbo hizo en 2011 para fortalecer la institucionalidad fiscal. Se trata de una instancia técnica independiente integrada por cinco economistas, que se desempeñan ad honorem, que asesora a Hacienda en temas fiscales y vela por la transparencia de la regla fiscal

También dirigió la elaboración de un conjunto de documentos oficiales sobre temas fiscales, incluyendo el primer informe en que se hizo pública toda la información del cálculo del balance estructural y que se sigue publicando hasta ahora.  Además, se empapó de la realización del proceso de consulta del precio de referencia del cobre a expertos independientes, uno de los insumos clave para definir el espacio de gasto de cada Presupuesto. Quienes conocen su carrera dicen que ahí “lo picó el bichito fiscal”.

En octubre de 2013 volvió al sector privado, integrándose como economista principal de BBVA Research. “Hermann cumplió ampliamente las expectativas de un subgerente de estudios. Fue proactivo levantando temas y análisis relevantes de la coyuntura y de mediano plazo”, afirma el economista jefe de BBVA Research, Jorge Selaive. Destaca que su experiencia previa en la Dipres y su participación en la formación legal del CFA le permitieron “formarse una opinión acabada de la importancia de la institucionalidad fiscal”, lo que fue reforzado posteriormente con su integración a esa instancia.

En mayo de 2014 se renovaron los cinco integrantes del CFA y Hermann González fue elegido para integrarse al grupo. Dos años después, la renuncia de Eduardo Engel, quien encabezaba la instancia, generó nuevos cambios: Andrea Repetto asumió la presidencia del grupo y Hermann González la reemplazó en la vicepresidencia. “Tengo la mejor opinión profesional de él. Es serio y riguroso, y comprende muy bien las cuentas fiscales. Ha trabajado en este tema desde la Dipres y luego con la mirada del sector privado, lo que le da cierta ‘ventaja’ en su entendimiento y una visión más amplia del problema. Además, es muy afable, es un agrado trabajar con él”, comenta la economista.

Fueron tiempos intensos para el CFA: se estudiaron aportes a un proyecto de ley sobre institucionalidad fiscal que el gobierno enviaría al Congreso (objetivo que finalmente no prosperó); se revisó el impacto en el Balance Cíclicamente Ajustado (BCA) de los ingresos por molibdeno y de cambios tributarios como el impuesto sustitutivo al FUT (Fondo de Utilidades Tributarias) y la repatriación de capitales en el exterior; se monitoreó la convocatoria extraordinaria al Comité Consultivo del Cobre en febrero de 2016 tras el desplome del valor del mineral, lo que condujo a un ajuste fiscal de $540 millones al Presupuesto en ejecución; se creó un registro público para los expertos que quisieran integrar los comités consultivos de PIB y Cobre; y se evaluaron la reglas de acumulación y uso del Fondo de Reserva de Pensiones. Esto, sin contar las actividades habituales asociadas al ciclo presupuestario y la polémica reciente por el déficit estructural.

En todos estos años, Hermann González se transformó en un activo expositor y columnista sobre temas fiscales. Incluso escribió un documento sobre los consejos fiscales del mundo y lecciones para Chile, publicado en 2016 por Libertad y Desarrollo. También en un activo tuitero de esta causa desde su cuenta @hegonzalb, creada en marzo de 2014. En enero pasado, antes de ser nombrado en su nuevo cargo, difundió un conjunto de propuestas de BBVA Research para simplificar y transparentar la regla fiscal.

 Acuerdos sobre futuros avances

En el mercado no dudan que en este gobierno se verán avances en la institucionalidad fiscal y que éstos tendrán a Hermann González como el principal impulsor. “Mi impresión es que su carácter técnico y convicción serán una enorme contribución para que en conjunto con la Dipres se configure y perfeccione el CFA desde su actual posición de coordinador macro del ministerio”, afirma Jorge Selaive.

Hermann González Bravo, coordinador macroeconómico del Ministerio de Hacienda.
Crédito de la imagen: Ministerio de Hacienda

El economista jefe de Itaú, Miguel Ricaurte, enfatiza la perspectiva histórica precisando que Chile “está al debe” desde que se presentó el informe de la ya citada Comisión Corbo, pues se incorporó “sólo un puñado” de sus propuestas. Estima clave “re-evaluar los aspectos más relevantes para fortalecer la institucionalidad fiscal vigente a la luz de dicho informe”.

Para facilitar el análisis, esta “deuda” se puede separar en dos ámbitos: CFA y regla fiscal. Respecto del primero, Ricaurte insiste en la necesidad de formalizar la institucionalidad del CFA (hoy existente por decreto ministerial), “definiendo su rol y funciones, y entregándole autonomía adicional. Por ejemplo, asignándole presupuesto permanente, definiendo periodos de sus autoridades que se traslapen con el ciclo electoral, entre otras”. Coincide Felipe Jaque, que estima prioritario dotar a esa instancia de “recursos y autonomía para el análisis del marco fiscal, no solo de corto plazo en las discusiones de presupuesto y revisión periódica del balance estructural, sino que también en los perfiles de mediano y largo plazo, y el cumplimiento de los compromisos que cada gobierno defina”.

José De Gregorio afirma que González “tiene una visión sobre el CFA que va a empujar con fuerza”: tener una instancia creada por ley, independiente y cuyos miembros tengan dedicación exclusiva. “No es que crea que eso sea imposible, pero soy escéptico de que se puedan encontrar suficientes personas técnicamente preparadas para ser consejeros del CFA con dedicación exclusiva. Es complicado además debido a las malas experiencias que hemos tenido con el cuoteo político”, afirma. 

En cuanto a los perfeccionamientos a la regla fiscal, debate que ganó urgencia con la reciente polémica por el aumento del déficit estructural, De Gregorio opina que sería conveniente revisar la metodología para tener una medida estructural más sólida. Además, estima que sería conveniente que la política fiscal también se rija por objetivos de deuda pública y balance efectivo.

Miguel Ricaurte también es partidario de refinar aspectos técnicos de la regla, entre ellos definir los mecanismos de transparencia y comunicación del cálculo del BCA (y hacer ajustes metodológicos a ese proceso), e incorporar revisiones históricas en base a nueva información disponible. Todo ello “debería minimizar, idealmente, el impacto de cambios en parámetros sobre el BCA ajustado en términos históricos”. También enfatiza la importancia de establecer un mecanismo de convergencia a la meta de balance estructural, e incluso “podría ser deseable adoptar un ancla, ya sea en términos de nivel de deuda sobre PIB, posición fiscal neta/PIB u otra métrica”. Felipe Jaque agrega que es crucial que el perfil de convergencia de largo plazo esté definido (aunque existan desviaciones menores de corto plazo) y se vele por su cumplimiento.

Viabilidad de cambios

La conciencia que hay entre los economistas no implica que el camino esté despejado para hacer reformas fiscales, ya que en Hacienda están también dedicados a otros proyectos de interés más general, como las reformas tributaria y de pensiones.

“Es un desafío importante que compite con otras muchas temáticas relevantes”, admite Felipe Jaque, quien aboga por priorizar estos cambios estimando que son beneficiosos para el país en su conjunto y por tanto debieran contar con amplio apoyo. “Más importante aún: estamos todavía en la mira de las clasificadoras de riesgo, que debieran considerar estos cambios como muy positivos, toda vez que es un elemento más que ayuda a contener la vulnerabilidad a los shocks externos de la economía”, advierte. Miguel Ricaurte defiende la importancia de legislar, pero estima que no es necesario tener avances el corto plazo y que es crucial “generar una discusión técnica que devenga en una propuesta de consenso en torno a una estructura fiscal que suponga una mejora respecto de la actual regla”.

Centrándose en el CFA, José De Gregorio propone una opción que estima más realista y práctica: “Avanzar en un diseño intermedio, si se quiere, instalando un equipo técnico con economistas jóvenes que dé soporte al CFA en términos del análisis y de evaluación de los datos que provee Dipres, para que puedan hacer sus propios análisis y fundamentar sus recomendaciones. Esto es algo intermedio en que se puede avanzar más rápido que en el debate de un proyecto de ley”.

La perspectiva de la presidenta del CFA es más integral y pragmática. Si bien coincide con que Hermann González ha sido un fuerte impulsor de la idea de institucionalizar el CFA y hoy está en una posición privilegiada para empujarla, “hacerlo dependerá de cuán urgente le parezca esto al gobierno”. Al mismo tiempo, agrega la economista, “creo que la idea de simplificar la regla contradice en parte la de institucionalizar el CFA. Si tuviésemos una regla de veras simple y transparente, la necesidad de un consejo que observe y fiscalice se hace menor”.

Estos son los temas que seguramente Hermann González tiene en la cabeza incluso en su ahora escaso tiempo libre, que destina a practicar running (“para mantenerme bien física y mentalmente, no con fines competitivos”, aclara); a compartir el gusto por los autos y la afición por Colo Colo con su hijo mayor, que está terminando ingeniería comercial; y a regalonear a Francisca, su hija menor, fanática del ballet.