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Tres meses de colapso político en Nicaragua

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POR Eduardo Olivares |

Mientras la OEA condena la violencia del gobierno de Daniel Ortega contra los ciudadanos, la economía nicaragüense crece más que el promedio regional. El puzle es complejo.

Una vivienda en Managua. En la planta baja funciona una fábrica de colchones. Hombres armados le piden al dueño de casa, un pastor evangélico, usar un piso superior, pues desde allí podrían disparar a los opositores al gobierno de Daniel Ortega. En las calles hay disparos. El dueño de casa niega el ingreso. Disparan a la casa. Lanzan una bomba molotov a la casa. La residencia se quema. Hay gritos de sus habitantes, de los vecinos. Tres personas se arrojan desde un balcón. El humo y las llamas crecen. Los bomberos acuden. Cuatro adultos mueren calcinados, incluido el pastor. Los vecinos sacan otros dos cuerpos, el de un bebé de tres meses y una niña de tres años, con quemaduras. Intentan reanimarlos en la calle. Agonizan frente a todos. Mueren.

Sus nombres, Mathías y Daryeli, se sumaron ese sábado 16 de junio a la lista de casi dos centenares de fallecidos que para ese momento había ocasionado el inicio de las protestas civiles en contra del gobierno de Ortega en la mayor crisis de este tipo desde la violencia que inundó el país durante la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.

Han pasado tres meses desde el comienzo de la actual crisis. Han muerto más de 300 personas, aunque los conteos de víctimas fatales son ya una materia de debate. Según organizaciones no gubernamentales, es la policía y otros grupos paramilitares los que asedian a la población. Esos grupos paraoficiales recibirían el respaldo de Ortega. El gobierno nicaragüense ha negado repetidamente esas acusaciones y denuncia que son delincuentes y los mismos rebeldes quienes han montado la crisis. 

Somoza, Ortega, conservadores, Ortega

La historia de Nicaragua había quedado partida por la mitad en el siglo XX. El clan Somoza inició su régimen en 1936 bajo las riendas de Anastasio Somoza García, siguió con su hijo Luis Somoza Debayle y cerró con su otro hijo Anastasio Somoza Debayle, que debió ir del país en 1979. Los Somoza se enriquecieron mientras lideraron una dictadura durante cuyo período se cercenaron libertades y unas 30 mil vidas.

Buena parte de las manifestaciones ciudadanas actuales se concentraron en Masaya, una ciudad a 24 kilómetros de Managua. Eso fue el símbolo de que la crisis había entrado a una fase más dura: Masaya ha sido considerada históricamente como un bastión del sandinismo, el movimiento político que tras una insurrección de décadas consiguió sacar del poder al dictador Anastasio Somoza Debayle en 1979. El sandinismo, por medio de Daniel Ortega, asumió el gobierno nicaragüense ese año y se mantuvo allí hasta 1990, tras perder en las elecciones presidenciales frente a la conservadora Violeta Chamorro.

Los gobiernos conservadores tuvieron desde entonces el apoyo de Estados Unidos. Pero todo terminó en 2007, cuando el entonces Presidente conservador Arnoldo Alemán hizo una alianza con Daniel Ortega, este último llegó al poder ese año y el frente conservador se dividió. Quedó desde ese momento reducido como oposición. En años posteriores, Ortega ganó dos cuestionadas reelecciones presidenciales sucesivas.

El origen de la crisis actual, sin embargo, tiene como fecha el 18 de abril, tras la publicación en el diario oficial de una reforma a la seguridad social que implicaba un aumento de las cotizaciones previsionales y un recorte del 5% en las pensiones. Las protestas se esparcieron por la capital, Managua, y otras ciudades de este país de seis millones de habitantes. Los estudiantes universitarios, en particular, encabezaron marchas y tomas.

La crisis actual tiene algunos elementos similares con aquellos que hicieron conocido a Anastasio Somoza Debayle, quien enfrentó la parte más cruda de las rebeliones sandinistas. “Hay similitudes en que las tendencias autoritarias pueden ser halladas en Somoza y Ortega”, plantea Harry Vanden, profesor emérito de la Universidad del Sur de Florida, coautor de Democracy and Socialism in Sandinista Nicaragua y editor de volúmenes tales como Politics of Latin America: The Power Game. “Pero Ortega fue elegido en elecciones relativamente (aunque no totalmente) honestas, mientras que aquellas con que se eligió a Somoza eran en general farsas completas”, dice a PAUTA.cl.

El gobierno nicaragüense plantea que sus políticas sociales han disgustado a Estados Unidos. Es el discurso “antiimperialista” usual, que por lo demás es propio del sandinismo. 

La nueva resistencia

En el barrio de Monimbó, en Masaya, el descalabro es mayor que en otros lugares. Es una comunidad indígena. De todos los símbolos del sandinismo, este es el más poderoso, pues se trata de la zona donde ese movimiento se cultivó con tal fervor que su defensa en la época de Somoza resultó heroica para los rebeldes.

Es Monimbó ahora el que encabeza la resistencia contra el sandinismo oficialista de Ortega.

Daniel Ortega, Presidente de Nicaragua.

La Iglesia Católica de Nicaragua ha sido otro actor relevante, pues ha dispuesto de sus parroquias e iglesias como refugio para disidentes, sobre todo estudiantes. El fin de semana pasado, un grupo de jóvenes que huía de un ataque del gobierno a la Universidad Nacional de Managua se recluyó en una iglesia de la capital y contra ellos hubo disparos de fuerzas policiales. Dos fueron asesinados y decenas quedaron heridos.

El martes, la orden de Daniel Ortega fue terminante: Masaya debía ser “recuperada”. Ramón Avellán, comisionado general de la policía de esa ciudad, lo dijo con una sinceridad que adquirió con las horas el tono cruento de los crímenes anunciados sin sensibilidad: iniciaría una “operación de limpieza” al “costo que sea”. Las fuerzas policiales y parapoliciales rodearon el barrio de Monimbó a partir de las 6 de la mañana. El costo del que habló Avellán fueron cuatro personas muertas, entre ellas un adolescente de 15 años.

Condena internacional

En la mañana del miércoles 18 de julio, en Washington DC, el Consejo Permanente de la Organizaciones de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución de condena al gobierno de Ortega. La iniciativa fue presentada por la representación de Argentina y fue apoyada por Chile, Canadá, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos y Perú. A la sesión asistió el canciller de Nicaragua, Denis Moncada, quien denunció que la votación estaba fraguada con antelación y cuestionó la injerencia de otros gobiernos en los asuntos internos de su país.

Hubo incluso una competencia de videos: mientras Moncada exigió la exhibición de una pieza de 10 minutos en que se responsabilizaba a la oposición de la violencia, Estados Unidos expuso otro video con imágenes de las acciones de la policía y las fuerzas paramilitares contra la población.

En cualquier caso, con 21 votos a favor de la resolución, tres en contra (Nicaragua, Bolivia y Venezuela) y siete abstenciones, la OEA condenó al régimen de Ortega y le demandó negociar con la oposición un cronograma electoral. Es decir, se solicita negociar en la Mesa de Diálogo Nacional el adelantamiento de las elecciones que tienen como fecha de realización el 2021. Ortega, cuyo partido Frente Sandinista de Liberación Nacional controla los poderes del Estado, obtuvo su más reciente reelección en 2016 tras reformar las leyes que impedían su nueva candidatura. 

La situación en Nicaragua bordea el colapso político por la violencia ocurrida, pero no está, por ahora, en un riesgo humanitario.

Aunque Naciones Unidas ha advertido el riesgo de una guerra civil, la economía ha crecido más que el promedio de la región y en abril el Banco Mundial incluso proyectó que el país tendría una expansión económica de 4,4% este año.

“En los años recientes Ortega había continuado con reformas que tuvieron algunos beneficios para las clases bajas, mucho más que durante el período sandinista original de 1979-1990”, analiza Vanden, “mientras que Somoza estuvo más interesado en su fortuna personal y había establecido un tipo de cleptocracia”.

De hecho, el programa económico de Nicaragua es distinto del modelo chavista en Venezuela. Según Orlando Pérez, académico de Millersville University y autor de Civil-Military Relations in Post-Conflict Societies, el pragmatismo económico del gobierno de Daniel Ortega, así como la implementación de acuerdos de libre comercio regionales y los subsidios desde Venezuela contribuyeron a que el país diera un salto económico que solo es superado por Panamá en esa zona. “Ese crecimiento económico le permitió al régimen de Ortega incrementar el gasto público, en especial en programas sociales”, escribió Pérez para la revista Foreign Policy a inicios de julio.

“La situación en Nicaragua está muy fluida”, expresa el especialista Harry Vanden. “Pero la decisión del liderazgo de Ortega de mantener este curso, no hacer concesiones y de usar la fuerza para reprimir a los disidentes no luce bien. El gobierno podría continuar usando la represión contra los disidentes, pero hasta ahora no hay indicios de que se involucren en un objetivo más amplio contra los civiles, como fue el caso de los últimos días del régimen de Somoza”.

Este miércoles, la Vicepresidenta de Nicaragua y esposa de Ortega, Rosa Murillo, proclamó el triunfo contra quienes, asegura, buscan derrocar el gobierno de su marido. “Hoy 18 de julio proclamamos nuestra victoria, nuestro avance sobre esas fuerzas diabólicas, tenebrosas, terroristas, criminales, que durante tres meses azotaron, quisieron secuestrar la paz en Nicaragua, pero no pudieron”, afirmó. Su festejo radica en que la resistencia de Masaya quedó desarticulada.

De acuerdo con observadores internacionales, el objetivo de corto plazo de Ortega era recuperar Masaya cuanto antes, pues este jueves 19 de julio se cumplen 39 años del triunfo sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.

La efeméride será celebrada con discursos mientras los cementerios, sin embargo, siguen recibiendo víctimas como Mathías (tres meses) y Daryeli (tres años).