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Al pie de mi bandera

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Agencia Uno / PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

El acto del Apruebo donde se ha denostado la enseña nacional es el último desprecio de un borrador constitucional escrito de espaldas a nuestro símbolos.

Un país, una nación, no sólo es la marca que llevamos en un pasaporte o en un carnet de identidad. También somos responsables de un legado, bueno, malo o mediocre, pero es lo que la historia nos ha prodigado. Gabriel Boric Font, el día que fue elegido Presidente de la República, lo asumió así: “Sé que la historia no parte con nosotros. Me siento heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones, han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la democracia, la defensa de los derechos humanos, la protección de las libertades”. 

Víctor Domingo Silva Endeiza nació en Tongoy en 1882. Hijo de un comerciante y de su esposa de orígenes vascos, creció junto a sus 15 hermanos en un hogar cuya biblioteca albergó más de dos mil volúmenes. Entonces se la consideraba la más completa de toda la zona. Víctor Domingo fue escritor, dramaturgo, poeta, periodista y diputado. En su juventud, vivió en Playa Ancha (Valparaíso), donde fundó el Ateneo de la ciudad. Fue elegido diputado en 1906 por las provincias de Copiapó, Chañaral, Vallenar y Freirina. Fue llamado el «poeta nacional» debido a que dedicó buena parte de su poesía a temas patrióticos. Ingresó a la diplomacia en 1928, fue destinado a la Patagonia argentina y se convirtió en un impulsor del establecimiento de la provincia de Aysén. En 1928 viajó destinado como cónsul general de Chile en Madrid y regresó al país en 1948.

La obra más famosa de Silva fue ‘Al pie de la bandera’, poema que tuve que aprender de memoria a los diez años para recitarlo en un acto de mi colegio, la Escuela Nº 1 de Osorno. Pese a que la memoria es frágil, recuerdo que sus últimas estrofas decían así:

toda el alma en un sollozo has arrancado,

cual se arranca el duro hierro de una herida,

cuando, errante o exiliado por naciones extranjeras,

con su fardo de dolor,

ha observado que entre un bosque de banderas

sólo falta la que amó toda su vida,

¡la bandera tricolor!”

(…)

“¡Ciudadanos!

Que no sea la bandera en nuestras manos

ni un ridículo juguete, ni una estúpida amenaza,

ni un hipócrita fetiche ni una insignia baladí.

Veneremos la bandera

como un símbolo divino de la raza:

adorémosla con ansia, con pasión, con frenesí,

y no ataje nuestro paso, mina, foso ni trinchera

cuando oigamos que nos grita la bandera:

‘¡Hijos míos, defendedme! ¡Estoy aquí!'”

John Müller está en Radio PAUTA en dos programas: Primera Pauta, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas, y Marcando Pauta, de lunes a viernes a partir de las 08:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl