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¿El último capítulo de La Ruta de la Seda?

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POR Administrador |

Héroe o narcotraficante. Ross Ulbricht, el creador del “Amazon de la Dark Web”, está condenado de por vida. Hablamos con su madre, líder de #FreeRoss, una campaña para obtener el indulto presidencial.

Pocas historias reúnen todos los elementos para ser un gran thriller hollywoodense. Luego de un largo periplo por la Dark Web, la cárcel y los tribunales, el futuro de Ross Ulbricht, el creador de la Ruta de la Seda, podría decidirse en el escritorio de Donald Trump.

Luego de que la Corte Suprema de Estados Unidos le negara a Ulbricht la posibilidad de apelar, su familia comenzó a recolectar firmas online para pedir el indulto presidencial e impedir que Ross pase el resto de su vida en la cárcel. El 2015 fue condenado por una jueza de Nueva York a dos cadenas perpetuas, más 40 años, sin posibilidad de apelación. ¿Demasiado castigo para alguien que nunca cometió un delito violento y que exhibe irreprochable conducta anterior? Al menos eso cree su madre, Lyn Ulbricht, quien además encabeza el movimiento #FreeRoss.

Ross Ulbricht.

Según ella, su hijo creó La Ruta de La Seda como un experimento económico, en el que el mercado sería regulado solo por los ciudadanos, sin la intervención de una autoridad central. Y si bien reconoce que sí se vendían drogas, este comercio no era responsabilidad de su hijo: “Pensemos en una botillería, si alguien compra alcohol allí, decide emborracharse, manejar y mata a alguien por conducir ebrio, ¿es culpa del dueño de la botillería?”, dice entrevistada por PAUTA.cl.

La ruta de la seda.

El argumento de Lyn Ulbricht es el centro de la polémica que envuelve la figura de Ross. Mientras algunos lo ven como un delincuente que solo pensó en el dinero, otros consideran que es un héroe: un avanzado del pensamiento libertario que llevó un paso más adelante la causa de demostrar que la lucha contra las drogas solo genera violencia. Miles de personas en todo el mundo han firmado la petición que busca lograr el indulto presidencial.

Según el dictamen de la justicia, Ross Ulbricht creó La Ruta de la Seda y la administró por tres años. Tiempo suficiente para cometer recurrentemente los delitos por los que fue condenado: lavado de dinero, delitos informáticos, conspiración por narcotráfico y contratar sicarios para cometer asesinatos. Este último cargo, sin embargo, fue retirado hace unos días -cinco años después-, ya que nunca se pudo probar.

Según la familia y los abogados defensores, esta no es la única prueba de que el proceso contra Ross Ulbricht estuvo lleno de irregularidades.

Ross Ulbricht construyó la Ruta de la Seda a los 27 años. Con el tiempo, mientras el sitio crecía y la cantidad de usuarios sobrepasaba el millón, decidió usar una identidad para enmascarar su labor de administrador de la plataforma. Se hizo llamar Dread Pirate Roberts, un personaje de la película The Princess Bride. El nombre no fue elegido en vano: en el filme, Dread Pirate Roberts (DPR) era un título que ostentaba quien llevara la máscara del pirata, sin importar quien fuera.

Durante el juicio la defensa argumentó que Ross Ulbricht no era el único DPR, sino que había otros y esa duda se profundizó seis semanas después de que Ross fue arrestado, cuando el enmascarado pirata volvió a iniciar su sesión en La Ruta de la Seda.

Ulbricht juzgado en Nueva York.

Otro de los aspectos que se han cuestionado del proceso es que mientras el FBI, la DEA y la autoridad tributaria (IRS) buscaban al hombre tras la máscara de Dread Pirate Roberts, dos agentes arrestaron a Curtis Green, alias Cronic Pain, uno de los administradores del sitio. 

Ross Ulbricht sabía que Green estaba en manos de la policía. Lo que no sabía es que uno de los oficiales que lo custodiaba se hacía pasar por NOB, un supuesto hacker miembro de la Ruta de la Seda y que había logrado chatear con Ross Ulbricht y ganarse su confianza. NOB en realidad se llamaba Carl Force y junto con su compañero Shawn Bridges habían torturado a Curtis Green para sacarle fotos y hacer creer a Ross Ulbricht que lo habían asesinado por contar secretos de La Ruta de la Seda.

Carl Force posando como NOB.

Pero eso no es todo: los dos policías se las arreglaron para robar decenas de miles de bitcoins desde la plataforma y lavar el dinero hacia sus cuentas personales. Hoy ambos están en la cárcel.

Curtis Green, Cronic Pain, anunció en Twitter que está escribiendo su autobiografía, la que se puede comprar por adelantado junto con su colección de poleras y tazones de La Ruta de la Seda. Ha dicho que no cree que Ross Ulbricht haya ordenado su asesinato.

Curtis Green.

El 29 de mayo de 2015 la jueza Katherine Forrest de Nueva York sentenció a Ross Ulbricht a pasar el resto de su vida en la cárcel. En su sentencia dijo: “Señor Ulbricht, sé que hay bien en usted, sin embargo lo que hizo atenta contra la fábrica de nuestra sociedad (…) decir que nunca dañó físicamente a nadie es el argumento de un privilegiado, de alguien que no comercia drogas en la calle, sino desde un computador, pero el daño es el mismo”.

Las palabras de la jueza fueron refrendadas años más tarde por el periodista Nick Bilton en el libro “American Kingpin: The Epic Hunt for the Criminal Mastermind Behind The Silk Road”. En su obra Bilton asegura que investigó exhaustivamente el caso y que no hay ninguna duda que Ross Ulbricht fue el único administrador de la plataforma y que es culpable de los delitos que se imputan.

Ross abrió una cuenta de Twitter por primera vez. Dicta por teléfono los mensajes a miembros de #FreeRoss, quienes los publican en la red social. Una herramienta para conectarse con el mundo, según su madre, y que lo ayuda a sobrellevar la rutina mientras pasa los días estudiando inteligencia artificial en la biblioteca de la prisión federal de Colorado y hace clases de Yoga y Física a otros presos.

Fuera de la prisión su familia recolecta firmas, esperando que el Presidente de Estados Unidos considere su causa.

¿Héroe o criminal? La justicia ya se inclinó por la última alternativa. Mientras, los mitos e historias en torno a este enigmático hombre siguen creciendo.

Ross Ulbricht junto a otros condenados a cadena perpetua por delitos no violentos en la cárcel federal de Colorado.