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Crónicas de la literatura marciana

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NASA/Paul DiMare
POR jorge Román |

La fascinación por Marte ha inspirado a numerosos autores de ciencia ficción. Aquí presentamos algunas de las narraciones imperdibles sobre el tema.

Todo empezó con un error de traducción.

En 1877, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli trazó un mapa de Marte donde señaló diversos “canali”, palabra que fue traducida como “canals” en inglés. El problema es que la palabra en italiano se refiere a accidentes geográficos naturales, mientras que la inglesa se usa para designar estructuras artificiales.

De aquí nace la confusión del astrónomo francés y divulgador científico Camille Flammarion, quien pensó que las líneas que veía con su telescopio en la superficie marciana eran obras de ingeniería extraterrestre. Pero fue Percival Lowell -matemático de la universidad de Harvard- quien se obsesionó con la historia de una decadente civilización marciana que transportaba agua desde los polos, al punto que publicó tres libros sobre el tema entre 1895 y 1908. Y fue esta idea la que inspiró a H. G. Wells a escribir La guerra de los mundos, considerada la primera historia de invasión alienígena (y, al mismo tiempo, una crítica al colonialismo europeo de la época). El 30 de octubre de 1938, Orson Welles hizo una adaptación de la historia de la invasión a través de un radioteatro emitido por la CBS, pero como si se tratara de un noticiero real. La emisión fue oída por 12 millones de personas y causó pánico generalizado entre los estadounidenses. Aunque existen varios textos (de ficción o especulación) anteriores a la novela de H. G. Wells que hablan de Marte, fue La guerra de los mundos la que popularizó el tema.

Ilustración de Alvim Corréa para la edición francesa de 1906 de La guerra de los mundos.

En 1917, Edgar Rice Burroughs publicó la novela Una princesa de Marte (presentada unos años antes en una revista pulp), donde introdujo a su personaje John Carter, que vivía aventuras y batallas con espada, salvando doncellas mientras descubría extrañas criaturas y civilizaciones. El personaje se hizo tan popular que Rice Burroughs publicó una saga de libros que fueron su segundo éxito de ventas después de Tarzán.

Una mención especial merece el cómic chileno Viaje de la Tierra a Marte de Andrés Magré, que data de 1924 y fue recientemente reeditado por Moisés Hasson y NautaColecciones. El cómic -publicado originalmente en la revista Don Fausto– narra las aventuras del profesor Plúm y el capitán Flán, que viajan al planeta vecino en un cohete y se encuentran con varios extraterrestres.

Una de las páginas de la reedición del cómic chileno Viaje de la Tierra a Marte.

Un tono mucho más crítico y pesimista tendrían las Crónicas marcianas (1950) de Ray Bradbury. Los relatos que integran el libro no destacan por su credibilidad científica (ese nunca fue el objetivo del autor), sino por sus metáforas, su poesía, sus reflexiones sobre la naturaleza humana, sobre todo la tendencia de nuestra especie a destruir y autodestruirse.

Arthur C. Clarke, en cambio, siempre fue muy riguroso en el ámbito científico. Cuando publicó Las arenas de Marte (1951), su primera novela, ni siquiera se había lanzado el Sputnik, pero aun así supo imaginar una colonia científica que buscaba terraformar Marte (es decir, hacerlo habitable para la humanidad), enfrentando numerosas dificultades, intrigas e incluso la presencia de formas de vida nativas.

Las crónicas marcianas han sido tan influyentes que el sitio de aterrizaje del rover marciano Curiosity en el cráter Gale fue bautizado “Bradbury Landing“.

Las historias sobre Marte cambiaron radicalmente después de que las primeras sondas fotografiaran la superficie del planeta, en la década de 1960, y sobre todo cuando las sondas Viking revelaron lo yermo e inhóspito de su superficie. Las doncellas marcianas, los seres monstruosos y civilizaciones en decadencia prácticamente desaparecieron de la ficción. Entonces se entró a una era más “realista”, cuando los autores se preguntaron cómo colonizar el planeta o hacerlo habitable. A dicha era pertenece la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson (Marte rojo, Marte verde y Marte azul). En ellas se narra la historia de los colonos que terraforman el planeta y los conflictos a los que se enfrentan: aislamiento, una facción “conservacionista” que se opone a la terraformación, luchas sobre el tipo de gobierno que desean implementar…

Una de las novelas más recientes y exitosas sobre el tema es El marciano, de Andy Weir (que fue llevada al cine). Narra las desventuras del astronauta Mark Watney, quien queda solo en el planeta luego de que sus compañeros de viaje lo creyeran muerto. Cual Robinson Crusoe, el astronauta debe utilizar los pocos recursos que tiene a mano (y sobre todo su ingenio) para comunicarse con la Tierra y sobrevivir hasta que se pueda organizar una expedición de rescate.

Concepción artística de una posible misión de exploración marciana. Créditos: NASA.

La gran mayoría de los autores de ciencia ficción ha escrito sobre Marte -aunque sea tangencialmente- en algún momento (incluyendo a Robert Heinlein, Isaac Asimov y Philip K. Dick, entre muchos otros). La cantidad de obras que tocan este tema son tantas que hasta existe una entrada en Wikipedia exclusivamente dedicada a ello. Aunque no está traducida al castellano, resulta interesante de consultar porque da cuenta de cómo va cambiando la percepción de Marte en la ciencia ficción (y no solo en literatura, sino también en cómics, novelas gráficas, cine, videojuegos…) a medida que la ciencia va desvelando nuevos misterios de su presente y su pasado. Y menciona también a los autores que, ya iniciada la época de la exploración espacial, hicieron un homenaje nostálgico a las primeras historias marcianas con sus princesas, luchas de capa y espada, civilizaciones decadentes e invasores asesinos.

Y seguramente estas historias seguirán alimentando nuestra imaginación hasta que nuestra especie consiga colonizar el planeta.