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Tres visiones sobre por qué limitar la medicina complementaria

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Terapeutas con instrumentos para prácticas holísticas de sanación. Crédito: Agencia Uno
POR Marcela Gómez |

Hay diferencias sobre el efecto de este tipo de prácticas y sus riesgos para los pacientes, pero hay consenso para una mayor regulación.

En el mundo de la salud hay distintas visiones sobre la forma en que las terapias distintas a la medicina oficial u occidental, que conocemos, se están incorporando en el sistema público. No existe unanimidad sobre su aporte a la salud de los pacientes, evidencia que respalde sus efectos y sus riesgos, los recursos involucrados. Pero sí parece haber una coincidencia: deben estar reguladas y quienes las practican deben estar acreditados.

El director de la Escuela de Medicina de la Universidad de ChileEsteban Cortés, plantea que en este debate es necesario diferenciar entre terapias complementarias y alternativas. Explica que las terapias complementarias se suman a las terapias instauradas de la medicina tradicional. “Por ejemplo, si un paciente está recibiendo fármacos antiretrovirales para el tratamiento del VIH, se puede sumar biomagnetismo, acupuntura, etcétera, lo que no perjudicará en modo alguno el tratamiento; por el contrario, muchas veces ayudan a que la persona se sienta mejor”, afirma.

En cambio, dice que las terapias alternativas “reemplazan los tratamientos tradicionales y pueden constituir peligro, pues hacen que el paciente deje su tratamiento instaurado por el médico y lo reemplace por un tratamiento que no está fundamentadamente probado”.

El investigador Claudio Daza, presidente de la Alianza por la Salud Pública (ASP), una reciente iniciativa de estudiantes de posgrado de la Pontificia Universidad Católica de Chile relacionados con ese tema, cree que la investigación científica ha sido un aporte fundamental para el avance en conocimientos médicos y para el bienestar de las personas. Añade que ello se ha plasmado en la aproximación que tiene la Medicina Basada en Evidencia (MBE), enfoque que debería replicarse a gran escala.

“Existe un conjunto de terapias alternativas que definitivamente no poseen respaldo científico de eficacia terapéutica. La incoherencia entre este último hecho y que el Estado no solo permita que se apliquen en recintos de atención pública, sino que además financie su realización, es escandalosa”, opina.

Regular, condición indispensable

Con la experiencia de su extensa trayectoria en el sistema público como médico internista y también en el área privada (integra desde hace 18 años el staff de la Clínica Santa María en esa especialidad), Esteban Cortés plantea que “debería haber un comité de expertos que discrimine, entre las terapias complementarias, aquellas que benefician la salud física o mental y aquellas que podrían perjudicarla. La regulación obviamente debe venir desde el Minsal y ser fiscalizado por Seremi”.

En ese contexto, rechaza que estas prácticas puedan ser brindadas por personas que no tienen un reconocimiento o certificación. “Todo profesional que se relacione con la salud física o mental de las personas debe estar certificado y acreditado por una entidad que asegure su profesionalismo técnico”, enfatiza.

(De izq. a der.) El director de la Escuela de Medicina U. de Chile, Esteban Cortés; el académico de la U Adolfo Ibáñez Guillermo Paraje y el investigador UC Claudio Daza. Crédito: sitios web institucionales.

El investigador Claudio Daza estima que es grave lo que revelan las cifras oficiales, en el sentido que las personas reciben terapias que ni siquiera están reguladas por el Ministerio de Salud. Añade que la aplicación de estas terapias sin previa evaluación científica “implica un riesgo injustificado para los pacientes” y advierte que, contrario a la creencia popular, “las medicinas alternativas y complementarias también provocan efectos adversos, y estudios han mostrado que pueden además resultar disuasorias sobre la aceptación de terapias de reconocida eficacia”.

El economista y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, Guillermo Paraje,  plantea que desde el punto de vista económico se busca contribuir a la asignación de recursos en salud apuntando a que tienen que usarse tratamientos más costo-efectivos que existan; es decir, a los que logran mejores resultados garantizados al menor costo. Como ejemplo, cita los incluidos en las Garantías Explícitas en Salud (GES). 

El profesional -se especializa en economía de la salud, es miembro global de la American Cancer Society, ha sido consultor internacional en estas materias e integró la Comisión Presidencial para la reforma de la salud privada en 2014- estima que el sistema salud público “tiene que avanzar hacia la generación de instituciones que evalúen las terapias, los medicamentos, los dispositivos y los medios que se van a destinar a partir de su costo efectividad”.

¿Dónde poner los recursos?

A la hora de definir si se deben destinar recursos humanos y financieros a las terapias complementarias, Guillermo Paraje opina que el Minsal debiera tener una evaluación de los tratamientos que tiene que financiar y elegir financiar aquellos que son más costo-efectivos. 

“Desde el punto de vista de la economía, no es razonable que un Ministerio no se sepa cuánto se gasta en este tipo de terapias”, comenta respecto de la respuesta del Minsal sobre el gasto agregado en terapias complementarias. “Se espera que un organismo como un Ministerio de Salud planifique, programe, monitoree, pueda justificar las decisiones que adopta y los recursos que utiliza. Si no es el caso, si hay gastos que no se conocen, es una vergüenza”.

A su juicio, las terapias alternativas o complementarias “no tienen un efecto superior al de un placebo”. Ese término alude a un tratamiento que “está comprobado que no tiene más efectos médicos que hacer sentir bien al paciente y mejorar su disposición, lo que a veces funciona para mejorar la condición de las personas”. Por esta razón, advierte, “financiar estas terapias no pareciera ser la mejor idea, a no ser en algunos casos de alivio de dolor o cuidados paliativos donde es importante hacer sentir bien a las personas. En ningún caso que conozca estas terapias pueden sustituir a la medicina”.

Coincide Claudio Daza, quien recuerda que “el sistema de salud chileno tiene recursos escasos y la desviación de fondos a medicinas no evaluadas significa que se están dejando de utilizar en otras situaciones prioritarias, como podría ser la reducción de listas de espera o el aumento de cobertura en otras patologías, lo que iría en directo beneficio de los usuarios”. 

El director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile considera que se debería proporcionar recursos para el desarrollo de las terapias complementarias “en cuanto a difusión, capacitaciones e implementación de las mismas”. Agrega que, en estos momentos, en la nueva malla curricular de la entidad, se sumaron cursos electivos profesionales de bases biofísicas de la medicina tradicional china-acupuntura, a cargo de profesores certificados por el Ministerio de Salud.