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Ann Coulter y la presión a la derecha de Trump

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Flickr: fotografía de Gage Skidmore
POR Periodista Practicante |

La comentarista conservadora ha cuestionado al presidente de Estados Unidos por no cumplir su promesa de campaña sobre la construcción del muro en la frontera con México. Ella representa un movimiento sensible en el apoyo al mandatario.

“Buenas noticias para George Herbert Walker Bush: a partir de hoy, ya no es el pelele más grande en servir como presidente de los Estados Unidos”. Este tuit, dirigido contra Donald Trump, publicado el viernes 25 de enero ante el acuerdo que pone fin al cierre parcial de gobierno –el más largo en la historia de Estados Unidos–, podría ser un peñasco más en el mar de pedradas en que se ha convertido la plaza pública de las redes sociales y en las que el mismo Trump es asiduo y entusiasta participante.

Sin embargo, ese ataque a la falta de firmeza del presidente –comparada con la del fallecido exmandatario Bush padre– por su capitulación en la batalla por la construcción de su anhelado muro en la frontera sur rebotó en los principales medios de comunicación norteamericanos y golpeó directamente un soporte de Trump. La dueña de la mano que lanzó la piedra tuitera es la influyente columnista Ann Coulter.

“He oído que se ha vuelto muy hostil […] tal vez no devolví su llamada telefónica o algo así”, respondió Trump en una entrevista publicada el domingo por el medio The Wall Street Journal.

¿Qué representa Ann Coulter?

Autora de una decena de libros, algunos de ellos catalogados como best sellers, esta abogada de la Universidad de Cornell comenzó su carrera como ácida columnista y escritora a fines de la década de los noventa, luego de ejercer trabajos asociados a su profesión.

“Ann Coulter representa el ala más conservadora y nativista del Partido Republicano, una que ha asumido un papel más importante desde que Trump se convirtió en presidente. Ella ha sido una voz consistente, antiinmigrante por décadas”, dice a PAUTA Melissa Deckman, académica de ciencias políticas de Washington College y autora de Tea Party Women.

En cambio, Arlie Russell Hochschild, profesora emérita de sociología de la Universidad de California, Berkeley, y autora de Strangers in Their Own Land, opina que “Coulter es una versión menos común de esa ala”.

El primer libro de Coulter, High Crimes and Misdemeanors: The Case Against Bill Clinton, publicado en 1998, fue su golpe inaugural contra un presidente en ejercicio: su víctima fue el demócrata Bill Clinton (1993-2001), en medio del escándalo sexual con la empleada de la Casa Blanca, Monica Lewinsky.

De ahí en adelante, ha sido una carrera en ascenso como comentarista política conservadora. Su momento cúspide fue la publicación de ¡Adiós, América!, en 2015, un libro que critica la criminalidad de los migrantes latinos que llegan a Estados Unidos. ¿Suena familiar esa idea? Los postulados de Coulter habrían servido de inspiración en Donald Trump para su recordado discurso, ese mismo año, en que afirmó que muchos de los mexicanos que cruzaban la frontera sur rumbo a Estados Unidos eran “criminales” y “violadores”.

David Frum, comentarista político y exredactor de discursos de George W. Bush entre 2001 y 2002, escribió que la obra de Coulter podría haber cambiado la mentalidad de Donald Trump al punto de compararla con la famosa novela abolicionista La Cabaña del Tío Tom (1852), de Harriet Beecher Stowe. “En sus páginas, Trump encontró el mensaje que convulsionaría las primarias republicanas y anularía las esperanzas dinásticas del excandidato Jeb Bush. Quizás ningún escritor haya tenido un impacto tan inmediato en las elecciones presidenciales desde Harriet Beecher Stowe”, afirmó en 2015.

La obra más evidentemente pro-Trump de Coulter sería In Trump We Trust [En Trump confiamos] (2016), una suerte de apología a la figura del actual mandatario. Se convirtió así en una de sus principales defensoras. Sin embargo, ese apoyo extremo se ha ido transformando de a poco en decepción. Del amor al odio hay un solo paso, reza el cliché.

Del amor al odio…

Las dificultades que ha tenido Donald Trump de plasmar en acciones su rupturista discurso de campaña ha generado en Ann Coulter una metamorfosis. De halagos a críticas, de un libro cargado de admiración a tuits, columnas y declaraciones cargadas de insultos y burlas.

La abogada cuenta con más de dos millones de seguidores en Twitter y su propia página web donde publica todo aquello que no cabe en 280 caracteres. Además, es frecuentemente requerida por distintos medios de comunicación norteamericanos, e incluso del extranjero.

“Sabía que él era un ignorante superficial y perezoso, y no me importaba”, confesó Coulter en una conferencia en la Universidad de Columbia en marzo de 2018, según reprodujo Mediaite. “Me rompe el corazón […]. No nos está dando lo que prometió en cada acto de campaña”, añadió. Su cuestionamiento más severo vendría el 19 de diciembre, cuando publicó una columna titulada “Un presidente sin agallas en un país sin muro”.

De acuerdo con Jonathan Weisman, editor en The New York Times, fue la crítica de Coulter a que Trump duraría un solo mandato si no financiaba el muro lo que hizo al presidente cambiar de rumbo justo cuando estuvo a punto de evitar el cierre parcial del gobierno pocos días antes de Navidad de 2018. “Ella [Coulter] dijo: ‘No, no. Queremos US$ 5 mil millones, no menos, y un muro’. Y una vez que él [Trump] los vio hacer estas demandas, se puso resbaladizo y no le gustaron las soluciones presentadas por los congresistas”, comentó Weisman en The Daily el 21 de diciembre: “Ann Coulter está hablando a nombre de las personas que votaron por él por temas de inmigración más que cualquier otra cosa. Y cuando lo llama un presidente sin agallas, que dirige un país sin un muro, ¡ay!, eso debió doler”.

Y sí dolió. De la exclusiva lista de 46 cuentas que Trump (@realDonaldTrump) seguía en Twitter, el mismo 19 de diciembre el número bajó a 45: había dejado de seguir @AnnCoulter.

Ella no se amilanó. Muy por el contrario, persistió. El 23 de enero, unos días antes de la noticia de la reapertura de gobierno sin muro, Coulter publicó otra columna en su página web en que emplazó a Trump a defender la frontera sur: “Señor presidente, usted tiene autoridad constitucional para defender las fronteras de la nación, como ha señalado repetidamente. Pero se ha acobardado. El único edificio que ha construido está compuesto de tuits, conferencias de prensa y discursos”.

El golpe en las expectativas de Coulter llegó con profundidad el 25 de enero. Tuiteos y comentarios despotricando contra Trump y todo aquel que buscara proteger sus espaldas de las pedradas incesantes de la columnista.

El alboroto la hizo aparecer en el show de Bill Maher, una figura televisiva de HBO que trata a Trump de “loco” y “mentiroso” en forma habitual. En el programa, Coulter insistió en que la base del presidente tiene todo el derecho a exigirle que cumpla su promesa del muro dado que él lo estuvo sosteniendo “cada día durante 18 meses en su campaña”.

Newt Gringrich, connotado republicano y exlíder de la Cámara de Representantes, comentó en la cadena Fox que Donald Trump no debiera prestar atención a las críticas de Coulter. “Ella está aquí en un país de fantasía donde puede ser ruidosa, lo que la ayuda a vender libros”, disparó.

La respuesta tuitera de Coulter fue rápida como otro disparo: atacó a Gringrich y dejó entrever una posible división dentro del Partido Republicano: “Los votantes de Trump se han dividido en dos facciones: la facción que dice la verdad y el ala que besa el trasero del emperador. Newt y yo hemos elegido diferentes alas”.

Para Francis Buckley, académico de la George Mason University y reconocido partidario de Trump, todo lo de Coulter “es sobre Coulter”. Y aunque es cierto que la “cúpula del Partido Republicano está muy dividida, las bases no lo están”, dice a PAUTA.

¿Le importarán realmente a Donald Trump las críticas de Coulter? Para Hochschild, una académica liberal que ha sido premiada por sus investigaciones sobre los electores republicanos del Tea Party, la respuesta es indudable: “Oh, sí. Le importa lo que piensa. Ann Coulter habla de la misma manera dura que el decepcionado Fred Trump habló con un hijo con una discapacidad de aprendizaje”, dice con sarcasmo.

Otras figuras del establishment conservador

Por cierto, Coulter es una de las figuras prominentes del electorado duro de Trump, pero la ecuación no empieza ni termina con ella.

Una de las figuras clave en este ecosistema es el legendario presentador radial Rush Limbaugh. No solo conservador, sino el más popular entre ellos en el mundo radial norteamericano por dos décadas, tocó la misma tecla que Coulter en diciembre cuando cuestionó que los “escasos” fondos que la Casa Blanca estaba consiguiendo del Congreso no permitirían levantar el muro prometido. Otras estrellas conservadoras de la radio, como Michael Savage, Glenn Beck y Mark Levin, transmiten un solo mensaje al presidente: “Construya el muro“.

Medios conservadores como The Daily Caller (fundado por Tucker Carlson) y Breitbart (construido por el estrecho exasesor de Trump Steve Bannon) interpretaron la capitulación temporal del presidente precisamente como eso: que había cedido ante los demócratas y que, a pesar de todas las bravatas, Estados Unidos seguía sin muro. Fue la jefa de prensa de Trump, Sarah Sanders, quien intentó despejar el humo con un soplido: “Diría que los conservadores que de hecho sí tienen influencia han apoyado al presidente a lo largo de todo este proceso”.

Los esfuerzos de Sanders se sumaron al propio Trump, quien “lamentó” decir que ni siquiera los presentadores de Fox News, su canal predilecto, parecían haber entendido sus negociaciones por el muro.

El presidente, en todo caso, tiene aliados aún. Varios. Aparte del apoyo constante de las bases republicanas, que según distintas encuestas supera el 80%, presentadores como Sean Hannity (figura de Fox que además le está disputando a Limbaugh el liderazgo radial del sector) y Laura Ingraham, entre otros, han sostenido su entusiasmo. Por lo menos siguen firmes en la exclusiva lista de 45 cuentas que Trump sigue en Twitter.