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El regreso de telenovela de Raúl Ruiz

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POR Eduardo Olivares |

A siete años de la muerte del director, se estrena esta película inédita y que fue completada por su viuda, la también cineasta Valeria Sarmiento.

Fue la revisión de unos negativos donados a la Cineteca Nacional los que se transformaron en el material de resurrección de Raúl Ruiz. Chamila Rodríguez, actriz cercana al cineasta chileno, y Galut Alarcón, director y montajista, revisaron el material y reconocieron ahí una filmación hecha en 1990 en Chile, cuando Ruiz y su mujer, la también directora Valeria Sarmiento, regresaban desde Francia tras el retorno a la democracia. Una serie de escenas filmadas como parte de un taller de actuación, que 27 años después se transformaba en un tesoro, cuando Raúl Ruiz ya llevaba muerto varios años y su extensa obra, que incluye más de 100 películas, además de obras de teatro y hasta óperas, seguía añadiendo piezas inéditas.

Así que pusieron manos a la obra: Sarmiento, quien ya se había echado el trabajo al hombro de terminar obras inconclusas de su marido, sería la directora que le daría cohesión a la película, con Chamila Rodríguez y Galut Alarcón como productores, montajistas, investigadores.

Ese fue el nacimiento tras una larga gestación de La telenovela errante,  película 121 de Ruiz, que tras pasar por el Festival de Locarno el año pasado, además de presentaciones desde Valdivia a La Habana, se estrenará en cines chilenos. La historia está organizada en siete escenas, ordenadas como siete días de la semana. Ahí actúan Luis Alarcón, Patricia Rivadeneira, Francisco Reyes y más caras conocidas, reconocibles para el público masivo como parte del imaginario de la pantalla chica. Y lo televisivo es justamente el lenguaje usado por Ruiz para retratar al Chile que encontró tras la dictadura, plasmado en esta película donde las actuaciones son exageradas y en la tradición del melodrama latino, los intercambios son insólitos y van desde lo gracioso a la pesadilla, y donde el humor sobre lo chileno y sobre todo el diálogo “ruiziano” son los pilares fundamentales del material rescatado.

Ruiz dijo que había imaginado un país cuya realidad ya no existe, “más bien es un conjunto de teleseries”. En este territorio obsesionado por pantalla chica y donde varios siguen los folletines televisivos –“Las retornadas”, por ejemplo-, se cruzan cuñados que son amantes, hombres llamados Homero y Hermes –nombres masones, dicen- y hasta teleseries turcas (sí, décadas antes de que se convirtieran en la obsesión nacional).

Si Ruiz, un maestro al retratar la chilenidad con sus pequeñeces y sus particularidades risibles, había plasmado una versión no romántica de los obligados a salir del país en Diálogo de exiliados (1975), La telenovela errante podría ser vista como un “diálogo de retornados”, con intercambios entre los que se fueron y los que se quedaron, un tiroteo totalmente insólito entre facciones militantes que se mezclan y confunden. Ruiz, a través de esta película, sigue vivo en la pantalla, demostrando que su agudeza y ojo certero al retratar Chile resiste el paso del tiempo y hasta de la muerte.