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El diálogo intercoreano se reactiva y pone a prueba la diplomacia de Estados Unidos

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Pyongyang Press Corps
POR jorge Román |

Las relaciones coreanas avanzan más rápido que las negociaciones para el desarme nuclear, pese al entusiasmo que muestran los Presidentes de Corea del Sur y Estados Unidos

Como líder de un país que maneja a la perfección la propaganda -al punto que no se distingue de la información-, Kim Jong-Un es muy consciente de la importancia de las imágenes y el ceremonial. De hecho, para las celebraciones de los 70 años del nacimiento de Corea del Norte, Kim se abstuvo de mostrar sus misiles de largo alcance. Por ello, no sorprende que el lunes 17 de septiembre, cuando se inició la tercera cumbre intercoreana de este año, el mismo líder supremo fuera al aeropuerto a recibir al Presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, y a su esposa, Kim Jun-Sook. En la bienvenida no faltó el público gritando por la reunificación, con banderas norcoreanas y otras que mostraban la península coreana completa, unida.

Si bien el jefe de gabinete presidencial surcoreano, Im Jong-Seok, consideraba que la desnuclearización bajo supervisión de observadores extranjeros sería “el asunto más complicado de todos en la agenda”, en el acuerdo bilateral que han firmado los mandatarios, Corea del Norte se comprometió a “cerrar permanentemente el sitio de pruebas para el motor del misil Tongchang-ri y la instalación de lanzamiento de misiles, en presencia de expertos de naciones importantes”. Según el Presidente surcoreano, Kim se mostró dispuesto a cerrar la instalación nuclear de Yongbyon si Estados Unidos realiza acciones no especificadas a cambio.

El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró rápidamente su entusiasmo por las promesas norcoreanas a través de Twitter.

La visión optimista de Trump se da un contexto más complejo del que perfilan sus tuiteos. De hecho, la preocupación fundamental estriba en cómo estos acuerdos intercoreanos debilitan la posición más exigente del ala dura diplomacia norteamericana. Hace apenas unos días, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, solicitó una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir sobre las sanciones a Corea del Norte y cómo Rusia estaría buscando “socavarlas”. Para Pompeo, las sanciones son esenciales para conseguir la desnuclearización de Pyongyang.

Este miércoles, sin embargo, el mismo Pompeo planteó nuevos caminos de negociación a través de la reanudación inmediata del diálogo con Corea del Norte: el objetivo sería completar la desnuclearización en enero de 2021.

Además, los gobernantes planean unir sus líneas férreas, reactivar el parque industrial de Kaesong (paralizado después de las últimas tensiones bélicas), facilitar la reunión de las familias separadas desde la Guerra de Corea, reabrir el resort en el monte Kumgang, cooperar en atención médica y postular a la organización conjunta de los Juegos Olímpicos de Verano de 2032.

Según los analistas consultados por The Guardian, la oferta norcoreana de desmantelar los sitios de prueba de misiles sería solo un “pequeño paso adelante” en la desnuclearización, mientras las relaciones intercoreanas avanzan a tranco acelerado.

Un panorama similar puede apreciarse al leer el periódico norcoreano Rodong Sinmun o la agencia norcoreana de noticias KCNA, donde se destacan mucho las ceremonias, banquetes y actividades conjuntas en las que participaron Kim, Moon y sus respectivas esposas, pero donde se menciona poco o nada de los compromisos militares.

Que las relaciones intercoreanas avancen a un ritmo distinto al de las negociaciones entre Washington y Pyongyang puede provocar serios problemas de objetivos traslapados. Uno de los mayores especialistas mundiales sobre Corea del Norte, Andrei Lankov, lo anticipó a inicios de este mes.

“El norte y el sur escribirán una nueva historia de paz, prosperidad y reunificación al aunar sus esfuerzos y su sabiduría, valorando todos los triunfos alcanzados y su esfuerzo por implementar la histórica declaración de Panmunjom”, dice el Rodong Sinmun. Lo más concreto que dice este medio (y que es prácticamente lo mismo que dice la agencia KCNA) es que hubo un “intercambio profundo de opiniones sobre varios temas” de las relaciones intercoreanas para “implementar en forma honesta la declaración de Panmunjom en su totalidad”. Mucho más importante para ambos medios es contar en detalle cada una de las actividades y ceremonias en las que participaron los mandatarios.

“El Líder Supremo, Kim Jong-Un, organiza un banquete para el Presidente Moon Jae-In”, dice el titular de la agencia norcoreana de noticias KCNA.

Para el diario The Japan Times, esta cumbre sería, sobre todo, la “perfecta pieza de propaganda” diseñada por Kim Jong-Un para mostrarle a su pueblo “que es un líder fuerte, que avanza en forma inexorable a la largamente retrasada, largamente prometida prosperidad que merecen”. Las imágenes que han llegado a Occidente, que tienen un carácter histórico, casi épico, parecen apoyar este planteamiento. Kim y Moon abrazados, siendo aclamados por el pueblo norcoreano, la ilusión de la reunificación coreana, y hasta una ovación de pie en el Gran Teatro de Pyongyang.

El mensaje que escribió Moon Jae-In en un libro de visitas durante su primer día en Pyongyang parece resumirlo todo: “Paz y prosperidad, ¡el corazón de la nación es uno!”.