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Lo que una historia de desastres ha enseñado en Chile

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MARIO DAVILA/AGENCIAUNO
POR Barbara Campos |

Sismos, intensas lluvias e incendios que devoran miles de hectáreas son sólo algunas de las catástrofes que visitan al país cada cierto tiempo. ¿Estamos preparados?

Febrero 2010: terremoto 8,8° Richter.

Abril de 2014: incendio en cerros de Valparaíso.

Marzo 2015: erupción del volcán Villarrica.

Agosto 2015: aluvión en Tocopilla.

Septiembre 2015: terremoto 8,4° Richter.

Enero 2017: incendios forestales entre la Región de Coquimbo y Los Lagos.

En lo que va de 2019 los desastres con origen en amenazas naturales ya se han hecho presentes en el territorio nacional. Temblores en todo Chile, lluvias intensas en el norte e incendios en el sur.

No por nada en la última edición del Reporte Mundial de Riesgo por Desastres Naturales, Chile se encuentra ubicado en el puesto número 28, siendo catalogado como uno de los países más peligrosos del planeta.  Es más, dentro del continente sudamericano, solamente se ve superado en cuanto a riesgo por Guyana, que ocupa el quinto lugar a nivel mundial.

A 39 días de iniciar el año

El 19 de enero, La Serena y sus alrededores sufrieron un movimiento que marcó 6,7 grados en la escala Richter, pero que tuvo una dimensión mayor desde la medición Mercalli, que calcula el daño en las instalaciones. El movimiento dejó a su paso cortes en los caminos, daños en las fachadas de algunas edificaciones antiguas, interrupciones de servicios básicos e incluso dos personas fallecidas.

Más al norte, el 31 de enero a las 2:18 horas de la madrugada, la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (Onemi) decretó alerta amarilla por lluvias en Arica y Parinacota, sumándose así a la provincia de El Loa y la comuna de Antofagasta que ya contaban con el aviso.

La llegada del invierno altiplánico se hacía evidente.

Ocho días más tarde, y de acuerdo con un reporte entregado por el organismo de emergencia, las intensas lluvias han dejado un total de seis fallecidos. Además, en las regiones de Arica y Parinacota y Antofagasta, se registran 99 viviendas totalmente destruidas y 142 afectadas con daños mayores.

Aproximadamente 1.700 kilómetros al sur, el panorama es completamente diferente. El 5 de febrero se decretó estado de excepción constitucional por catástrofe en zonas de las regiones del Biobío, la Araucanía y Los Ríos. A la fecha van cinco detenidos, 12 mil hectáreas quemadas y 119 personas damnificadas. La mañana del 8 de febrero, desde la Onemi se informó que se han registrado 139 siniestros, de los cuales 43 se encuentran activos, 47 fueron controlados y 49 ya fueron extinguidos.

La región más afectada ha sido La Araucanía, donde se contabilizan dos personas fallecidas, 74 personas damnificadas, 44 albergadas, una lesionada y 14 viviendas destruidas.

¿Estamos preparados?

El 2 de enero, el Presidente Sebastián Piñera dio un aviso a través de su cuenta de Twitter. “Hemos trabajado muy duro para estar preparados”, señaló en aquella ocasión.


El lunes 11 de febrero, el Mandatario comentó que se han destinado $128 mil millones en la contención de las emergencias del norte, centro y sur del país. “El Gobierno ha sabido demostrar su capacidad de reaccionar con eficacia”, aseguró.

Luego del sismo en La Serena, Magdalena Vicuña, jefa del programa de planificación urbana de la Universidad Católica, explica en Un día Perfecto que en Chile “estamos avanzando en una mayor cultura de planificación. Tendemos a ser más cortoplacistas, a reaccionar a los desastres, pero en las últimas décadas hemos empezado a incorporar el concepto de riesgo urbano; es decir, poner foco en qué tan expuestos estamos”.

Magdalena Radrigán, periodista y experta en gestión internacional de desastres por la Universidad de Manchester, define desastre como la conjugación entre un evento geofísico o meteorológico con el grado de vulnerabilidad de la población que sufre el impacto. Es decir, ante una amenaza natural que ocurra en un territorio donde el nivel de vulnerabilidad sea bajo, el impacto que sufrirá la población también será menor. “Con esto me permito decir que, bajo esos conceptos, Chile no está preparado”, señala.

El motivo principal de esta falta de preparación viene de los cimientos. Muchas viviendas y poblaciones se encuentran asentadas en territorios que no son seguros: desde los puntos más altos de los cerros hasta el borde costero. “Hay una falta de regulación con respecto a dónde se construye, dónde instalamos la población y qué territorios haremos habitables”, comenta a PAUTA.

Vicuña describe que los planos reguladores son los instrumentos destinados a condicionar la edificación y delimitar las áreas de riesgo; es decir, aquellas zonas de un área urbana que están expuestas a un determinado tipo de amenaza. “Cuando se hace un plan regulador, dentro de los diversos ámbitos que se evalúan, uno de ellos es el riesgo”, señala.

De acuerdo con Vicuña, investigadora del Centro para la Gestión Integrada de Desastres, “el 30% de las comunas en Chile no cuenta con un plan regulador comunal. De las comunas con más de 50 mil habitantes, el 14% no cuenta con plan y, de ellas, el 71% tiene plan regulador con más de 10 años de antigüedad”.

Pero a veces la población toma sus propias decisiones sin ceñirse a ningún plan. Un ejemplo de esto son los asentamientos irregulares en la costa de Atacama, que en los últimos cuatro años se han triplicado y agrupan hoy en día más de 7.200 viviendas.

Según consignó El Mercurio, el pasado 22 de enero comenzó el desalojo. “No permitiremos nuevas tomas”, decretó el ministro de Bienes Nacionales, Felipe Ward. La medida forma parte del plan de regulación del borde costero en dicha región, con el cual se espera en una primera etapa desalojar unas 100 viviendas que se encuentran instaladas en zonas de riesgo o que se asentaron después del 25 de junio pasado (plazo límite para ingresar al plan de regularización).

Cuando se producen estos casos, según Radrigán la responsabilidad es compartida. Por un lado, está la autoridad que tarda en erradicar estas zonas, por la dificultad que conlleva mover a tal cantidad de gente y la falta soluciones habitacionales para todos. Pero por otro están las personas que, si bien pueden saber que están expuestas a amenazas, deciden quedarse a pesar del riesgo.

Olga Barbosa, presidenta de la Sociedad de Ecología de Chile, señala en Un día Perfecto que, a pesar de ciertas situaciones como algunos incendios se producen por causas antrópicas o humanas, también el cambio climático produce que los eventos extremos, como olas de calor o lluvias intensas, ocurran con más frecuencia.

La también doctora en ecología explica que una aproximación para estudiar el cambio climático en las ciudades es la “socio-ecológica-tecnológica”: “‘Socio’. porque somos personas; ‘ecológica’, porque vivimos en un entorno que es la naturaleza, y ‘tecnológica’, donde se incluye la infraestructura. Al integrar estos tres aspectos pensamos en cómo las personas perciben y viven este contexto ecológico y cómo la infraestructura expresa eso”, dice.

Una solución que proponen desde la Sociedad de Ecología de Chile es la construcción de infraestructura híbrida. “Por ejemplo, si tengo un río, le construyo una carretera encima, pero en el fondo vuelvo a entregarle el carácter de río, sin destruir la infraestructura. Los hacemos trabajar juntos”, explica Olga Barbosa.

El cuidado parte por casa

“Hay grandes esfuerzos, de entre esos yo destaco lo que es el Chile Preparado, Familia Preparada, que son ciertas recomendaciones a las personas para que puedan enfrentar de mejor modo las amenazas a las cuales están expuestas”, señala Radrigán. “Sin duda que la educación es clave con respecto a cómo nosotros debiéramos prepararnos como personas para enfrentar las amenazas y desde ahí tenemos que partir pensando en el autocuidado, es fundamental”, agrega.

Ambos planes que menciona la periodista son programas propuestos por la Onemi. Su objetivo es generar conciencia y crear instancias de educación con respecto a las emergencias que puedan ocurrir en los diversos territorios de Chile, dependiendo de sus condiciones geográficas y medioambientales.

Sistemas de información en emergencias

Como una idea disruptiva califica Barbarita Lara la creación del Sistema de información e Emergencia (SIE), ingeniera en ejecución informática chilena y destacada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Fue un proyecto que ella comenzó tras el terremoto de 2010, cuando sintió la impotencia de que Chile no tuviera un método seguro y eficiente para comunicar a la población en casos de emergencia o catástrofe y cuando los medios convencionales no funcionan.

“La idea es ocupar el mundo de internet de las cosas, de todo lo que está interconectado; ocuparlo como transmisor y retransmisor para poder enviar la señal lo más lejos posible, siempre con el foco de que la radio se use como lo que es, el método más seguro para comunicar a la población”, explica en La Invención del Futuro.

Su invento consiste en una aplicación que permite conectar teléfonos celulares, aunque no tengan señal. “Es altamente escalable, de muy bajo costo y fácilmente se puede aplicar en cualquier radio”, cuenta. Agrega que la aplicación podría mandar mensajes con información a una población local en específico o permitiría establecer un canal bidireccional para que la gente se comunique. Algo así como un WhatsApp de emergencia que funciona sin internet e incluso si el teléfono no tiene chip, por lo que les serviría también a los turistas.

El proyecto, que durante las próximas semanas será puesto a prueba en Florida, Estados Unidos, ya está validado por la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) y está a la espera de la respuesta del Ministerio del Interior y la Onemi para ponerlo a prueba en Chile. 

Revise la entrevista completa a Barbarita Lara:

Mire la presentación de este tema en Primera Pauta:

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