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De los ‘tontos’ de Osorno a la renuncia masiva de obispos

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POR Melissa Morales |

Todo lo que hay que saber sobre cómo cambió la postura del Papa frente a los casos de encubrimiento de abusos sexuales en la iglesia.

Mientras miles alzaban banderas amarillas alrededor de la Alameda, una treintena de personas molestas se reunían y gritaban con pancartas, con ánimo muy distinto al de los fieles que esperaban ver al Papa Francisco en su paso por Santiago de Chile. “Ni zurdos ni tontos. Osorno sufre. Obispo Barros encubridor”, rezaban sus escritos, buscando llamar la atención de los asistentes y de la prensa, el pasado 16 de enero de este año.

Los laicos de Osorno viajaron hasta Santiago. Aprovecharon la visita del Pontífice a Chile para protestar contra la designación de Juan Barros como el obispo de la zona. Para entender la molestia de los osorninos contra el Pontífice, debemos volver al 2015, año en que Francisco dio declaraciones defendiendo Barros, incluso señalando de tontos y zurdos a los habitantes de Osorno que acusaban al obispo “sin ninguna prueba”.

“Es una iglesia que perdió la libertad dejando llenar la cabeza por políticos, juzgando a un obispo sin ninguna prueba, despues de 20 años de ser obispo. Así que piensen con la cabeza, no se dejen llevar por las narices de todos los zurdos, que son los que armaron la cosa. Además la única acusación que hubo contra ese obispo fue des-a-cre-di-ta-da por la corte judicial. Así que, por favor, no pierdan la serenidad. Osorno sufre, sí: por tonta.”
Papa Francisco, 6 de mayo de 2015.

En enero este año The Associated Press obtuvo una carta confidencial del Papa Francisco a la Conferencia Episcopal de Chile, con fecha 31 de enero de 2015, donde el Pontífice señala su intención de dar un año sabático a tres obispos acusados de encubrir los crímenes de Fernando Karadima: Juan Barros, Tomislav Koljatic y Horacio Valenzuela.

El nuncio Ivo Scapolo, representante de El Vaticano en Chile, había planteado pedir la renuncia de Barros el año anterior de su nombramiento, en 2014, en momentos en que ejercía como obispo castrense.

La idea era que se tomara un año sabático antes de llegar a la Diócesis de Osorno, al igual que los otros dos obispos relacionados el caso Karadima. En Osorno, la ciudadanía estaba dividida, ya que muchos no querían estar bajo la guía espiritual del encubridor.

Durante su visita a Chile, la actitud de Francisco no cambió. En medio de la polémica, a pesar de que la opinión pública esperaba que no se presentara, Juan Barros acompañó al Papa en la misa ofrecida en el Parque O’Higgins, junto a todos los obispos. A su llegada a la región de Tarapacá, le preguntaron por la preocupación de los osorninos frente a Barros y mantuvo tu apoyo hacia el religioso.

“El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia. ¿Está claro?”
Papa Francisco, 18 de enero de 2018.

¿Qué hizo cambiar la actitud de Francisco frente a Barros?

Esa misma semana, el presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores del Vaticano, el cardenal Sean Patrick O’Malley, publicó una carta criticando los comentarios del Pontífice, señalando que las palabras del Papa sobre el obispo Barros fueron “fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual”.

Las palabras que expresan el mensaje ‘si tú no puedes probar tus alegaciones, entonces no serás creído‘ abandonan a quien han sufrido reprobables violaciones criminales de su dignidad humana y relegan a los supervivientes al exilio desacreditado
Sean Patrick O’Malley, 21 de enero de 2018.

Estas habrían sido las palabras que generaron un punto de inflexión y llevaron al Papa Francisco a que, en el avión de vuelta hacia el Vaticano, tras terminar su gira en Lima, pidiera perdón por sus dichos.

El caso del obispo Barros es un caso que lo hice estudiar, lo hice investigar, lo hice trabajar mucho y realmente no hay evidencia. No hay evidencia de culpabilidad. (…) Aplico el principio jurídico básico en todo tribunal: ninguno es malo a no ser que se pruebe. Y ahí está la palabra prueba, que creo que es la que me jugó a mi la mala pasada. (…) Y debo pedir disculpas, porque la palabra prueba ha herido a muchos abusados. Pido disculpas a ellos si es una herida que provoqué sin quererlo.”
Papa Francisco, 22 de enero de 2018.

La falta de evidencia de culpablidad que había en ese entonces, pareció permear la preocupación del Papa, cuya siguiente acción fue designar un enviado especial, Charles Scicluna, quien vino a Chile a investigar personalmente las acusaciones contra Juan Barros, y se encontró con mucho más.

El enviado especial

Tras llevar a cabo su agenda oficial de entrevistas, y al saltar repetidamente los nombres de Francisco Javier Errázuriz, Ricardo Ezzati y Cristián Contreras, Scicluna se dio cuenta de que los abusos vinculados con la iglesia tenían que ver con un fuerte secretismo. Así fue como más personas se atrevieron a denunciar los abusos que habían sufrido. Al volver a Roma, el enviado especial generó un informe cuestionando toda la jerarquía eclesiástica chilena, y recomendando aceptar la tercera renuncia presentada por el obispo Barros.

La investigación comenzó a avanzar cada vez más rápido y el Papa Francisco invitó al Vaticano a víctimas de Karadima para poder conversar en persona con ellos, para luego citar a reunión a toda la planta superior eclesiástica chilena.

No había evidencia de culpabilidad, porque había sido destruida. Tras reunirse esta semana en el Vaticano con todos los obispos chilenos, les entregó un duro documento de 10 páginas, donde apunta a que la jerarquía eclesiástica chilena es colectivamente responsable de los “graves defectos” en el manejo de los casos de abusos y la pérdida de la credibilidad de la iglesia católica. En el documento reservado, obtenido por T13, incluso los acusa de la “destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos, evidenciando así una absoluta falta de respeto por el procedimiento canónico y, más aún, unas prácticas reprobables que deberán ser evitadas en el futuro”.

Ayer jueves 17 de mayo, en un hecho inédito e histórico, todos los obispos chilenos presentaron su renuncia y pusieron su cargo a disposición del Papa, quien ahora deberá decidir el futuro de la jerarquía eclesiástica en Chile.