Actualidad

Educación desde la docencia: la filosofía en la vida diaria

Imagen principal
Ilustración: Felipe Rojas
POR Fernanda Valiente |

El profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso Abel González, analizó cómo este campo se ha desplazado a lo cotidiano.

No hay pensamiento sin demora, pero vivimos en tiempos de aceleración. “Hoy la filosofía me gusta mucho más que cuando tenía 20 años”, expresó el profesor Abel González. “La filosofía tiene el juego verbal, el cambio de opinión y el fair play“, añadió. Entre sus referentes estuvieron Elvio Gandolfo, José Eduardo Rivera y Jorge Millas. 

Desde que conoció a Millas, le pareció un sujeto extraordinario. “Tenía una cosa severa y una precisión conceptual. Era tremendo por el uso del lenguaje impecable y tenía coraje para pensar. Él decía que la filosofía tenía que ‘transformar la existencia sonambúlica de la gente en luces de vigilia'”, contó en Desde El Jardín.

“Está la idea en Millas de que el ejercicio de pensar significa para el hombre como un hacerse presente a sí mismo en el acto de estar viviendo su vida”, señaló Cristián Warnken.

“Me resuena una figura socrática de la autorreflexión. Una vida que no es reflexionada no merece la pena de ser vivida. Eso, en su caso, le daba un carácter ético muy potente. Por eso, cuando uno estaba frente a alguien como Jorge Millas sentía esa complexión. Lo hacía sin la menor pretensión, le salía de una manera natural. Era un maestro porque no pretendía serlo”, postuló González.

Los problemas de la filosofía

Una autocrítica a la labor de los filósofos, pero también una fuerte campaña antirreflexiva es lo que percibió el profesor en el contexto actual. “Hay un precio que pagaron los filósofos por no hacer la práctica suficientemente vital y, por otro lado, existe un aire de época demasiado pragmático. Además, está lleno de sabios completos, instalados en la verdad, en el Olimpo, cuando debe existir la posibilidad de cambiar de opinión”, explicó. Porque finalmente su tarea es iluminar lo cotidiano. La gente quiere metas, pero la filosofía es una interpretación infinita. 

Revise la conversación de Abel González con Cristián Warnken