Economía

El mercado financiero local lamenta el Mifid II

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POR Gabriela Villalobos |

Desde enero rige una nueva norma para los inversionistas europeos, lo cual ha afectado la relación con los analistas chilenos.

La imagen de decenas de ejecutivos abandonado el edificio de Lehman Brothers en Manhattan con caja en mano, todavía está presente en la memoria colectiva del mundo financiero. Han pasado cerca de diez años desde la caída del banco de inversión, que marcó el inicio de la crisis subprime y más allá de los recuerdos que dejó este hito, el evento sigue trayendo consecuencias concretas. La más reciente se originó en Europa, a 11.833 kilómetros de Chile, pero está reconfigurando las funciones de los ejecutivos de varias oficinas de Sanhattan.

La caída de Lehman Brothers marcó el inicio de la crisis subprime, hito que impulsó la nueva regulación financiera.

Se trata de la nueva Directiva para los Mercados e Instrumentos Financieros, conocida como Mifid II por sus siglas en inglés, que lanzó la Comisión Europea el 3 de enero de este año. El primer ordenamiento surgió en 2007, pero quedó prontamente obsoleto tras la crisis subprime. Por lo mismo, los legisladores regionales comenzaron a preparar nuevas reglas que permitieran aumentar la transparencia del mercado.

Para lograr ese cometido, Mifid II exige saber en detalle los servicios por los que pagan los inversionistas europeos —sobre todo los más grandes— a sus proveedores. Los llamados inversionistas institucionales, los de mayor tamaño, desembolsan actualmente una suma determinada a los corredores para ejecutar órdenes de compra y venta de instrumentos financieros, recibir estudios sobre el mercado y tener acceso a reuniones con ejecutivos de empresas en las que invierten o buscan participar. Las tres dimensiones del negocio se resumieron por años en una sola comisión. Sin embargo, Mifid II establece que cada pago debe hacerse por separado. Algo que no ha sido recibido con entusiasmo en el mercado.

Bienvenido a Chile

La normativa sólo rige para los inversionistas europeos y en el mercado estadounidense no existen intentos por replicarla. En Chile tampoco. Pero sus efectos se sienten a través de los inversionistas europeos en Chile, cuya presencia es importante. Aberdeen, una de las administradoras de fondos más grandes de esa región, es accionista de Falabella, SQM y Copec. Schroders, otro de los gestores importantes de la zona euro, invierte en deuda de empresas chilenas. Además, las AFP locales invierten a través de los fondos de Schroders en activos europeos.

A la hora de seleccionar la empresa en la que invertirán, tanto Aberdeen como Schroders tenían hasta el año pasado acceso libre a los análisis de los departamentos de estudios de corredoras como LarrainVial, BTG Pactual o Credicorp. Sin embargo, desde fines de 2017 tuvieron que reconfigurar sus contratos para establecer pagos específicos para la asesoría.

Según comenta un conocedor de la industria, un cliente puede desembolsar entre US$15 mil y US$50 mil al año para tener acceso a la investigación (en inglés “research”, como se habla en el sector) de un departamento de estudios en la región andina. En el caso de los actores locales, como JP Morgan, los grandes fondos estarían dispuestos a pagar hasta US$80 mil por recibir los estudios. Los pagos no terminan ahí.

Junto con realizar seguimientos de acciones y bonos, los departamentos de estudios organizan conferencias en las que ofrecen reuniones uno a uno entre sus clientes institucionales (grandes fondos) y las empresas en las que invierten o estudian participar. Santander organiza anualmente un encuentro de este tipo en febrero entre empresas latinoamericanas e inversionistas globales en Cancún, mientras que en mayo realiza un evento similar en Londres. Este último destino también es ocupado por Deutsche Bank, BTG Pactual e Itaú.

En la organización en Londres, la mayoría de los asistentes son inversionistas europeos interesados en los mercados latinoamericanos. Hasta el año pasado, la tarifa para asistir se incluía en la comisión anual de intermediación. Pero ahora los inversionistas europeos que asistan deberán pagar por participar. Dependiendo del monto que administran los gestores, el ingreso a estos eventos va entre los US$1.500 y los US$3.000. Quizás esta sea la razón para que muchos de los inversionistas europeos hayan decidido declinar su asistencia a la conferencia que anualmente organiza el Deutsche Bank, y que para 2018 está fijada los días 2 y 3 de mayo. Contactado Deutsche Bank, no contestó las consultas de este medio.

El ingreso a los eventos organizados en el extranjero vale entre US$1.500 y US$3.000. Allí los interesados pueden conocer investigaciones de departamentos de estudios de la región andina.

Sin embargo, según comenta un agente del mercado, el pago no ha sido una razón fundamental para no participar en los encuentros. Pero eso no quiere decir que la nueva regulación no esté afectando a los bancos de inversión locales.

Se busca analista multitasking

“Mifid II ha tenido bastante impacto y ha generado nuevas funciones de trabajo”, comenta el director regional de estudios para Credicorp, Heinrich Lessau. Además de la función de cobrar a los clientes por sus servicios de estudio, también se deben registrar las reuniones que organizan los analistas entre representantes de empresas e inversionistas. Para ello, se creó una decena de plataformas en las que se debe dejar constancia de la reunión para poder demostrar que el encuentro efectivamente existió.

Por lo mismo, según Lessau, la nueva normativa cambió la forma en que se relacionan formalmente los inversionistas con las empresas. El adverbio clave es “formalmente”. Porque la normativa establece el pago de encuentros organizados con anterioridad, pero no las reuniones espontáneas. “Los inversionistas han optado por explorar otros lugares de encuentros. Por ejemplo, en la reunión del Foro Económico Mundial que se llevó a cabo a mediados de marzo en Sao Paulo, había interés de muchas compañías por juntarse”, comenta el director de estrategia de inversiones para América Latina e Iberia de BlackRock, Axel Christensen.

Los cambios están recién comenzando a aplicarse, por lo que todavía quedan meses para evaluar el impacto final. Pero por ahora, Mifid II ya es un dolor de cabeza.