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El escándalo posterga el Nobel de Literatura

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POR Isabel Plant |

La Academia Sueca anunció que el premio no se otorgará este año, tras la polémica del encubrimiento de abusos.

Que si Murakami, que si Roth, que si un apellido impronunciable en occidente proveniente de Asia, o quizás alguna autora menos famosa que vive una vida tranquila en Europa del Este. El 2018 no habrá especulaciones en el mundo de la literatura sobre quién se llevará el Nobel, quizás uno de los honores más mediáticos en el mundo de las letras; ni las casas de apuestas podrán jugar con los apellidos que protagonizan las portadas de libros. Este viernes 4 de mayo, la Academia Sueca anunció que no se entregará el Nobel de Literatura, debido a los escándalos que afectan a la institución y y que han mermado su credibilidad. Recién en 2019 se entregarán dos galardones, uno correspondiente a 2018 y otro al mismo 2019.

Es un hito en la historia del premio, que desde 1901 sólo no se había entregado en los años de las guerras mundiales, y que sólo se ha pospuesto siete veces -la última en 1949-, al retrasarse la elección de un nombre idóneo. “La crisis en la Academia Sueca ha afectado de manera adversa al Premio Nobel. La decisión subraya la seriedad de la situación y ayudará a proteger a largo plazo la reputación del Premio Nobel. Nada de esto impacta la entrega de los premios 2018 en otras categorías”, explicó un comunicado este viernes 4 de mayo. “La Fundación Nobel presume que la Academia Sueca ahora pondrá todos sus esfuerzos en la tarea de restaurar su credibilidad como una institución que otorga estos premios y que la Academia reportará acciones concretas”.

La crisis se destapó en noviembre pasado cuando un diario publicó testimonios de 18 mujeres que denunciaron por abuso y hasta violación al fotógrafo y dramaturgo Jean-Claude Arnault. Este era una especie de amigo y protegido de la Academia, casado con Katarina Frostenson, una miembro de la institución. Arnault no sólo toqueteaba de manera impropia a mujeres, o las atacó en encuentros públicos, sino que además filtró en varias ocasiones el nombre del ganador del Nobel de Literatura a la prensa antes del anuncio. Arnault había fundado en 1989 el centro Forum, en Estocolmo, donde se reunía socialmente buena parte de los miembros de la Academia, y que era subvencionado en parte por la institución.

Estos conflictos de intereses y el sistemático abuso sexual ya serían suficientes para remecer a la sociedad sueca. Pero lo que terminó por hundir finalmente a la Academia como “cómplice” de Arnault es que una de las víctimas escribió una carta a la institución en 1997 donde informaba de los malos pasos del fotógrafo, su abuso de poder con jóvenes artistas y su inapropiado comportamiento. La carta fue vista y luego ignorada por las autoridades de la Academia.

Arnault ha negado las acusaciones, su mujer renunció el mes pasado a la Academia, y de las denuncias en su contra sólo una no habría prescrito y podría ser tomada en cuenta por la justicia. Pero el escándalo ya se instaló en un país que tiene como bandera de lucha la igualdad de género y la transparencia de sus instituciones. Quienes entregan el Nobel deben recuperar la confianza del público, y por eso Murakami ya tiene un año más para volver a la lista de las apuestas de favoritos al premio más vistoso de la literatura.