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Los orígenes del Día del Padre y la evolución de su papel

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POR jorge Román |

Una estadounidense que quiso homenajear a su padre se creó el día. En Chile, la figura paterna ha ido explorando nuevas fronteras.

Este domingo 17 de junio se celebra el Día del Padre. Sin embargo, esa no es la fecha legal. Al menos no de acuerdo con el Decreto 1110 del Ministerio del Interior, del 29 de octubre de 1976.

La norma decretada por el régimen militar (y que sigue vigente hasta hoy) establece que el “Día Nacional del Padre” se celebra el 19 de junio. El decreto también fija los días del abuelo, de la mujer, de la madre y del niño (dato curioso: la norma dice que este último debería celebrarse en octubre y no en agosto, como se hace popularmente), entre otros.

El origen del Día del Padre, no obstante, es muy anterior a ese decreto y se le atribuye a la estadounidense Sonora Smart Dodd. De acuerdo con el libro Panati’s Extraordinary Origins of Everyday Things, de Charles Panati, la idea de celebrar a los padres se le ocurrió a Dodd en 1910, cuando escuchaba un sermón en la iglesia en celebración al Día de la Madre. De acuerdo con la historia, Dodd y sus cinco hermanos fueron criados solo por su padre, William Smart -veterano de la Guerra Civil- luego de que su madre falleciera en el parto. Su idea prendió entre las autoridades del pueblo de Spokane y de la YMCA, así que Dodd propuso celebrarlo el mismo día del cumpleaños de su padre (el 5 de junio). Pero, para tener tiempo para los preparativos (faltaban solo tres semanas para el 5), se decidió retrasarlo hasta el 19.

En Estados Unidos ya estaba circulando la idea de declarar el Día de la Madre como un día nacional, así que darle una celebración también al padre parecía algo obvio. No obstante, y según Panati, el Día del Padre no se aceptó tan rápido como el Día de la Madre, porque los congresistas de la época -todos hombres- sintieron que podía interpretarse como una felicitación a sí mismos.

La tumba de la estadounidense que creó el Día del Padre. Créditos: Rick K.

En 1957, la senadora republicana Margaret Chase Smith (quien además fue la primera mujer en ganar las elecciones tanto para la Cámara de Representantes como para el Senado) dijo: “U honramos a ambos progenitores, madre y padre, o desistimos de honrar a uno de ellos. Pero dar un trato especial a solo uno de nuestros progenitores y omitir el otro es el insulto más grave imaginable”.

Lyndon Johnson firmó en 1966 una proclamación presidencial que establecía el tercer domingo de junio como Día del Padre. Finalmente, fue Richard Nixon quien lo estableció de forma definitiva, en 1972. Dodd falleció en 1978, así que, aunque tarde, alcanzó a ver su sueño cumplido.

El padre invisible, los padres presentes

Se suele decir que en Chile y en el resto del mundo el Día del Padre no parece ser tan importante como el de la madre. Hay diversos factores que podrían explicar esto: en primer lugar, la esperanza de vida. Los hombres viven en promedio cinco años menos que las mujeres, según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

En segundo lugar, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Familia Recurso de la Sociedad, del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el ausentismo paterno en los hogares varía entre un 35 y un 23%, dependiendo del cuartil de ingresos (la estimación basada sobre hogares con hijos menores de 18 años). Además, el 30% de los padres no paga la pensión alimenticia (pero el Estado entrega una asesoría jurídica gratuita a las personas con dificultades económicas) y un 37% visita a sus hijos nunca o casi nunca, perpetuando la figura del “huacho” analizada por la académica Sonia Montecino.

En tercer lugar, son las mujeres y no los hombres quienes asumen las responsabilidades de crianza. Eso es evidente, pero además hay cifras: en el informe de 2017 “Estado de la Paternidad. América Latina y el Caribe” se describe que en la región “solo un 3,2% de los hombres en edad laboral reportan que están fuera del trabajo remunerado para atender tareas de cuidado y domésticas mientras que una de cada dos mujeres está en esa situación”. El documento, divulgado por la International Planned Parenthood Federation, plantea que aunque está demostrado el impacto positivo del rol paterno en la crianza de los hijos, la cultura machista, las tradiciones aceptadas e incluso el sesgo de los servicios sociales impiden cambiar el patrón que deja afuera a los padres de responsabilidades distintas de su papel acostumbrado. En Chile y otros países, incluso desarrollados, es común, por ejemplo, que si un hombre lleva solo a su bebé a un vacunatorio o al control de salud se le pregunte por dónde está la madre (mientras que a la madre no se le pregunta por dónde está el padre).

Algunas políticas públicas, como la que permitió el posnatal masculino en 2011, sentaron un camino de optimismo. El posnatal implica que el padre que trabaja con contrato tiene el derecho remunerado a tomarse cinco días tras el nacimiento de su hijo, ya sea inmediatamente después del parto o repartidos en el primer mes. Lo interesante es otra disposición, que le permite al padre tomar parte del denominado “permiso parental”, un período posterior al posnatal femenino que busca fortalecer el apego con el recién nacido. Sin embargo, no ha tenido el éxito esperado.

En el desarrollo de los niños, de hecho, el padre es relevante: puede contribuir más a la motricidad por el tipo de juegos que hacen y tiene el desafío de potenciar el apego afectivo. La masculinidad como factor cultural se amplía en los casos de paternidad solitaria. Hay numerosas investigaciones que plantean que la presencia de los padres tiene efectos positivos en “salud física y mental, motivación al estudio, rendimiento académico, desarrollo cognitivo y habilidades sociales, mayor autoestima, menos problemas de conducta y mayor tolerancia al estrés”, según recopila el “Estudio de Paternidad en el Sistema Público de Salud“, del Ministerio de Salud.

La paternidad, sobre todo la paternidad activa es, claro, muy importante para los hijos. Pero también lo es para los padres: los hombres que son padres se declaran felices en un porcentaje mayor que aquellos que no lo han sido. Y, según el mismo sondeo de Gfk Adimark en Chile publicado hace unos días, la nueva paternidad es un fenómeno ya instalado. La cifra es contundente: el 93% de los hombres chilenos cree que la crianza de los hijos debe ser compartida. Y eso supera la celebración de un día.