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El impacto que desató la carta de Francisco

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Agencia Uno
POR Eduardo Olivares |

En la conferencia episcopal chilena y en el mundo el mensaje del papa se analiza con cuidado. Vienen cambios profundos.

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Como cada jornada, la del miércoles 11 de abril también comenzó a las 7:45 de la mañana con una misa. Luego del servicio, oficiado según lo establecía el programa por el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, los 30 prelados que han participado de la 115º asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Chilena se dirigieron a una sesión privada. Eran cerca de las 9:30 de la mañana. Momentos antes, monseñor Santiago Silva, presidente de la conferencia, había recibido una carta con sello papal y fechada el 8 de abril. La firmaba Francisco. Debía leerla ya a los presentes, pues estaba dirigida a todos ellos. La misiva relataba las conclusiones del pontífice tras conocer el informe de monseñor Charles Scicluna, quien durante febrero pasado indagó las acusaciones de encubrimiento de casos de abuso sexual en contra del obispo de Osorno, Juan Barros.

Si bien la carta no hace referencia directa al obispo Barros, en ella el sumo pontífice reconoce el dolor y vergüenza que sintió al leer los 64 testimonios del informe. Expresa que incurrió en “graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”. Asimismo, pide perdón a todos aquellos a quienes ofendió, disculpas que espera poder ofrecer personalmente cuando se concreten, en las próximas semanas, las reuniones que tendrá con representantes de las personas consultadas. Finalmente, el papa convoca a los obispos chilenos al Vaticano para “dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones”.

El mensaje, redactado en seis páginas, dejó a los prelados congregados en la casa de ejercicios de Punta de Tralca enmudecidos e impactados por varios minutos. Según relata uno de los asistentes, se esperaba que el papa tomara decisiones en relación con el informe de monseñor Scicluna por estos días. Sin embargo, el tenor de la carta y la forma de comunicar sus impresiones, donde reconoce haberse equivocado y pide perdón, no era de ninguna manera el esperado.

Del mismo modo, y como se comenta por estos días en la asamblea plenaria, el hecho de que hayan sido citados todos al Vaticano supone una “cirugía mayor” a la Iglesia chilena, donde probablemente se pidan renuncias y se nombre a nuevos obispos. “Intuía que esto era lo que iba a pasar, en el sentido de que el Papa va a hacer una intervención fuerte. Creo que a todos nosotros nos va a hacer muy bien”, dijo al respecto monseñor Juan Ignacio González a PAUTA100.5, y agregó: “Pienso que el Papa debe tener ya tomadas sus resoluciones, las que quiere comunicar personalmente como se hace cuando se trata de cosas tan graves”.

Tampoco descartan dentro de la Conferencia Episcopal que, luego de la reunión en Roma, el papa envíe un visitador apostólico al país. Los problemas enunciados en el informe de Scicluna, agregan, no solo se restringen a algunas diócesis en particular, además hay varias congregaciones locales que por estos días enfrentan graves denuncias de abusos sexuales.

El monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta, fue el enviado especial del Papa Francisco para averiguar sobre las denuncias en contra del obispo de Osorno, Juan Barros, relacionadas con encubrimientos de los abusos de Fernando Karadima.

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Como primera medida, en todo caso, se debe establecer la fecha para el viaje de los obispos al Vaticano. La labor fue encomendada al secretario de la Conferencia Episcopal, el obispo Fernando Ramos, quien además se desempeñó como coordinador de la visita papal en enero pasado. Si bien aún no se confirman los días, todo indica que el periplo sería desde 14 al 17 de mayo.

Asamblea en pausa

La fecha escogida por el Papa Francisco para enviar la carta fue definida con especial cuidado, ya que aprovecha la circunstancia de que están los obispos reunidos en la 115 asamblea plenaria hasta este viernes. De este modo, les informaba a todos sus conclusiones sobre el informe y aprovechaba de convocarlos a Roma en conjunto. Asimismo, se evitaban las filtraciones. De hecho, en el último párrafo del texto le pedía a monseñor Santiago Silva que publicara el mensaje con la mayor celeridad posible. El miércoles 11 de abril, a las 11:16 AM, Jaime Coiro, jefe de Prensa de la Conferencia Episcopal tuiteó: “Hoy a las 15:00 hrs. en Punta de Tralca se dará a conocer carta del papa Francisco @Pontifex_es dirigida a los obispos chilenos tras recibir el informe de Mons. Charles Scicluna @BishopScicluna”. Puntualmente, a esa hora, se dio a conocer el contenido de la misiva de forma simultánea en Chile y el Vaticano.

Conferencia de prensa del miércoles para leer la carta del Papa Francisco. A la izquierda, monseñor Fernando Ramos; al centro, monseñor Santiago Silva, y a la derecha, el jefe de Prensa de la Conferencia Episcopal, Jaime Coiro.

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La recepción y publicación de la carta de Francisco cambió por completo la dinámica en Punta de Tralca. Hasta el martes en la noche, la instancia había estado marcada por la reflexión sobre los ecos de la visita del papa a Chile y una mirada autocrítica en torno a la crisis que vive el catolicismo en la actualidad. El lunes, el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, inauguró la asamblea con una misa al mediodía. Y el martes fue la oportunidad de una serie de invitados, representando a diversas disciplinas y ámbitos de servicio, de entregar su visión sobre la desconfianza que se ha apoderado de la Iglesia en el país.

Pero el miércoles todo cambió y desde entonces el dialogo episcopal se ha centrado casi absolutamente en el mensaje enviado desde Roma. Las reflexiones sobre este tema solo se interrumpieron la mañana del jueves: a las 9.30 hrs., y luego de que monseñor Alejandro Goic oficiara la misa diaria, los obispos recibieron al ministro Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Blumel, quien como es costumbre cada vez que asume un nuevo gobierno fue a conversar con la jerarquía eclesiástica en pleno.

En las diversas instancias, uno de los temas que más se repiten es en qué dirección irán los cambios que Francisco tiene pensado introducir en la Iglesia de Chile. En ese sentido, todo apunta, dice una fuente cuyo nombre este medio no puede revelar, a que monseñor Scicula habría sugerido pedir la renuncia a los tres obispos del círculo de Fernando Karadima hoy activos: Juan Barros (Osorno), Horacio Valenzuela (Talca) y Tomislav Koljatic (Linares).

El obispo Juan Barros ha sido cuestionado como supuesto encubridor de los abusos cometidos por Fernando Karadima.

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Asimismo, en el clero chileno dan casi por descontado que saldrá del Arzobispado de Santiago monseñor Ricardo Ezzati, quien, se cree, podría ser reemplazado por Santiago Silva, actual presidente de la Conferencia Episcopal. En cualquier caso, que algo o todo de esto ocurra depende finalmente de la decisión que tome el propio Papa Francisco.

El mundo mira alerta

No solo en Chile están alertas de las posibles consecuencias que traigan las conclusiones del Papa Francisco sobre el informe redactado por Scicula. El jueves todos los diarios importantes del mundo consignaron la noticia en sus páginas. Es más, algunos analistas aseguran que este será el primer gran golpe de timón del pontífice argentino en temas de abusos sexuales.

Hace un tiempo, de hecho, un consejero civil del Vaticano habló con el columnista de PAUTA100.5 John Müller y le confidenció que Francisco se ha centrado sobre todo en sanear los problemas de corrupción financiera que enfrentaba Roma, originados en el Instituto de Obras de la Religión (IOR), conocido popularmente como Banco Vaticano. A esta institución se le apuntó de colaborar (con o sin quererlo) con operaciones de blanqueo de dinero, escándalo que fue conocido públicamente en el papado de Benedicto XVI, poco antes de que se retirara. El mismo consejero asegura que Francisco, al ser elegido papa, llegó rompiendo moldes y logró aprobar una serie de cambios para mitigar el escándalo del IOR.

El problema, agregó el asesor del Vaticano a Müller, sería que mientras el pontífice aparentemente arregló lo del Banco Vaticano, dejó de “apretar” el tema de la pederastia y los abusos sexuales dentro de la Iglesia que tanto había combatido su antecesor, Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI). Peor aún, se habría dejado influir por cardenales que defienden a algunos de los curas acusados de prácticas deshonestas. Esa actitud que se habría hecho evidente, por ejemplo, cuando defendió a Barros en su visita a Chile y cuando en diciembre de 2017 recordó la muerte del cardenal Bernard Law, involucrado en los escándalos sexuales de la Iglesia Católica en Boston.

La jugada protagonizada esta semana por Francisco y que tendrá una segunda etapa en mayo, cuando se reúna con los obispos chilenos en Roma, puede marcar una nueva fase en el papado de Jorge Bergoglio. Una etapa que ponga freno real y explícito a los abusos sexuales por parte de sacerdotes, esos actos que tienen hoy por hoy viviendo a la Iglesia una de sus mayores crisis recientes.