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Paralizaciones y protestas entorpecen faenas de Codelco

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POR Francisco Ibañez |

Movilizaciones de trabajadores y la paralización de fundiciones por la entrada en vigencia de la nueva norma entorpecen las operaciones de la estatal, justo cuando las reservas de cobre escasean.

Una combinación de paralizaciones forzadas y protestas de trabajadores descontentos ha entorpecido las operaciones mineras del mayor productor mundial de cobre, justo cuando las reservas del metal rojo escasean en los principales almacenes del orbe.

La producción de la mina Chuquicamata de Codelco, emplazada en el norte de Chile y tercera mayor operación de la cuprífera estatal del país, se redujo durante unas horas el miércoles cuando un grupo de unos 700 trabajadores se tomó el depósito y bloqueó los accesos. Al mismo tiempo dos fundiciones, incluida la de Chuquicamata, iniciaron un período de inactividad que se prolongará por semanas puesto que la empresa no pudo modernizarlas a tiempo para cumplir con los nuevos estándares ambientales que comienzan a regir el 13 de diciembre.

La demanda mundial de cobre aumenta y se anticipa que el mercado anotará un déficit este año y el próximo, todo esto mientras las mineras tienen problemas para mantener el ritmo. Los productores no recibirán mucha ayuda de los nuevos depósitos, ya que reducciones de costos y el descenso de la inversión durante el desplome de los commodities ocurrido hace unos años han generado una escasez de minas nuevas. Las reservas, cuyo seguimiento llevan a cabo bolsas de Nueva York, Londres y Shanghai, están cerca de su punto más bajo en cuatro años.

A los dolores de cabeza del mercado se suma el panorama de más conflictividad laboral en Codelco. Los cuatro sindicatos del distrito norte de la minera protestan por la cobertura de salud, supuestas prácticas antisindicales y discriminación de género. Se podrían producir recortes de personal al tiempo que Chuquicamata, la mina a cielo abierto más grande del mundo por tamaño, tiene en marcha una transición que implica la construcción de una unidad subterránea, cuya puesta en servicio se proyecta para mediados de 2019.

Las protestas dejan entrever que la relación de la compañía con parte de sus sindicatos es más complicada de lo que comentó el mes pasado su máximo ejecutivo, Nelson Pizarro, cuando confirmó que la minera suscribió nuevos contratos colectivos con más de 15 sindicatos este año, con sólo una huelga registrada.