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Cuando la mente pesa más que el talento y el físico

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POR Periodista Practicante |

Alexis Sánchez y Nicolás Jarry viven momentos complejos, con baja producción e inseguridades propias de sus altas expectativas. ¿Qué tan decisivos son el cerebro y la confianza en el alto rendimiento?

El deporte más exitoso en la historia de Chile y el más popular. La figura en el proceso de clasificación al grupo de los 18 mejores equipos del mundo y un histórico que destronó a los jugadores de hace 20 y se convirtió en el máximo goleador de la selección. Uno juega con las manos y el otro con los pies. Ambos con una pegada dura, certera, difícil de interceptar. El tenis y el fútbol. Nicolás Jarry y Alexis Sánchez.

Íconos de un período en el que los cuestionamientos por falta de recambio van más allá de los procesos institucionales, la falta de personas para guiar a jugadores hacia la constancia y el ser integrales. Comparten características: entrenamiento duro, intolerancia al fracaso y mente fría para definir en momentos claves. Pero este último, entre temporada y temporada, se transformó en un arma de doble filo.

De ser vital para su equipo, a ser uno más. Alexis Sánchez pasó desde el Arsenal al Manchester United: uno de los clubes con más prestigio del fútbol inglés. Ya no era el centro de la estrategia, sus compañeros no armarían un partido para él. En el United, todos colaboran para crear un juego colectivo superior a las individualidades. Y eso pareciera que le pesa.

De la fortaleza y patrón goleador, que lo llevó a convertir 80 goles en 166 partidos y dar 46 asistencias con los Gunners, pasó a ser el jugador que más veces perdió el balón con los “Diablos Rojos” en 2018. Nunca superó el 40% de los duelos ganados y conoció algo que hasta un par de años le había sido ajeno: las lesiones.

Nicolás Jarry, un jugador de tradición deportista que en la cancha siempre demostró ser él y no el nieto o el hijo de. Comenzó con calma, pero nunca paró de caminar. En 2018 tuvo la explosión que lo lleva a estar entre los 40 mejores del circuito mundial y le ganó a algunos top ten del ATP. Pero algo cambió.

En cinco torneos quedó eliminado en primera ronda. El saque letal dejó de tener consistencia. Los primeros sets continuaron siendo dominados por su juego, pero la diferencia ya no era grande. Las segundas mangas se convirtieron en cuestas difíciles de escalar y para las terceras, simplemente ya no quedaba aliento.

Ya sea en el fútbol o el tenis, en el comienzo de la carrera o cuando ya existe la consolidación deportiva, cuando lo ganas todo o aún no ha levantado una copa, no existe deportista con carrera sin tropiezos. Le pasa a Alexis Sánchez, le pasa a Nicolás Jarry, les pasará a muchos más. ¿Tienen algo en común los presentes de dos de los mejores deportistas chilenos del último tiempo?

Exigencia como filosofía de vida

Contar las veces que los hinchas y la prensa británica señalaba haber visto al 7 de La Roja entrenando solo, de forma más intensa e incluso después del término del trabajo con su equipo, sería un ejercicio extenso.

Su objetivo siempre ha sido rendir al máximo en la cancha. Por muchos, considerado como la única vía para destacar entre miles que ven en el fútbol una carrera profesional. Por otros, entendido como un arma de doble filo que puede terminar exactamente en lo contrario: un colapso.

Tal es el caso del exseleccionado nacional, Fernando Atengo, quien afirma que la “obsesión” por el entrenamiento, sumado al nulo descanso del delantero del Manchester United explica la baja en su rendimiento. “Viene a Santiago y a Tocopilla, tiene actividades, una serie de espónsores que lo requiere. Tiene que estar haciendo constantemente actuaciones, ir de un lado para el otro (…) Sus espacios de descanso son siempre de descanso activo”.

Junto con eso, destaca que, durante su estadía en Europa, Alexis siempre ha rendido al máximo, y que la baja en el rendimiento se debe a una curva de descenso propia en la carrera de un deportista de elite. La excepción que justifica la regla, señala, solo encuentra lugar en los nombres de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

En el caso de Nicolás Jarry, la historia es similar. Entra la cancha, comienza a jugar y se queda con el primer set. Posterior a eso, le resulta complejo quedarse con la segunda manga, y en el parcial definitivo a no tiene la frialdad para definir y sellar el momento determinante.

Uno de los factores que explican esto es el reconocimiento que Jarry obtuvo durante 2018. Acostumbrando al aficionado a lograr victoria tras victoria, una caída parecía casi inconcebible. De la misma manera en que es complejo entender que no crean posible una derrota ante los mejores del ATP.

Para Horacio de la Peña, “a Nico le está costando mucho sociabilizar con el ránking que tenía, los jugadores que le tocaban y después manejar la presión (…) y la cosa más difícil de todo lo que paso es que de un momento a otro todos le conocen”.

Ambos bajo una esfera pública que los obliga a responder ante sus exigencias y las de millones de personas, la autodeterminación surge como un escudo de lucha tanto para Jarry como para Alexis. En el retorno a lo que los envolvió del deporte, según el psicólogo deportivo, Rodrigo Cahuás, está la clave para hacer frente (sin continuar cayendo), al mal presente de ambos.

“Disfrutan mucho, a pesar de que uno vea que a veces se frustran […] El entrenamiento de Alexis a veces supera al promedio del fútbol; Jarry, a pesar de tener una carrera bastante poco tradicional, porque se dedica a este deporte de manera tardía, comparte un alto grado de autodeterminación”, dice el especialista.

Si la mente no quiere, oblíguenla

La determinación al momento de definir un partido, ya sea en el fútbol o en el tenis, es una característica que siempre ha estado presente en los deportistas chilenos. Bien se recuerda el último penal de la Copa América 2015, cobrado por Alexis Sánchez: manos en la cintura, mirada al arco, mirada a la pelota, todo para poner nuevamente los ojos sobre el portero argentino y picarla. Chile era campeón de América por primera vez.

De la misma manera sucedió con Nicolás Jarry. La fecha fue el 27 de julio de 2018. El torneo, Hamburgo. El rival, un tal número 4 del mundo: Dominic Thiem. Con un doble 7-6, y una intensidad pocas veces mostrada, la entonces primera raqueta nacional logró la victoria más importante de su carrera.

En el camino cambiaron rivales y las lesiones se hicieron presentes. Ambos con renovaciones en sus equipos o de sus equipos. Técnicos, compañeros, todos elementos considerables para llegar a una sola conclusión: ninguno de ellos fue el responsable del descenso en el nivel que, día a día, mostraban en cacha.

De acuerdo a Cahuás, las variables psicológicas afectan de igual manera a los jugadores. Sin embargo, la diferencia radica en el tipo de trabajo que uno puede hacer. Es mucho más significativo en el tenis, porque la generación de confianza y su traspaso al juego, depende exclusivamente de él.

En esa misma línea, el extenista argentino cree que ese aspecto es lo más complejo del deporte, pues no existen la responsabilidad compartida. “Perdió el hilo conductor y ahora en los momentos críticos está muerto de susto y sin un patrón de juego claro. Eso es lo difícil que tiene el tenis, que no tienes a quién echarle la culpa porque estas tú solo dentro de la cancha”.

Fernando Astengo ve reflejada la situación de Sánchez en los comentarios que se generaron una vez que Ole Gunnar Solskjaer llegó a Manchester United. “Con Mourinho decíamos que el sistema no le ayudaba, pero después de él asumió otro entrenador y Alexis siguió con el mismo rendimiento físico descendiente. Por eso no es producto del equipo en que está, sino algo de él”.