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Antonio Horvath inédito: “La democracia regional está al debe”

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POR Eduardo Olivares |

El editor general de PAUTA.cl habló hace unos años con el recién fallecido exsenador por Aysén sobre partidos, la representación de Isla de Pascua, regiones, movimientos sociales y el papel de los ciudadanos. “Los chilenos somos bastante cómodos”, dijo.

Quería hablar de política pura. Eso le interesó. En una sala del primer piso del Senado, Antonio Horvath Kiss concedió esta entrevista para el trabajo de campo doctoral de este autor en su investigación sobre la institucionalización del sistema de partidos políticos chilenos. Al entonces senador por Aysén entre 1994 y 2018 (y diputado entre 1990 y 1994), fallecido este miércoles 23 de mayo de 2018, le apasionaba hablar sobre la relación entre política, políticos y comunidades. Los partidos, reflexionaba él, no estaban cumpliendo su objetivo elemental de acercarse para aquello que se supone que existen, que son las demandas ciudadanas.

Esta entrevista hasta ahora inédita ocurrió el 16 de enero de 2013 y su publicación quedó autorizada por el parlamentario. Fueron momentos de definiciones para Horvath. En 2012 había tomado distancia del gobierno de Sebastián Piñera por el manejo de la crisis de las protestas sociales en Aysén. Había una presión enorme sobre él, dados su histórico vínculo con Renovación Nacional (RN), colectividad de la que fue vicepresidente en 2003, cuando comenzó a militar. En 2013, Carlos Larraín presidía RN y había llegado al Senado no por una elección, sino como reemplazante de Andrés Allamand (convocado por Piñera al gabinete ministerial). 

La permanencia de Horvath en RN se fue socavando durante 2013. No era para menos. En octubre de ese año tuvo un paso por la candidatura presidencial de Franco Parisi, y en noviembre presentó sus propuestas programáticas a la postulante opositora Michelle Bachelet. En diciembre ocurrió lo previsible: la renuncia a su militancia de 10 años. 

En esta entrevista, Horvath entrega una mirada crítica sobre el papel de los partidos políticos tras el retorno de la democracia, la pérdida del contacto con la ciudadanía y la “comodidad” de los chilenos en su actividad cívica. Buena parte de sus críticas quedarían recogidas en fechas posteriores, a través de reformas al sistema electoral y el financiamiento de la política. El fondo de sus cuestionamientos, sin embargo, permanece fresco y contingente.

El país político

“Chile es un país muy político y ha tenido representadas a través de sus partidos prácticamente todas las ideologías políticas que se puedan dar en algún momento en el mundo, incluso con alguna anticipación. En los distintos gobiernos o poderes del Estado eso ha estado bien reflejado. Estoy hablando históricamente. Y en este minuto, la manera en que funcionan los partidos políticos y particularmente la manera en que se financian ha generado un desapego del resto de la ciudadanía. Estamos viviendo una crisis de los partidos políticos en Chile”.

—¿Considera que el sistema de partidos chilenos está maduro, para mirarlo desde otro punto de vista, como el de las democracias más desarrolladas?

“¿Qué podemos entender por democracias más desarrolladas? En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, que es un país con que tendemos a mirarnos, o Europa occidental, también se da el proceso que hoy en día está siendo denunciado por la ciudadanía: el sector económico tiene mucha influencia en los partidos políticos, en los personeros tanto de Gobierno como del Parlamento, o en los que estos influyen en los otros poderes como el caso del Poder Judicial, y también en los medios de comunicación”.

“Esa alta concentración económica que financia los partidos y que termina concentrando también lo político hoy en día está siendo cada vez más denunciado. Ha generado una desconfianza y un desapego de los ciudadanos respecto de la política y de los partidos políticos en especial, que en la escala de evaluación están en el último peldaño”.

—Históricamente se ha hablado de una crisis de este tipo. Yo lo escucho desde el año 90, por lo menos.

“En los años 70, con los movimientos sociales del 68 en Chile, los partidos políticos y los políticos jugaban un rol bastante relevante y eran bastante considerados por la sociedad. Estaban bastante bien evaluados. Estoy hablando en términos generales, hoy en día no se ve eso”.

—Y si interviene un político en el debate para mejorar el sistema pareciera que fuera peor. No los quieren dentro de los movimientos sociales.

“Hay un rechazo que se da por distintas razones. Una es por esta concentración económica, por lo tanto es una concentración del poder que se aleja de los intereses del ciudadano y del bien público. Y la otra, en particular en Chile, hay unos procedimientos que ya no dan más, como el binominal, en el cual los partidos políticos generan determinados acuerdos. Con eso logran tener, independientemente de los votos, asegurada su participación en el Congreso Nacional y, en definitiva, en el Gobierno. Eso está jugando un rol un tanto contrario a los partidos políticos”.

“Y lo otro es que las instancias de participación ciudadana en Chile son muy formales, pero no son vinculantes, por lo tanto eso genera frustración ciudadana. Si usted hace un proceso, consulta, los integra, etcétera, y finalmente lo que ellos dicen querer o plantearse respecto a una multiplicidad de proyectos no tiene ninguna vinculación, eso significa que se produce frustración”.

“Los senadores institucionales o senadores designados fueron un elemento de equilibrio, porque había de todos los sectores políticos, y ellos generaron un proceso que ayudó bastante a la transición también”

—Piense en el periodo cuando la democracia fue reinstaurada. Comparado con hoy, ¿el sistema de partidos chilenos ha mejorado, ha empeorado o no ha tenido cambios?

“Ha tenido cambios bastante profundos en los últimos 22 años. En ese periodo de reinstauración había un ánimo participativo muy fuerte para todo un proceso de transición a la democracia en la cual prosperó la denominada política de los acuerdos, y el partido [RN] que se prestó para esos acuerdos. En buena medida fue Renovación Nacional; jugó un rol bastante relevante”.

“Por otro lado, los senadores institucionales o senadores designados fueron un elemento de equilibrio, porque había de todos los sectores políticos, y ellos generaron un proceso que ayudó bastante a la transición también. No ha sido plenamente valorado, por así decirlo”.

—De hecho, fue cuestionado.

“Pero ahí estaban Edgardo Boeninger, había gente de la Concertación que jugó un rol bien relevante”.

—¿Por qué fueron necesarios? Sin ellos, ¿qué hubiese pasado?

“Solamente habrían prosperado las mayorías del momento, de los parlamentarios electos, y muchas normas que no son de quórum se habrían visto complicadas. La transición no habría sido todo lo fluida y digamos bastante ejemplar en el caso chileno, porque cuando se sale de un periodo de un gobierno autoritario, de una dictadura de 17 años, la tendencia es a tratar de pasar la cuenta hacia atrás de ese periodo, y no concentrarse en lo futuro”.

“Aquí se hicieron leyes de reparación, se hicieron comisiones para establecer la verdad de hechos de atropellos de derechos humanos. Todo eso se pudo armar, en buena medida, porque esta gente ayudó en eso”.

—¿Sin ellos la democracia pudo haber estado más frágil o podría haberse vuelto…

“No, la democracia es un proceso en el que aún estamos en recuperación, por así decirlo. Por los sistemas electorales que tenemos, con la democracia me refiero no solamente a la democracia después de los años 90, sino que por ejemplo no tenemos democracia a nivel regional. Los intendentes son designados por el Presidente de la República, y tienen un consejo regional que es elegido indirectamente a través de los concejales, en los cuales los ciudadanos tienen muy poca participación. La democracia regional está al debe desde hace muchos años”.

—Piense en el periodo del régimen autoritario. ¿Siente que hay factores que han ayudado a moldear, para bien o para mal, la forma en que el sistema de partidos evolucionó?

“Producto del gobierno militar se cambió un eje político previo en el cual, por ejemplo, un partido como la Democracia Cristiana participaba en los cambios sociales hasta el año 70. En el periodo de la UP la Democracia Cristiana adopta una política distinta y forma el Code (Confederación Democrática), en la cual se une con los partidos de derecha y centroderecha para echar abajo el gobierno de [Salvador] Allende. Por todas sus razones que conocimos en la época. E incluso, de alguna manera, me consta por la edad que tenía, participa en primera instancia en el gobierno militar. No toda. Hay un grupo de parlamentarios que rechaza la intervención militar y eso, de alguna manera hace también una distinción interna en el partido. Durante el proceso el gobierno militar, la DC vuelve a unirse al crearse la Concertación. Por lo tanto hubo cambios, sin duda”.

—En el eje de los partidos.

“Claro, pero particularmente donde creo que más se nota eso es en la DC, porque la DC en casi todos los países del mundo es de centroderecha y aquí es centroizquierda. Ese cupo que deja la DC lo toma en buena medida RN”.

“Los partidos tienen una expresión regional, pero no es gravitante en el momento de las decisiones. Si decide llevar un candidato en determinada área, el peso que tiene el nivel central es superior al de la región”.

Por quién votan las personas

—¿Cuáles son los mayores obstáculos que impiden a los electores ser más estables en sus preferencias políticas en el tiempo?

“Hay una tendencia por lo menos clara en nuestro país de que la gente vota más por personas que por partidos políticos. Yo mismo soy senador, por tercer periodo, gracias al voto transversal. Uno tiene votos de todos los sectores, mayoritariamente de mi sector que es centroderecha, pero si no es por los otros votos, no sería parlamentario. Yo diría que esa es una de las características. Y en general la concentración y en centralismo político de los partidos es gravitante. Los partidos tienen una expresión regional, pero no es gravitante en el momento de las decisiones. Si decide llevar un candidato en determinada área, el peso que tiene el nivel central es superior al de la región”.

“Eso se da también en muchos parlamentarios que representan regiones en las que no viven”.

—Voy a nombrarle tres factores: etnicidad, regionalismo y personalismo. ¿Siente que alguno de esos tres son temas de preocupación para el correcto funcionamiento del sistema de partidos en Chile?

“Los temas étnicos o de pueblos originarios no están con una presencia y participación dentro de los partidos tradicionales en Chile. Esto se ha ido haciendo cada vez más de manifiesto. Algunos tratan de representarlo mejor que otros, pero la verdad es que no hay una clara sintonía de los partidos con los pueblos originarios”.

“Sí se ha avanzado en algo en el proceso regionalizador. Hoy las regiones tienen patrimonio propio. Ya en el gobierno militar se inicia el Fondo de Desarrollo regional; se crea el concepto de regiones, antes éramos 25 provincias. Sin embargo, por cada paso que damos los regionalistas, el centralismo avanza 10. Se dan más fondos a las regiones y más facultades, sin embargo los ministros, los servicios públicos, estoy hablando del sector público, coartan eso a través de vistos buenos; de que ellos nombran a las autoridades, entonces en definitiva esa autonomía regional no existe”.

“Ahora, en el mundo privado es bastante parecido; los bancos, las empresas, dependen de sus casas matrices. Y las casas matrices, la tendencia concentradora, como está la autoridad pública en el centro, también se viene al centro, porque ahí se toman las decisiones. Entonces, si usted va a pedir un préstamo o renegociación de un préstamo o va a tomar una decisión en la empresa X, finalmente tiene que venir a Santiago la consulta. Pasa en los dos mundos. Por lo tanto, ahí tenemos que romper este círculo, para hacerlo virtuoso eligiendo a las autoridades regionales, intendentes; que las decisiones se tomen en las regiones”.

 —¿Cree que podría pasar eso sólo por el hecho de elegir a las autoridades?

“No, es una parte del proceso. Está lo político, está lo económico y desde luego está lo cultural; reforzar las identidades, pero pasa porque las regiones no dependan del nivel central. Ahora, el caso típico nuestro del mega proyecto hidroeléctrico que se pretende hacer en la Patagonia, las autoridades regionales son aplastadas por este proyecto, y las autoridades nacionales también. El poder económico es tan fuerte que llegan a cambiar un programa presidencial. Y eso no es sólo en Chile. Es un problema de los megaproyectos también en otras partes del mundo”.

“Los caudillismos en chile no tienen mucho futuro todavía, por suerte. Hay unos más populares que otros, pero siempre han tenido que tener redes sociales, lo cual me parece bien”.

—En su opinión, ¿los líderes políticos y los ciudadanos comunes y corrientes legitiman las elecciones como el único mecanismo para llegar al poder en Chile?

“Desde el punto de vista del derecho o de las reglas del juego puedo contestar sí. Desde el punto de vista de la ciudadanía, no, porque no se sienten considerados en el proceso de elección de candidato, en participación ciudadana, por lo tanto el desapego es creciente. Sin embargo, los movimientos sociales, que es un fenómeno mundial, en Chile también se han dado con bastante fuerza. Yo soy actor y testigo del movimiento social de Aysén. Ahí concurrieron dos elementos: deuda histórica con la región; problemas muy profundos de la zona que no son leídos adecuadamente por las autoridades nacionales; no entienden el lenguaje, los códigos, por lo tanto no entienden el problema ni tampoco la solución o la leen distinta. Cuando hablan, por ejemplo, de sueldo regionalizado, creen que cada región va a tener un sueldo distinto. Y la verdad es que se trata de que la bonificación que se daba a los empleadores por contratar gente se vea reflejado en el salario y bolsillos de las personas. Esas cosas no son bien leídas, porque las autoridades regionales que están nombradas desde nivel central caen en el mismo error. Entonces la autoridad central piensa que apaga esas cosas con policías, fuerzas especiales o con GOPE y en el fondo es apagar fuego con bencina. Ese fenómeno lo estamos viviendo en Chile”.

—Otro diputado me comentaba que estos fenómenos regionales existen, y que la única solución termina siendo siempre llamando a Santiago o que un representante de Santiago llegue allá a solucionarlo.

“O al revés, en el caso de Aysén nosotros tuvimos que traer a los dirigentes a La Moneda. Porque iba un ministro, otro ministro y no entendían lo que pasaba. Y se logró con los ministros políticos hacer el proceso inverso, o sea traer a los dirigentes, que no eran pocos, a La Moneda para realmente desembotellar el movimiento”.

“Hoy en día hay cada vez más transversalidad en los  movimientos ciudadanos y en las demandas ciudadanas. Hay transversalidad en los poderes económicos reflejados en los partidos políticos”.

El eje ideológico

—¿Los partidos en Chile siguen el eje tradicional izquierda derecha para hacer política?

“Cada vez más un área gris es la frontera. Hoy en día hay cada vez más transversalidad en los  movimientos ciudadanos y en las demandas ciudadanas. Hay transversalidad en los poderes económicos reflejados en los partidos políticos. Claramente se ve esto en los megaproyectos o en leyes relevantes, como la ley de pesca en la cual aparecen socialistas, pepedeístas y gente ligada a las grandes empresas en una línea y otros en otra, en las cuales también habemos gente de centroderecha. La transversalidad en este momento juega un rol clave. Los partidos políticos dejaron de tener la relevancia que tuvieron en su minuto”.

—En el caso de la ley de pesca hay una transversalidad, pero no se repite en cada uno de los proyectos.

“Pero cada vez más”.

—¿Lo ve como una tendencia?

“En la medida en que la autoridad, cualquiera que sea, quiera estar sintonizada con la ciudadanía, tiene que mostrar transversalidad. Al revés, si esto se politiza, en el sentido tradicional de derecha-izquierda u oposición-gobierno, se desnaturalizan los movimientos sociales”.

Democracia en los partidos

—¿Hay espacios para mejorar la organización a la que pertenece, RN en su caso? ¿Hay espacio para mejorar su democracia interna?

“Pocos. Hay que írselos ganando. Dentro de RN hay dos vertiente históricas que son los conservadores y los liberales. Y hoy el partido está siendo manejado por el ala conservadora, bastante conservadora por así decirlo. Y los liberales somos 45%, casi 50% del partido, y las instancias de participación que tenemos son bajísimas, porque no hemos logrado integrar una mesa con fuerza. Y de nuevo, los partidos, y en este caso particular de RN, dependen bastante para su movilización como tal, de financiamiento. Y por lo tanto el ala conservadora genera más confianza en grupos empresariales, con gente que da dinero para los partidos. En esta materia creo que hay que hacer un espacio no sólo para RN, sino que para todos los partidos políticos en el sentido de que haya una garantía más financiada desde el punto de vista público y no privado. Volvemos al tema de la concentración económica. Los empresarios y el mundo económico les dan a todos los partidos, sólo que les dan más a aquellos con los que tienen más afinidad, pero hace que la democracia interna de los partidos no funcione”.

—¿Pasaba lo mismo cuando estaba Sebastián Piñera de presidente del partido y esa ala liberal tenía más chance, suponiendo que él también estaba en esa ala más liberal?

“Bueno, Allamand también era liberal. [Alberto] Espina en su minuto también fue liberal, por lo tanto el sistema tiende a fagocitarlo, por así decirlo. Ahora, en el caso de la gestión de Sebastián Piñera le tocó un minuto bastante clave en que los partidos recuperaron sus sedes que habían sido expropiadas durante el gobierno militar, y eso le significó una buena inyección económica al partido y a todos. Los partidos también han tenido sus mayores o menores ingresos”.

“En los partidos, en la medida que sea más transparente quién les pone plata y también tengan algún aporte… Por último que sean todos más humildes, si eso es lo de menos, pero que haya transparencia en el sentido del financiamiento, creo que va a haber una mejor sintonía con la ciudadanía”.

—Hoy, a los que ponen la plata y están en cargos de poder no les conviene o no les interesaría tal vez salir con esto, porque son los que manejan los hilos.

“Efectivamente, así es”.

—No hay transparencia porque en las campañas…

“Transparencia hay, cada día hay más acceso a la información, pero todavía falta”.

—Si le preguntan de dónde viene el presupuesto de RN, más allá de líneas generales…

“Cada uno pone una cuota, hay institutos que presentan proyectos. Hay algunas líneas de financiamiento, pero hay parte que no conocemos”.

—¿Y puede venir parte del patrimonio del actual presidente del partido, por ejemplo?

“Y se dice bastante. Ahora, a mí me consta que él se pone con el partido, pero al ponerse con el partido ayuda también a que entren los de su línea”.

—¿Nunca con ninguna empresa grande de su región, una pesquera, le ha ocurrido, por ejemploque lo llame un gerente y le diga “Antonio, te deposité 2 millones, nos vemos”?

“No. Allá es al revés. La relación con las empresas regionales es bien fluida en campaña. Por ejemplo, hicimos una campaña en contra de un proyecto dado en plena elección. En contra de Alumisa, una planta hidroeléctrica bastante grande que afectaba el turismo, la pesca artesanal, las empresas procesadoras de salmonicultura y de la pesca, por lo tanto uno genera esta lealtad y dice ‘me la voy a jugar por esta campaña’. Esas cosas existen, pero son transparentes”.

—Cuando uno habla con los diputados, en general, unos me decían “somos asistentes sociales”: junto con ser representantes y venir acá, y hacer  las leyes, tienen que tener sus oficinas y dispensan ciertas ayudas sociales para las personas que vienen a pedir: para el bingo, para el agua potable, para los peajes, en fin. Y uno colige que, con los senadores, por tener un lugar bastante más grande no les ocurre eso, o les ocurre menos. Se preocupan más de temas generales. No existe el contacto con la misma intensidad que tiene un diputado con la ciudadanía. Pero su circunscripción es del mismo tamaño que el distrito de los diputados. 

“Yo fui diputado, y diría que el diputado es más cercano porque tiene facultades fiscalizadoras y nosotros no las tenemos. Uno como senador igual puede fiscalizar pidiendo información, haciéndose presente en los hechos, haciendo ciertas denuncias en los tribunales, o sea, no nos topamos en el sentido de que tenemos competencias muy distintas. Ahora, cada uno resuelve este tema de lo que se espera de un parlamentario a su modo. Porque ese es un tema de educación cívica. La gente espera de un parlamentario lo mismo que espera de una alcalde, de un intendente, de una persona de gobierno y, por lo tanto, le pide muchas cosas. En caso mío, nosotros generamos una corporación de desarrollo y dentro de la oficina parlamentaria tenemos asistencia social, asistencia legal, presentación de proyectos, hemos conseguido becas. Al final uno hace una labor con esa fórmula, y eso facilita bastante las cosas también. Si no, de dónde saca uno financiamiento para tanta cuestión”.

“Unos critican que ganamos ocho millones, que tenemos asignaciones parlamentarias, pero la verdad yo fui antes director regional de vialidad. Estuve a cargo de obras públicas de la región, del camino austral. Pero uno disponía de más medios: tenía vehículos, oficinas, más gente. Unas 500 personas a cargo. Y en este caso, con las atribuciones que tiene, en el mejor de los casos, junta 15. En este caso lo resolvemos a través de organizaciones sin fines de lucro”.

“Yo trabajé con el partido el día uno igual, y no fue ninguna cosa violenta, pero nosotros estamos siempre, algunos parlamentarios, propiciando el derecho de los independientes para llegar a las instancias de poder”.

Los intereses no representados

—¿Siente que todos los intereses de la sociedad, importantes, están representados en la estructura de competencia de los partidos políticos?

“No, para nada. Derechamente hay gente que se siente marginada o que se automargina. Nosotros hemos promovido bastante, yo fui 12 años independiente, y hemos promovido bastante las candidaturas independientes de manera que puedan competir más las personas que los partidos”.

“Yo ingresé a RN, porque me di cuenta, después de 12 años, de que no fue fácil, que uno está como salmón contra la corriente. Y generamos en su minuto la bancada verde, que fue una manera de trabajar en la Cámara de Diputados y privilegiamos los temas medioambientales por sobre las líneas políticas de cada uno de los parlamentarios.  Como el test de la blancura. Después generamos la bancada regionalista. Esas figuras funcionan, pero no permanentemente”.

“Isla de Pascua tiene que estar representada en el Congreso Nacional como Isla de Pascua. No puede pretenderse que los isleños mañana tengan los votos suficientes para sacar un pascuense como diputado o senador, pero para eso tenemos que hacer una reforma en los partidos para que la diversidad que tenemos sea efectivamente representada en el Congreso”.

“Para la elección anterior como senador, yo planteé derechamente y en forma abierta antes de la elección que yo optaba por entrar a RN porque sentía que ahí podía generar acuerdos políticos y lograr más efectividad en cosas que son beneficiosas para la región. Y nosotros teníamos 35 comités independientes regionales y les pedíamos autorización a ellos para romperlos, para entrar al partido. Claro, yo trabajé con el partido el día uno igual, y no fue ninguna cosa violenta, pero nosotros estamos siempre, algunos parlamentarios, propiciando el derecho de los independientes para llegar a las instancias de poder: concejales, alcaldes. La elección de alcalde, por ejemplo, es bien sintomática. Antes era el concejal más votado de una lista, por lo tanto era el partido el que decidía quién más probabilidades tenía. Hoy es la persona más votada. No hay binominal, no hay lista, nada. Entonces un independiente tiene el mismo derecho que cualquier partido político para llegar a ser alcalde. Y eso es bueno”.

“Estamos en la reforma ad portas del binominal, cosa que yo propicio que sean las dos primeras mayorías los que lleguen distrito o circunscripción al Parlamento. Y eso es bueno. Territorialmente hay que tener cuidado, siempre en la línea de su pregunta, porque el peso de la población respecto al territorio es un tema más que sensible. Reclaman los que tienen mucha población, y se sienten menos representados ante el Congreso Nacional, porque en zonas más extremas tenemos un peso político relativamente mayor, pero para eso tenemos que buscar los equilibrios. Tenemos que buscar los dos elementos concurrentes: población y territorio”.

“En el caso de Estados Unidos, Alaska elige dos senadores igual que California, Washington o Nueva York, y eso es bueno. Y la Cámara de Representantes, no. Ellos tienen una representación más poblacional. Aquí juega territorio, población y dentro de la población entramos con la pertinencia de algunas áreas. Por ejemplo, Isla de Pascua tiene que estar representada en el Congreso Nacional como Isla de Pascua. No puede pretenderse que los isleños mañana tengan los votos suficientes para sacar un pascuense como diputado o senador, pero para eso tenemos que hacer una reforma en los partidos para que la diversidad que tenemos sea efectivamente representada en el Congreso”.

—Mucho del discurso político, sobre todo después del voto voluntario, tiene que ver con que los candidatos no encantaron a la ciudadanía. Pero veamos desde el otro punto de vista; mucha gente me ha hablado de la irresponsabilidad de los votantes por no informarse o por no concurrir a las urnas cada dos o cuatro años. ¿En qué lado está usted?

“Razones para mirar por qué eso no funcionan hay hartas. Los medios de comunicación, y en particular la televisión, tienden a achatar a la gente, porque se financian por la publicidad, y en la medida en que les puedan meter productos y puedan, de alguna manera capturar, por así decirlo, se prestan para ciertos dramas que en el fondo lo único que hacen es bajar los niveles de conciencia: no incentivar la formación propia, la educación, etcétera, todo lo que caracteriza una sociedad vital. Ese es un fenómeno que estamos sufriendo derechamente y, por otro lado, hay responsabilidad… La educación cívica en nuestro país casi no existe. Lo veo en mis hijos; están en los textos, pero no veo que lo entiendan. Hay que ser más creativos en ese sentido, y generar procesos democráticos en los colegios, en las escuelas, en los liceos y que tengan resultados prácticos para ellos”.

“Y respecto de la alta abstención de la última elección, uno: la gente no siente que puede tomar un rol relevante por esta falta de participación ciudadana. Y también, por otro lado, porque estas candidaturas no generaron el impulso o el entusiasmo para jugarse con ese tema. Los chilenos somos bastante cómodos”.

—También se encontró una excusa perfecta con esto de “nadie me representa, por eso no voto”

“Claro, pero al final es una irresponsabilidad, porque dejan que otros decidan por ellos”.