Economía

La Pensión Básica Solidaria alarga la vida de los adultos mayores pobres

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POR Marcela Gómez |

Una investigación detectó que quienes reciben este aporte monetario ($107 mil mensuales) tienen una mejor salud y sus probabilidades de morir son un 40% menores que sus pares que no reciben esa transferencia.

Las políticas públicas pueden tener efectos no previstos, pero lo que está ocurriendo con la Pensión Básica Solidaria (PBS) es una positiva sorpresa. Cuando se creó, en 2008, buscaba mitigar el drama de la pobreza en la vejez al entregar una pensión de por vida a adultos vulnerables mayores de 65 años. Ese objetivo se alcanzó y además se sumó otro logro clave que nunca estuvo entre las metas: prolongar sus vidas.

Una investigación que reconstruyó la realidad de quienes recibieron la PBS detectó que cuatro años después de recibir el beneficio (hoy en $107.304 mensuales), sus probabilidades de morir eran 40% menores que sus pares que no reciben ese aporte.  El estudio, que también incluyó al grupo familiar de los beneficiarios, reveló que obtener la PBS contribuyó a eliminar las inequidades en salud en este grupo, asociadas a sus menores ingresos, y a mitigar la transmisión intergeneracional de la pobreza. O sea, nada menos que frenar un cierto determinismo que mantiene en la pobreza a los hijos de padres pobres.

Así se detalla en “El dinero puede comprarme vida. El efecto de una pensión básica en la mortalidad: un diseño de regresión discontinua”, una detallada investigación de los economistas Enrico Miglino (University College, Londres) y Nicolás Navarrete (Universidad de Warwick, Inglaterra); el arquitecto y urbanista Pablo Navarrete (London School of Economics) y el médico geriatra Gonzalo Navarrete (Universidad de Chile). Los tres últimos, además, son hermanos, lo que también aportó a la sinergia de las diversas miradas profesionales lograda en esta investigación.

Invertir en salud

La PBS, que según datos de la Superintendencia de Pensiones benefició a 585.094 personas en mayo 2018, ha tenido un impacto relevante en la realidad económica de los adultos mayores en Chile. Las estadísticas revelan que si en 2006 el 22,8% de los mayores de 60 años era pobre, en 2015 esa cifra se redujo al 6,6%, constituyéndose así como el grupo etario con menor porcentaje de pobreza.

Aunque la esperanza de vida mundial ha aumentado, las desigualdades en el ingreso se han mantenido y tienen impactos fuertes en la salud y la mortalidad. Un informe de la OCDE muestra que los chilenos de 65 años que integran el 20% más rico de la población viven alrededor de 2,1 años más que sus pares del 20% más pobre. Esto ocurre porque aquellos con mayores ingresos tienen más probabilidades de tener trabajo y mejores condiciones de vida que quienes tienen menores ingresos, y por contrapartida ese último grupo puede asociarse con niveles de salud de menor calidad que incrementan una mortalidad relativa más temprana.

“Si bien el hecho que los mayores ingresos se relacionan con un buen estado de salud es algo muy estudiado, teníamos dudas si eso se reflejaría en los beneficiarios de PBS, ya que tal vez llegar con recursos a los 65 años podría ser muy tarde”, comentó Nicolás Navarrete a PAUTA.cl.

Pero los datos revelaron que los beneficiarios de las pensiones tienen entre 40% y 65% menos probabilidades de morir dentro de los cuatro años a partir de la presentación de la solicitud para acceder a la PBS y entre 15% y 21% menos probabilidades de experimentar un episodio médico. También pasan menos días hospitalizados, un resultado que en todo caso no es estadísticamente significativo.

Todo ello se asocia a mejoramientos en el estado de salud general, impulsados por una menor incidencia de enfermedades respiratorias y circulatorias que suelen vincularse con una deficiente nutrición. “Encontramos que el aporte se gastó en mejorar la calidad de los alimentos (incluso comprar endulzantes naturales si había recomendación médica de bajar la ingesta de azúcar) y en transporte para cumplir con los controles de salud”, dijo el economista.

En síntesis, este ingreso ayuda “a reducir las disparidades de salud creadas por las desigualdades de ingresos y mejorar la salud de las personas de la tercera edad pobres, lo que puede afectar indirectamente los gastos del gobierno en asistencia sanitaria para este grupo”, aseguró.

El efecto en la familia

Los investigadores encontraron que los positivos efectos de la PBS en la salud de quien la recibe se concentran entre quienes viven solos o con familiares mayores. Estos últimos en promedio tienen cinco años más que los solicitantes y en su mayoría son hombres, lo que sugiere que se trata de los maridos de mujeres que postulan a una PBS y podrían tener una pensión privada (del sistema de AFP), lo que reduce la probabilidad de que ella la obtenga, ya que uno de los requisitos es integrar el 60% de la poblacion más vulnerable del país.

Cuando viven con miembros de su familia en edad de trabajar, se trata de personas que, en promedio, tienen 37 años y están distribuidos casi por igual entre los dos sexos. Pero en estos casos, los beneficiarios de la PBS no experimentan un cambio tan importante en salud como les ocurre a quienes viven solos o con personas mayores que ellos.

“Esto parece explicarse por la preexistencia de transferencias de ingresos de los miembros de la familia en edad de trabajar a los mayores que están solicitando la pensión, para cubrir algunos de sus gastos. Cuando comienzan a recibir la PBS, esas transferencias terminan, pero el beneficiario no se ve impactado porque tiene ingresos y la familia en su conjunto entonces puede destinar esos recursos a otros objetivos como mejor alimentación y educación”, comentó Nicolás Navarrete. Incluso, agregó que se detectaron aumentos en las tasas de fertilidad en la familia. 

Lo anterior, sostuvo, sugiere que cuando no tienen ingresos propios, los ancianos pobres imponen una carga financiera a los miembros más jóvenes de su familia que trabajan , lo que se constituye en un canal potencial en el que la pobreza puede transmitirse de una generación a otra. “Esta política podría reducir la transmisión intergeneracional de la pobreza al reducir esa carga financiera, de modo de permitir a los familiares que trabajan  destinar más recursos para ellos e invertir en el futuro de sus hijos”, concluyó.