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Ignacio Rivadeneira: la derecha puede gobernar ocho o 12 años más

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

Fue el asesor más cercano a Sebastián Piñera durante su primer mandato. En PAUTA.cl da las razones de su ausencia y el análisis del nuevo Chile que espera al Presidente.

El 21 de marzo de 2011, La Moneda se vistió con sus mejores ropas para recibir a Barack Obama y su mujer, Michelle, en una fiesta que aún muchos recuerdan como una de las más espectaculares que se hayan celebrado en ese palacio. El Presidente Sebastián Piñera, quien llevaba apenas un año en ese cargo, le presentó a su familia al entonces mandatario estadounidense. Antes de terminar, le mostró a Ignacio Rivadeneira, su otrora jefe de contenidos, refiriéndose a él como su “quinto hijo”. El abogado de la Universidad de Chile, hoy de 43 años, fue durante la primera administración de Piñera su asesor más cercano: el único que entraba y salía de su oficina sin mediar aviso, quien preparaba todas sus intervenciones públicas y le diseñaba la agenda diaria. Rivadeneira conversaba con los ministros y los aconsejaba y todos los días a primera hora de la mañana se subía al auto presidencial para viajar con Piñera rumbo a la casa de gobierno.

Por eso cuando terminaba ya el primer periodo de Piñera al mando del país, todo su entorno apostaba a que Rivadeneira permanecería a su lado, probablemente liderando la fundación que el Mandatario preparaba para cuando dejara La Moneda y que fue bautizada más tarde como Avanza Chile. Para sorpresa de muchos, eso no sucedió, poniendo, de paso, término a más de 15 años de relación profesional juntos.

Ahora cuenta a PAUTA.cl las razones de su alejamiento y proyecta cómo el actual gobierno puede dejar la ruta abierta a nuevas administraciones de derecha.

El gran ausente

“A fines del 2013, el Presidente nos preguntó a un montón de gente qué disponibilidad teníamos para dedicar a su fundación. En ese momento, le dije que yo no podría involucrarme full time. Había decidido que quería reciclarme en el sector privado y volver al ejercicio profesional. Era algo que me interesaba y, además, creo que políticamente es muy sano, porque uno adquiere distintas visiones”, explica hoy Rivadeneira, sentado en una elegante sala de reuniones del estudio jurídico que heredó de su padre y que comparte con sus socios, los abogados Ciro Colombara y Rodrigo Zegers.

Quienes dicen conocerlo bien aseguran que Ignacio Rivadeneira lleva la política en la sangre. Su padre, Ricardo Rivadeneira, fue fundador y el primer presidente de Renovación Nacional y durante casi toda su carrera estuvo de algún modo ligado al servicio público. Ignacio Rivadeneira fue vicepresidente de ese partido cuando Piñera lo dirigía y acompañó al hoy Mandatario en su primera campaña presidencial en 2005. También en la de 2009, cuando se convirtió en Presidente de la República, y él en su más leal “consiglieri”, como muchos por esos años lo apodaban en La Moneda. Por eso la apuesta era casi segura: Rivadeneira se uniría a la campaña de 2017. Pero eso no pasó. Y tampoco se integró a su nuevo gobierno, dejando a medio mundo político perplejo.

– Se dice que al Presidente no se le dice que no. ¿Usted tuvo que hacerlo?

– “No, fue algo muy natural. Tengo una relación más cotidiana con el Presidente, entonces nunca existió un minuto en que él me invitara a participar en la campaña o en gobierno y yo le tuviera que decir que no quería. Siempre hemos conversado y él siempre supo en qué andaba yo”.

– ¿Por qué tomó esa decisión?

“Yo tengo varias vocaciones, pero soy abogado y creo que es lo mejor que sé hacer, además es lo que más me gusta y me entretiene. La política es una cuestión que me interesa, me apasiona, pero no la tengo contemplada como una vocación de por vida, ni full time. En ese sentido, me siento más parecido a la personalidad de Diego Portales, que no tenía ningún apego ni interés en el poder, pero cuando le pedían integrarse a alguna función de gobierno la ejercía a plenitud y al costo personal que fuera. Y tan pronto veía una oportunidad para volver a sus actividades privadas, la tomaba en el acto”.

 

La segunda razón que pesó en Rivadeneira a la hora de tomar esa decisión fue de orden familiar: “Cuando entré al primer gobierno de Piñera era soltero, pero ahora estoy casado y tengo tres niñitas, la mayor de cuatro años, y mi señora trabaja en un matinal de televisión, lo que implica que se levanta a las 5:45 AM y vuelve a la casa a las 4:00 PM todos los días. Por lo tanto, hay mucho trabajo relacionado con la familia que tengo que asumir yo y lo hago feliz. No es compatible una pega de 24/7 en el gobierno, con la responsabilidad que ello significa, con tres niñitas chicas, cuando además tu mujer trabaja en un matinal. Entonces la decisión que tomamos en conjunto con la Mary (María Luisa Godoy, conductora de “Muy Buenos Días”, de TVN) fue de que ahora, así como ella me apoyó a mí cuando estuve en el gobierno, correspondía privilegiar su carrera y estoy feliz de hacerlo, porque además ella lo hace muy bien”. 

– Es una decisión bastante contra la corriente, sobre todo en Chile donde no vemos a muchos hombres privilegiando las carreras de sus mujeres…

– “Cuando conocí a la Mary ella trabajaba y siempre ha tenido una vocación muy potente con el mundo de las comunicaciones. Para los dos, la prioridad uno es la familia común, pero como dije antes: hay minutos en que le corresponde a uno y hay minutos en que le corresponde al otro ceder”.

– ¿Y no será que además le aburrió un poco la política y las tareas de gobierno, quizás quería un camino más independiente después de trabajar tantos años con Piñera?

– “No, esto no es un problema personal y de ningún tipo con Piñera. Por el contrario, le mantengo el mismo respeto, admiración y cariño que he sentido siempre. Son simplemente circunstancias de la vida que hay que asumir y yo lo hago feliz. No me siento con ninguna contradicción vital. La política no me aburre en lo más mínimo, es un tema que me interesa y espero tener la oportunidad más adelante de volver a hacerlo, pero por ahora nuestra decisión es esta”.

La profecía

En abril de 2014, casi un mes después de salir del gobierno, Rivadeneira dio una entrevista a la revista Sábado. En ella anticipó que el candidato de la centroderecha en las próximas elecciones (2017) sería Sebastián Piñera. Su diagnóstico apuntaba a que además de sus cualidades personales, éste tendría otras dos ventajas: contaría con un equipo de más de 1.000 personas -sobre todo jóvenes- que ya lo había acompañado en el gobierno. Y, la segunda, que el Presidente mismo ya tendría experiencia de gobierno y eso en periodos cortos de cuatro años es una ventaja, en la medida en que se repita lo que se hizo bien y se corrija lo que estuvo mal.

Y acertó: “Nunca tuve dudas de que el candidato iba a terminar siendo Piñera, por sus condiciones personales, pero también porque estaba convencido de que su primer gobierno iba a ser cada día más valorado en el tiempo. Creo que el 54% que sacó en la segunda vuelta se debe en forma muy importante a que la gente ya sabía que era una persona que sabía gobernar”. Rivadeneira asegura que hoy hay equipos estructurados con un conocimiento previo, cuestión invaluable desde el punto de vista de gobierno. “Antes no hubo siquiera transición en los cargos, nos tocó terremoto y miles de problemáticas de las cuales fuimos aprendiendo”, recuerda.

– ¿De alguna manera sintió que ya no era tan necesario como antes?

– “Siempre pensé que el triunfo en la elección no estaba en juego, así que tampoco me sentí complicado por no integrarme a la campaña. Pero la verdad es que nunca me he sentido tan necesario”.

– Pero antes tuvo un rol relevante tanto en la campaña como en la búsqueda de gente que quisiera participar en el gobierno, y luego en el centro mismo del segundo piso de La Moneda.

– “Sí, pero era un rol que también podría haber ejercido otra persona”. 

– Pero la confianza Piñera la tenía con usted.

– “Ahora la centroderecha tiene los liderazgos, los equipos, los programas y las ideas para transformar su visión política en cultura cívica y en masa crítica para mover la aguja. Creo que estos cuatro años serán absolutamente fundamentales para el país. Y ojalá sean ocho o 12, porque será el periodo en que nos pegaremos el salto al desarrollo y no solo eso: también vamos a poder elegir qué tipo de desarrollo queremos”. 

– ¿Y a qué tipo de desarrollo debiéramos aspirar, según su visión?

– “Hoy la sociedad chilena no solo aspira a mayor cantidad de bienes y servicios, sino que quieren más calidad de estos mismos. Y cuando digo bienes y servicios me refiero también a vacaciones, tiempo libre, deporte y un país más descontaminado, entre otras cosas. Se dan cuenta de que la vida es corta y que es fundamental contar con herramientas como educación y salud de calidad. Pero la calidad es una cuestión muy compleja porque, en último término, un Estado de calidad depende mucho de la calidad del funcionario que está a cargo y eso es lento de formar. No basta con las buenas intenciones, también se requiere un nivel, actitud y vocación de perfeccionamiento que son cosas que demoran en construirse”.

– ¿Por ahí va el desafío de la nueva administración?

– “Pienso que sí”.

– ¿Y cómo se forma ese capital humano?

– “El mismo desarrollo del país irá formándolo. Por ejemplo, 10 u ocho años atrás, según todos los entendidos, existía la idea unánime de que el proyecto HidroAysén era completamente necesario para el país, porque estábamos pagando las cuentas de electricidad más caras de Latinoamérica y era fundamental contar con ese proyecto para nuestra matriz. Hoy, sin embargo, ese proyecto está absolutamente obsoleto por el desarrollo tecnológico. Pasará que muchas soluciones vendrán no necesariamente por el lado de la política tradicional, sino que por el propio empuje del desarrollo tecnológico y científico del país. Entonces, desde luego un rol de la política es dejar fluir ese desarrollo y ojalá conducirlo a esas áreas donde somos más deficitarios”.

– Dejar fluir no siempre es fácil.

– “Claro. Tenemos, por ejemplo, el caso de la batalla de Uber con los taxistas, que es gente que ha pagado su patente y ha hecho toda su vida en un modelo de transporte y de pronto se ven sometidos a una competencia para la cual no estaban preparados. Obviamente la política tiene que tomar en consideración la realidad de esas personas y ayudarlas a transitar hacia un país distinto y más moderno. En materia de energía eléctrica nos va a pasar lo mismo, en telecomunicaciones, en un sinfín de aspectos. Entonces, la política tiene el rol fundamental de dejar fluir, conducir y estar atento a cuando se produzcan problemas”.

Aprendizaje puertas afuera 

Pese a que Rivadeneira no aparece en ningún cargo de gobierno, en el entorno piñerista aseguran que su voz sigue pesando. Él, sin embargo, matiza: “Pasa que, cuando uno dedica tanto tiempo y energía a la política, genera relaciones humanas muy cercanas con la gente. Es inevitable, entonces, que si te encuentras con esos amigos converses este tipo de temas”.

– ¿Y con el Presidente Piñera habla a menudo?

– “No tanto, pero sí mantenemos contacto. Pero sobre todo hablo con los ministros y la gente del segundo piso, que es la gente que trabajaba conmigo antes”. 

– ¿Le preguntaron su opinión para algunos de los nombramientos en esta pasada?

– “El mérito en el día a día de esta campaña es principalmente de Andrés Chadwick, Gonzalo Blumel y la Cecilia Pérez. Yo no participé de la campaña ni del posterior proceso de selección de gente para la conformación del gobierno. Obviamente a veces te preguntan por ciertos nombres y uno dice lo que piensa, pero tampoco eso es tan relevante”.

 

Rivadeneira está contento en el sector privado y asegura que en estos cuatro años fuera del gobierno ha aprendido casi más de política que cuando estaba inmerso en el corazón de La Moneda. “Adentro del gobierno estás muy consciente del producto, por llamarlo así, que uno quiere generar en términos comunicacionales, pero cuando estás afuera ves lo que le llega a una persona normal que lee el diario a la rápida, que tiene poco tiempo para informarse y que pesca la mayoría de las noticias por las redes sociales. Entonces es interesante saber cuál es el mensaje que llega finalmente y no el que se genera. Eso es una gran lección política”, reflexiona.

– ¿Cree que esta versión de Piñera -y su entorno- lee mejor a la sociedad que la administración pasada?

– “Probablemente todos los gobiernos, pero particularmente el anterior gobierno de Sebastián Piñera, fue de menos a más prácticamente en todas las áreas. Esto es lógico y esperable y creo que este gobierno parte, por así decirlo, donde quedó el gobierno anterior. O sea, parte de un punto superior al que tuvimos, por varias razones: hay más experiencia, no hubo terremoto y sobre todo porque el modelo alternativo ya se probó bastante equivocado”. 

– ¿De qué manera?

– “Antes competíamos contra un ideal. Lo que nos vendían los movimientos sociales y la izquierda era un modelo ideal que no había sido probado o practicado en el país, por así decirlo. Ese modelo tuvo cuatro años de práctica con el gobierno de Michelle Bachelet y terminó con algunos avances, pero también con muchas cosas que la gente la sintió como retroceso. Eso permite partir hoy con un pie mucho más adelantado, porque ya no se compite con un ideal teórico, sino que con un modelo que se implementó en la práctica y mostró sus falencias. Por eso la gente termina optando por una amplia mayoría a favor de Piñera, básicamente porque quieren lo que el gobierno les está dando: una continuidad respecto de lo que fueron sus primeros cuatro años, pero desde un punto de partida más alto que el que tuvimos en 2010 y eso es muy potente. Además, en el anterior gobierno debimos competir con un personaje en las sombras que se llamaba Michelle Bachelet, que había entregado el poder con más de un 80% de apoyo popular y que todos sabían que iba a volver en 2014. Ese fenómeno tampoco existe hoy y por tanto la derecha se puede proyectar no solo cuatro años, sino que ocho o 12 años más”. 

– Ese espacio le da al gobierno otra forma de enfrentar los temas, quizás con menos complejos que en la primera administración.

– “Claro, la posibilidad de proyectar el gobierno en el largo plazo ordena las coaliciones, porque cuando te da un horizonte de tiempo más amplio los actores y liderazgos políticos empiezan a tomar sus decisiones en función de ese horizonte. Cuando el horizonte es de cuatro años todo se hace urgente, pero cuando piensas en ocho o 12 uno puede postergar temas y decisiones en favor del largo plazo”. 

– ¿Estamos frente a un Piñera que ahora entiende mejor que antes que parte del éxito de su gestión también por el éxito de su coalición en las próximas elecciones, o no?

– “En el gobierno pasado ese tema no fue prioritario simplemente porque no sé si era muy posible frente a Michelle Bachelet. La verdad es que en la centroderecha no se contaba con una figura política -porque Piñera no podía ir a la reelección- que permitiera enfrentar con relativo éxito a una Michelle Bachelet que había terminado con más del 80% de popularidad. Ella en ese tiempo, además, representaba muy bien ese ideal de un país más justo, con derechos sociales más extendidos. Entonces se juntó un modelo ideal de sociedad que estaba bastante bien construido por los movimientos sociales -al menos a nivel de diagnóstico- con un liderazgo extraordinariamente potente, cercano e identificado con ese ideal, como era Michelle Bachelet. Eso hoy se quebró: se demostró que ese ideal tiene en la práctica muchas falencias, aunque no es completamente fallido, y el liderazgo de Michelle Bachelet también salió profundamente deteriorado después de cuatro años de gobierno. Por tanto, la derecha tiene una oportunidad y un ámbito de acción mucho mayor para proyectar su gestión en la medida de que lo haga bien”. 

Optimista de lo que puede hacer la centroderecha desde ahora, Rivadeneira cree que Chile Vamos debe darse cuenta de lo importante que es para el país su continuidad por varios años. “Este es un país que, bien gobernado durante ocho o 12 años, de verdad puede adelantar en años, si no décadas, el desarrollo económico. Y puede darle a ese desarrollo un carácter mucho más integral y profundo que el que es capaz de darle la izquierda que es esencialmente una izquierda materialista, porque al final todo se reduce a una lucha de intereses”, analiza. 

– ¿Y no le gustaría participar de esta transformación, aunque sea más adelante?

– “A mí la política me gusta, me interesa y no la descarto a futuro. Pero todo evoluciona tan rápido que surgirá una cantidad de rostros e ideas nuevas. La política como comentábamos también se verá enfrentada al cambio tecnológico, el cual muchas veces frenará decisiones políticas que antes parecían obvias, como por ejemplo HidroAysén. Eso va a pasar en todo orden de cosas: transporte, telecomunicaciones, etcétera. El país se dará cuenta de que hay nuevas soluciones cuyo costo es prácticamente cero y resuelven problemas que veníamos arrastrando desde hace décadas. Eso tendrá un impacto enorme en la salud, la educación, el transporte, el rol del Estado, la seguridad ciudadana. Por mientras, tenemos que prepararnos para ese cambio”.