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Peajes urbanos: una opción para descongestionar la ciudad

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GFDL / Creative Commons BY-SA 3.0
POR Periodista Practicante |

La idea de implementar tarifas viales en Santiago es una idea que el Ministerio de Transportes analiza desde hace una década.

Pagar por ingresar al centro de Santiago en auto. Ese podría ser el futuro escenario para los residentes de la Región Metropolitana tras la implementación de “peajes urbanos”, iniciativa planteada por la ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, para reducir la congestión vial. 

En conversación con Voces de la Gran Ciudad, de PAUTA100.5, la ministra propuso la tarificación vial y disminución de estacionamientos como medidas para incentivar el uso de transporte público. La idea no es nueva. En 2009, cuando Hutt era subsecretaria de Transportes y Telecomunicaciones (MTT), la misma cartera adjudicó un estudio llamado “Tarificación Vial por Congestión para la ciudad de Santiago” que evaluó, desde un punto de vista social, la factibilidad técnica y económica de esta iniciativa. 

El estudio concluyó que en primera instancia debía tarificarse la zona denominada como Triángulo Central, ya que es el sector que requiere de una menor inversión e impacto. La demarcación planteada estaba delimitada por los ejes de Manuel Rodríguez por el poniente, Santa María por el norte, Pío Nono-Vicuña Mackenna por el oriente y la Alameda por el sur para aplicar el sistema de cobro. Para esa zona el análisis proponía una inversión de UF 600 mil para 41 pórticos de cobro electrónico, tipo “Tag”. El mecanismo ya está implementado en Singapur, Londres (Reino Unido) y Estocolmo (Suecia) y ha reducido los niveles de tráfico entre 10% y 20%. 

Tras la publicación del estudio en 2009, la propia Hutt señaló a El Mercurio que “el Gobierno siguiente debiera dejar tomada la decisión de cuál es el momento más adecuado”. Aunque no se implementó nada parecido al respecto durante el periodo de Michelle Bachelet, sí hubo propuestas.

Andrés Gómez-Lobo, exministro de Transportes y Telecomunicaciones en la segunda administración de Bachelet, explica que en 2015 el Ejecutivo ingresó un proyecto de ley que “buscaba una suerte de tarificación vial con propiedades más amables”. El proyecto de ley se llama “Regular la circulación de vehículos motorizados por causa de congestión vehicular o contaminación atmosférica”, y está aún en su primer trámite constitucional en el Senado. “La idea es que hubiera una restricción de dos dígitos por día y los días que te toca restricción tienes la opción de comprar un pase diario”, comenta. 

Con respecto a la larga espera de la aplicación de la medida, Gómez-Lobo indica que “es muy difícil” implementar la tarificación: “Siempre hay una reacción en contra de cualquier cosa en que se cobra, no es fácil cobrar por algo a lo que la gente se opone. Lo que hay que entender es que esta es una forma de evitar el subsidio que actualmente están recibiendo los automovilistas por la congestión que ellos producen”.

En 2009, cuando Hutt reflexionó sobre estos temas en El Mercurio, casi hizo una predicción: “Mi impresión es que el gobierno subsiguiente probablemente tenga que enfrentar en forma mucho más directa la decisión de implementar o no”. Nueve años después, ella ocupa el máximo cargo en la cartera encargada de la implementación de la tarificación vial.

Una medida con consenso

La idea de la tarificación vial en zonas de la ciudad tiene el apoyo de varios especialistas. 

Alejandro Tirachini, coordinador académico del Magíster en Ingeniería de Transporte de la Universidad de Chile y miembro de la Red Ciudad Futura, indica que “es una muy buena medida, lo que hace es que el automovilista externalice el costo social de usar el auto en lugares congestionados. Es muy valioso que sea la ministra la que lo proponga. El principal obstáculo es netamente político: convencer a los tomadores de decisión de que es una buena medida. Hay bastantes teorías, desde hace ya 100 años que dicen que ayuda a reducir los tiempos de las personas”.  

Una de las críticas que ha surgido contra la propuesta es que es una medida regresiva, ya que se cree que solo la población más rica se beneficiaría con la reducción de la congestión, mientras que los pobres no podrían pagar los costos para usar las calles. “Ese argumento es incompleto”, retruca Tirachini, “porque ignora que la tarificación tiene recaudación pública que el Estado puede usar en programas sociales y al producirse la congestión se reducen los tiempos de viaje en el transporte público”. 

Además de los pórticos, existen otros métodos para realizar el cobro en la zonas tarificadas. Una de ellas es el uso de un pase diario y cámaras de fiscalización. 

Hugo Silva, académico de la Universidad Católica y miembro del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), señala que la tarificación vial “ataca directamente las externalidades como la congestión y la contaminación. Hay harto consenso en que es una buena idea. En lugares donde se ha implementado ha sido exitosa. De todas maneras, su efectividad será alta, disminuirá la congestión y beneficiará el transporte público; incluso podría generar ahorros de costos en los buses”. 

Silva agrega que la medida puede llevar a cambios más profundos. “Con el tiempo se puede extender el área y aumentar las tarifas”, plantea. “Por ejemplo, si se libera del cobro a los autos eléctricos, la medida también puede ayudar a introducir esas tecnologías sin emisiones”, complementa. 

La iniciativa, además de incentivar el uso de transporte público, aumentaría la cantidad de peatones en zonas congestionadas. De acuerdo con el estudio “Tarificación Vial por Congestión para la ciudad de Santiago”, ya examinado por el primer gobierno de Sebastián Piñera, las tarifas viales favorecerían la peatonalización en zonas céntricas, lo que estimularía la instalación de proyectos de remodelación. 

El arquitecto Gonzalo Mardones señaló, en una columna de El Mercurio, que es necesario “peatonalizar el centro de Santiago, salvo accesos de utilidad, arborizando las calles y veredas, permitiendo la recuperación de las zonas céntricas […]. En esa dirección está muy claro que hay que reforzar, y con mucha fuerza y urgencia, una movilidad pública de gran calidad y respetuosa de lo existente, reemplazando la simple y poco inteligente idea de que esto se resuelve sencillamente con sumar y sumar carreteras urbanas”.