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El trío negociador

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POR Josefina Ríos |

Los senadores Jorge Pizarro, Ricardo Lagos Weber y Juan Pablo Letelier se han consolidado como los principales articuladores de la oposición a la hora de lograr acuerdos con La Moneda. Esta semana es clave.

Este martes comenzó la discusión y votación en la Sala del Senado de la Ley de Presupuestos 2019. Si el trámite fluye con la misma agilidad con la que lo hizo en su paso por la Cámara de Diputados, la semana pasada, hay posibilidades de que la legislación quede despachada a más tardar este viernes. Se evitaría, así, acudir a una eventual Comisión Mixta que estaba agendada para los días 27 y 28 de noviembre. 

Tanto en el Congreso como en La Moneda esperan con confianza que el proceso se desarrolle de forma expedita: el lunes 12 de noviembre, en las oficinas del Ministerio de Hacienda, los senadores Jorge Pizarro (DC), Ricardo Lagos Weber (PPD), Juan Pablo Letelier (PS) y el diputado de Giorgio Jackson (RD) -representando a la oposición- cerraron un acuerdo con el titular de esa cartera, Felipe Larraín. Fue ese pacto el que permitió una rápida tramitación del Presupuesto 2019 en la Cámara, situación que debiera repetirse durante esta semana en el Senado.

Las esperanzas puestas en este acuerdo son altas y todo apunta a que llegue a puerto con éxito, aunque siempre puede haber imprevistos. No se descarta, por ejemplo, que lo ocurrido con la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca a manos de efectivos del Gope pueda teñir la discusión y altere partidas que no fueron negociadas en esta instancia, como el Fondo Indígena o la partida referida a los gastos reservados para Carabineros. Un escenario como ese podría forzar la comisión mixta.

Pizarro, Lagos Weber y Letelier, que estarán durante esta semana en el hemiciclo votando el erario nacional para el próximo año, estarán especialmente atentos a lo que suceda con la tramitación de la iniciativa. Sus intervenciones en Sala para respaldar el acuerdo alcanzado en la Comisión Mixta de Presupuesto, instancia que sesionó durante la primera quincena de noviembre y que se selló en Teatinos 180, son esperadas tanto por la oposición como por el oficialismo, pues muchos cifran en ellas las esperanzas de que se logre un tramitación sin demasiados traumas.

El resultado no es menor. El Gobierno ve en ellos el puente natural a futuro para abordar acuerdos importantes con la oposición relativos las reformas estructurales que ya ingresó al Congreso, en especial los proyectos de modernización tributaria y la reforma al sistema de pensiones. Tales articulados también pasarán por la Comisión de Hacienda, en la que los tres senadores participan.

No es primera vez que este trío de senadores actúa en conjunto para sellar pactos con la administración de Sebastián Pïñera, representando una oposición que hasta hace pocos meses se veía bastante atomizada y descoordinada. Así, a comienzos de septiembre lograron revertir el opaco escenario en que se encontraba la tramitación del salario mínimo, proponiendo una fórmula que finalmente fue aceptada por casi todos. Lo mismo sucedió con el emblemático proyecto del Gobierno Aula Segura, donde luego de la intervención de estos parlamentarios salió humo blanco y la ley fue aprobada en el Senado por 33 votos a favor y uno en contra. 

Los “dimes y diretes” iniciales

Cuando el Gobierno de Piñera aterrizó en La Moneda en marzo pasado el diagnóstico era claro. En el oficialismo estaban conscientes de que pese al alto apoyo ciudadano que concitaba la figura del Presidente -que obtuvo cerca del 55% de los votos en la segunda vuelta-, sabían que no tendría la tarea fácil en el Congreso. Con minoría en ambas cámaras, la concreción de su programa se preveía complicada. Tampoco se lograba identificar con nitidez qué parlamentarios estaban lo suficientemente validados entre sus pares para poder actuar como negociadores en la oposición.

El Gobierno entonces promovió la estrategia política de los acuerdos nacionales, agrupados en cinco temas de gran relevancia para el país: Infancia, Seguridad, Salud, Araucanía y crecimiento económico. Para promover el diálogo y el acuerdo convocó a diversos líderes de todo el espectro político a participar en mesas de trabajo. Pese a algunas reticencias iniciales, la mayoría de los sectores aceptaron la invitación del Ejecutivo, salvo por el Partido Socialista, que decidió restarse de este tipo de iniciativas y reservar las negociaciones políticas para la discusión parlamentaria.

El senador DC Jorge Pizarro y el ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Crédito Agencia Uno.

Paralelamente, desde el Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres), liderado por el ministro Gonzalo Blumel y el subsecretario Claudio Alvarado, comenzaron rondas de acercamiento con las diversas bancadas, tanto de diputados como de senadores, con la idea de generar puentes de conversación. “Nos encontramos con una oposición muy disgregada, había pocos temas donde se podía negociar con ella de manera unida”, recuerda un funcionario de Presidencia.

Desde la vereda opuesta, un senador de la ex Nueva Mayoría recuerda que desde el principio de este nuevo periodo, los senadores de la oposición intentaron articular al sector más allá de los cargos y la mesa directiva de la Cámara Alta: “La idea era tener una propuesta unida en temas de contenidos y de trabajo en las comisiones, eso acordaron los jefes de bancada. Lamentablemente no prosperó”.

El mismo parlamentario agrega que contra el diseño original conspiró, en parte, la dura posición que adoptó el PS, partido que se negaba constantemente a llegar a acuerdos con el Gobierno. “No solo se quisieron diferenciar de las propuestas oficialistas, también desconocieron pactos contraídos con sus antiguos socios, como cuando decidieron no apoyar la designación de la abogada Ángela Vivanco para que se convirtiera en jueza de la Corte Suprema”, apunta y agrega: “En un minuto el único PS que parecía dispuesto a negociar algo o cumplir sus compromisos era José Miguel Insulza, pero lamentablemente no lograba articular a su bancada en esa senda”.

Una nueva etapa

Hacia fines de agosto, la situación se encontraba en uno de sus puntos más bajos. En un escenario dominado por acusaciones cruzadas, de “sequía legislativa” desde la oposición en contra del Gobierno y de “obstruccionismo” por parte del oficialismo hacia la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio, comenzó la tramitación del sueldo mínimo.

La discusión de esta iniciativa marcó un punto de inflexión: si bien el Gobierno y el diputado DC y presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, Pablo Lorenzini, lograron articular un acuerdo que permitió su aprobación en la Cámara Baja, éste no fue validado durante su tramitación en el Senado. Aquello se tradujo en un traspié total del proyecto.

El Gobierno decidió vetar la iniciativa. La situación solo fue resuelta luego de un segundo acuerdo que se generó en la Comisión de Hacienda del Senado, generado en primera instancia por dos participantes de esa instancia: los senadores Jorge Pizarro (DC) y Ricardo Lagos Weber (PPD). Más tarde se uniría el presidente de esa mesa, Juan Pablo Letelier (PS). “La tramitación del sueldo mínimo fue un desastre para todos los sectores políticos y muy mal evaluado por la opinión pública, nadie sacó cuentas alegres. Las lecciones fueron claras y desde entonces se observa un ánimo distinto en el Parlamento”, aseguran desde el Ejecutivo.

En ese cambio, el rol de los senadores opositores de la Comisión de Hacienda (Pizarro, Lagos Weber y Letelier) ha sido clave, coinciden varias voces al tanto. “Son senadores con mucha experiencia y contactos. Entienden bien cómo funciona el sistema. Además, cumplen un papel bien específico desde esa instancia, donde se revisa gran parte de los proyectos de ley que ingresan al Congreso para evaluar su componente económico, especialmente los que implican gasto fiscal o temas tributarios”, explican desde el Gobierno.

Para Ricardo Lagos Weber, llegar a acuerdos es relevante. “El proceso político democrático se trata, en gran parte, de sentarse a conversar y dar cabida al entendimiento. Para que las reformas perduren en el tiempo deben ser consensuadas y yo no tengo complejos de llegar a acuerdos porque estoy muy seguro de lo que pienso”, expresa respecto al papel negociador que ha adoptado en las últimas y más emblemáticas discusiones legislativas, como sueldo mínimo, Aula Segura y actualmente en el Presupuesto 2019.

Lo importante, agrega Jorge Pizarro, es llegar a buenos acuerdos con el Gobierno, pero siempre respetando el trabajo de los demás parlamentarios. “En Aula Segura, por ejemplo, primero nos reunimos con la senadora Yasna Provoste y el senador Jaime Quintana, que habían liderado la discusión en la Comisión de Educación, para concordar con ellos una nueva propuesta. No cerramos nada con lo que ellos no estuvieran de acuerdo. Es importante dar señales claras en ese sentido. Lo mismo con la coordinación con los diputados”, dice el también jefe de bancada de senadores de la DC.

“La experiencia ayuda mucho. Llevamos años trabajando juntos los tres y sabemos perfectamente dónde están nuestros puntos de acuerdo y dónde no. El espíritu de unidad prima finalmente, lo que es propio de una democracia madura”, plantyea Juan Pablo Letelier, a quien, sin embargo, se le atribuye no haber participado con tanto entusiasmo en los primeros acuerdos. No así en la discusión tributaria. En esa oportunidad actuó como presidente de la Comisión Especial Mixta y desde Hacienda aseguran que estuvo muy diligente y propositivo durante toda la negociación.

Todos esperan que esta instancia, que terminó sin fotos ni documentos firmados, pero sí con un fuerte respaldo de palabra entre Jackson, Letelier, Lagos Weber, Pizarro y el ministro Felipe Larraín tenga un buen final con la promulgación sin sobresaltos de la Ley de Presupuestos 2019.

Las esperanzas van más allá de este hecho en particular. La idea de La Moneda es aprovechar la relación franca que han forjado con estos parlamentarios para abrir puentes de comunicación hacia la oposición para lograr avanzar en la discusión de las reformas estructurales propuestas por el programa de Gobierno de Sebastián Piñera. En esta línea, la apertura demostrada por Giorgio Jackson al diálogo es muy bien evaluada. 

Si bien los parlamentarios coinciden en que no se debe cerrar la puerta al diálogo, advierten que serán negociaciones complicadas. “De lo vivido en los últimos meses podemos sacar algunas conclusiones y la más importante apunta a que es fundamental enfrentar los temas claves de manera conjunta como oposición. El Gobierno se dio cuenta de que en el Senado, al menos, no puede ir a pirquinear votos”, opina Pizarro. Ya habrá más de lo que tratar: añade que para los temas tributarios y de pensiones la oposición está trabajando mancomunadamente desde hace algunos meses.

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