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Maduro se mueve entre el Papa, el hambre, los mercenarios rusos y el 4F

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POR Eduardo Olivares |

El presidente de facto de Venezuela, apoyado por el alto mando militar, extiende su régimen. Mientras, casi toda Europa reconoce a Guaidó como el mandatario legítimo.

Con una carta al Papa Francisco, el presidente de facto de Venezuela, Nicolás Maduro, inauguró una semana en que ya parece ir agotando todas las vías de escape que le van quedando en medio de una ola internacional de condenas a su régimen y al reconocimiento del titular de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente legítimo del país.

En la misiva, Maduro le solicita al Sumo Pontífice que actúe como “facilitador” de un diálogo por la paz en Venezuela, en el contexto de una reunión de gobiernos de México, Uruguay, Bolivia y el Caricom convocada para el 7 de febrero. Otras iniciativas similares de diálogo entre el oficialismo y la oposición en Venezuela han fracasado en el pasado.

El llamado de Maduro se conoció justo en medio de una serie de reconocimientos a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela por parte de los gobiernos del Reino Unido, Alemania, Francia, España, Portugal, Austria y Polonia, entre otros.

Gobiernos como el de Italia y Grecia, sin embargo, no se plegaron a esa iniciativa. De acuerdo con John Müller, analista internacional de PAUTA, las razones de ambos apuntan a una línea ideológica afín ya sea a la izquierda chavista o directamente al populismo.

El hambre en Venezuela

El periodista de investigación y columnista de diario El Universal de Venezuela Francisco Olivares cree aclara que los venezolanos “no están divididos”. En su opinión, la gran mayoría busca un cambio de régimen en forma pacífica, dado que las carencias económicas son graves. “Se está pasando mucha hambre”, describe.

En los próximos días comenzará la entrega de ayuda humanitaria a Venezuela, que proviene sobre todo de Estados Unidos vía Colombia. Mientras Maduro la rechaza, Guaidó ha pedido a las fuerzas armadas que la permitan a través del paso que une Cúcuta (Colombia) con San Antonio del Táchira (Venezuela). Qué decidan las tropas está en el centro de atención de todos.

El frágil entablado sobre el cual se sostiene de Maduro, por cierto, se explica por el apoyo que tiene entre los altos mandos militares.

Francisco Olivares cree que no será fácil que las Fuerzas Armadas le den la espalda a Nicolás Maduro, ya que están politizadas y con una élite llena de beneficios económicos. En conversación con Primera Pauta, sostiene que la instrucción ideologizada desde el 2003 y las prebendas que el chavismo se encarga de darles para mantenerlos felices son factores críticos que hasta ahora les impiden dar el paso colectivo contra Maduro.

Además, el régimen cuenta con el apoyo de países como China y Rusia. En el caso ruso, Reuters ha informado que mercenarios del denominado grupo Wagner han viajado a Caracas para proteger a Maduro y reforzar su sistema de seguridad. El editor general de PAUTA, Eduardo Olivares, dice que este grupo es liderado por Evgueni Prigozhin, amigo del presidente ruso, Vladimir Putin, y conocido precisamente como el “chef de Putin”.

El 4F

El 4 de febrero anota una de esas efemérides relevantes en la historia reciente de Venezuela. Ese día, en 1992, Hugo Chávez lideró un golpe de Estado en contra del entonces presidente Carlos Andrés Pérez. El joven militar falló en su intento inmediato, pero consiguió un gran triunfo de largo plazo: no solo se convirtió en una figura popular, sino que además simbolizó el hartazgo de una parte importante de la población contra el sistema político dominado por los partidos Acción Democrática y Copei.

El propio Pérez sería depuesto por el Congreso por cargos de corrupción. Rafael Caldera lo sucedió en el poder, pero solo como antesala del fin del binomio partidista que se concretó con el triunfo de Chávez en las elecciones de 1998.

Por eso el 4 de febrero es una fiesta del chavismo. En una caminata por calles de Caracas, rodeado de sus colaboradores más leales y de milicianos vestidos con camisas rojas, Nicolás Maduro repitió su discurso de denuncia contra “el imperialismo” que buscaría sacarlo del poder y del apoyo que aún tendría entre los militares bolivarianos.

Sin embargo, el apoyo popular de Maduro se acaba. Ni siquiera los sectores más pobres, que habitan “los barrios” en los cerros de Caracas y que antes fueron fervientes partidarios de Hugo Chávez, baten las palmas por el presidente de facto. Más bien es lo contrario: hacen sonar sus cacerolas vacías.