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Remakes que valen la pena

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POR Alejandro Alaluf |

Es práctica común echar mano en Hollywood a viejas (y a veces no tan viejas) cintas para encantar a las nuevas audiencias. Usualmente, la película original siempre es mejor. Aunque hay excepciones. Aquí algunas de ellas.

Hace algunos días se estrenó Suspiria, el remake de la cinta de horror de culto dirigida por el italiano Darío Argento en 1977. Dirigida por Luca Guadagino, es un interesante reinterpretación de una cinta que ya era originalmente “distinta” a las cintas de terror. Aunque por supuesto, no es la única.

Porque en la industria del cine, y en Hollywood particularmente, los remakes son pan de cada día: la idea de revitalizar una obra fílmica con cánones contemporáneos para apelar a nuevas audiencias (o en otro país) no es algo nuevo, por supuesto, pero Internet y la velocidad actual de las cosas han hecho que existan remakes que apelan a obras que no tienen demasiado tiempo desde su fecha de estreno. Antes, eran décadas. Hoy, apenas algunos años.

Curiosamente, entre los títulos que generalmente se tratan de readaptar, se cuentan principalmente películas que se pueden incluir dentro del género del fantástico: thrillers, ciencia ficción, terror, etc. Y esas son probablemente las que mejor han funcionado. En PAUTA hemos seleccionado cinco títulos, remakes, que creemos son superiores a la obra original que los inspiró.

La Cosa

(The Thing, 1951, 1982, 2011)

Una de las obras cumbres del cineasta John Carpenter tiene que ver con este remake de 1982 protagonizado por Kurt Russell, que se inspira en la cinta El Enigma de Otro Mundo, dirigida en 1951 por Christian Nyby, en donde un grupo de científicos en la Antártica deben enfrentarse a un alienígena que se adapta y esconde en los cuerpos que consume.

El escenario de la película, la paranoia que se construye con un solidísimo elenco masculino y, especialmente, sus sobresalientes efectos especiales, hicieron que este remake, ignorado a la hora de su estreno por culpa de otro extraterrestre que también llegó a los cines por esos días –E.T, El Extraterrestre–, se transformara en una cinta de culto y uno de los grandes títulos del cine de horror y de ciencia ficción contemporáneos.

Tanto así, que más allá de novelas, cómics, videojuegos y hasta juegos de mesa, eN 2011 se rodó un nuevo remake –precuela, en estricto rigor–, de la mano del danés Matthijs van Heijningen, Jr. Que, seamos justos, no alcanzó ni de cerca los niveles y la tensión de la cinta de Carpenter.

 

La Mosca

(The Fly, 1958, 1986)

En 1986, David Cronenberg se hizo un nombre mundialmente conocido, a partir de la historia de un científico que decide experimentar con la teletransportación. Claro que una inocente mosca se mezcla en el proceso y desde ahí comienza un oscuro descenso en la evolución del humano y el bicho, con terroríficos y grotescos resultados. Hay que decirlo: los efectos especiales, impresionantes, estuvieron a cargo de Chris Walas y se llevaron merecidamente un Oscar.

Pero la cinta es un remake. Casi tres décadas antes, el no muy conocido Kurt Neumann produjo y dirigió una historia muy similar, envuelta en una película de clase B, que tuvo como protagonistas a David Hedison (Viaje al Fondo del Mar) y al mismísimo Vincent Price. La cinta fue un muy modesto hit de taquilla y, más que nada, es recordada por su insólito final.

La de Cronenberg, en cambio, además de sus logrados efectos especiales, destacó por sus actuaciones –de la mano de Jelff Goldbum y Geena Davis– y por el drama de sus protagonistas. Al final, logró recaudar más de 60 millones de dólares contra los nueve de su presupuesto. Un éxito. Y tuvo una secuela a la que no le fue tan bien.

 

Drácula

(Dracula, 1931, 1992)

El personaje de Drácula, creado originalmente en 1897 de la mano de Bram Stoker, es probablemente uno de los más llevados a la pantalla grande, desde múltiples perspectivas y variaciones, desde la primera vez que debutó en la pantalla grande en 1931, bajo las órdenes de Tod Browning (Freaks) y con Bela Lugosi en el papel del conde.

Sus versiones en el cine, enfocándose en la historia original, también son variadas. Christopher Lee es probablemente de los actores más identificados con ese personaje. Pero quizás la mejor de todas las versiones –al menos la más fiel a la fuente original– fue el ejercicio realizado por Francis Ford Coppola en 1992, con un soberbio Gary Oldman en el rol titular de Bram Stoker’s Dracula.

Junto con Winona Ryder, Keanu Reeves y Anthony Hopkins, entre muchos otros, Coppola armó una historia de amor imposible respetando fielmente las páginas del libro de Stoker, pero además aplicando un gran sentido cinematográfico, lo que redundó en un éxito de taquilla de más de 200 millones de dólares y tres premios Oscar.

El Aro

(The Ring, 1998, 2002)

Hacía fines del siglo XX, Hollywood decidió inspirarse en el exitoso cine de horror asiático. La cantidad de remakes provenientes principalmente de Japón en los años siguientes fue interesante: Ju On: The Grudge, Dark Waters, Pulse, The Eye, Shutter y muchas más. Pero claro, ninguna de ellas se le acerca al éxito y al impacto dentro de la cultura pop como fue el caso de The Ring, conocida acá como El Aro.

Dirigida por Hideo Nakata en 1998, Ringu –como fue bautizada originalmente– fue presentada como una cinta de horror sobrenatural y sicológico, en donde una maldición hace que quien viera una misteriosa cinta de video, termine falleciendo de manera horrorosa siete días después. Pero más allá de la trama, lo verdaderamente pesadillesco es la secuencia donde la “villana” emerge de un pozo, con el pelo cubriéndole la cara, para avanza lentamente hasta la cámara para finalmente “salir” arrastrándose de la pantalla y atacar a su víctima.

El efectivo remake fue dirigido por Gore Verbinski (Piratas del Caribe) en 2002, con Naomi Watts en el rol protagónico. Más allá de la buena respuesta de la crítica, la cinta logró recaudar poco menos de 250 millones de dólares, lo que pavimentó los múltiples remakes que se realizaron en Hollywood inspirados en estas películas.

Cabo de Miedo

(Cape Fear, 1962, 1991)

En 1962, el director J. Lee Thompson tomó las riendas de un proyecto que originalmente iba a ser dirigido por Alfred Hitchcock, pero una serie de disputas hicieron que el autor de Sicosis y Vértigo se retirara. Una lástima. De todos modos, Thompson de todos modos logró plasmas un efectivo thriller sicológico en donde Gregory Peck y Robert Mitchum encarnan a un abogado y a un criminal respectivamente, donde este último lo acosa luego de salir en libertad, tras haberlo llevado a la cárcel.

Casi tres décadas después, Martin Scorsese decidió realizar el remake de la película. Incluso, se dio el lujo de incluir a los protagonistas originales en breves papeles secundarios. Eso es respeto. La historia, mientras, se mantuvo: Robert De Niro encarna a un desagradable criminal que acaba de salir de la cárcel y que decide vengarse del abogado (Nick Nolte) –y su familia– que lo llevó a la cárcel.

El remake fue un éxito. Además de ser mucho más efectivo y tensionante que la versión original, logró además tener una estupenda taquilla (recaudó más de 182 millones de dólares) y sacó variadas nominaciones a los premios Oscar y a los Globos de Oro.