Economía

Cuando la inversión se puede colgar en la pared

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Bloomberg
POR Maria del |

El arte puede ser un buen activo alternativo, pero existen consideraciones a tener en cuenta, según Arturo Cifuentes, profesor de la Universidad de Columbia.

El mercado del arte ha ganado tamaño, importancia y se ha expandido geográficamente en los últimos años. Y las obras, más allá del mérito que tienen en sí mismas, pueden convertirse también en activos financieros valiosos. Por lo menos así lo considera Arturo Cifuentes, académico de la Universidad de Columbia y quien por años se ha dedicado a investigar cómo el arte –y la pintura en específico– es una buena opción en tiempos de turbulencias en el mercado accionario o de bajas tasas de interés en cuanto a la renta fija. 

“Los últimos 10 años las tasas de interés han estado bajísimas, y la gente ha buscado inversiones alternativas. En ese sentido, las inversiones en arte ofrecen, como activos alternativos, una posibilidad que es interesante. Por un lado, porque tienen poca correlación con los mercados tradicionales (con las bolsas, la renta fija) y es una alternativa comparado con lo que podría ser una inversión en private equity, o venture capital, o inversiones de ese tipo. Por ahí viene el atractivo del mercado del arte”, explica Cifuentes en conversación con PAUTA Bloomberg.

Mercado opaco

Sin embargo, no es tan simple apostar por estos activos. Uno de los problemas está dado por la falta de transparencia de este mercado, algo que Cifuentes reconoce. “El mercado del arte es el mercado menos transparente del mundo. Es el mercado más opaco”, sostiene. “De hecho, la mitad de las transacciones que se hacen en el mercado del arte se hacen en forma, no quiero decir secreta, pero privada”, asegura.

Aun así, el ingeniero civil plantea que las subastas públicas de casas como Christie’s o Sotheby’s y algunas otras asiáticas, permiten tener una idea de los valores de las obras. Y si bien estos precios no son tan fáciles de seguir como lo son los índices accionarios, Cifuentes explica que sí existen algunas bases de datos a las que se puede acceder y que dan cierta noción de los valores, principalmente de pinturas, cuyo mercado es algo más líquido. 

A la hora de hablar de retornos, el académico asegura que los resultados de invertir en arte en los últimos 10 años pueden ir desde espectaculares a horrorosos según qué obra se haya comprado. “La característica principal es que la volatilidad del mercado del arte es muy alta”, explica. “Si uno tiene estómago para tolerar variaciones tremendas, el mercado del arte es razonable. Pero si uno no tiene estómago para fluctuaciones tremendas, probablemente no es lo que uno debiera hacer”, agrega a modo de recomendación.

No es el momento, es la obra

Por eso, más que hablar de si es o no momento para invertir en obras de arte, Cifuentes prefiere ser más cauto. “Depende. Todo depende”, dice. “No es tanto el momento, sino lo que uno compra. Siempre es bueno estar diversificado. Particularmente en una situación como la de hoy día, en que los modelos económicos no funcionan y hay una incertidumbre bastante grande, siempre que uno esté dispuesto a tolerar la falta de liquidez del mercado del arte y este problema de la volatilidad”, sostiene.

Además, el profesor comenta que existen otros desafíos con este tipo de inversiones, como asegurarse de la legitimidad de cada obra y que estas cuenten con los papeles correspondientes. “Y preocuparse que a uno le gusta la pintura. Porque si la pintura resulta ser una inversión desastrosa y además uno la va a tener que mirar por el resto de la vida, es demasiado”, bromea. 

Sobre cómo se puede saber cuánto cuesta una determinada pintura, Cifuentes explica que al igual que como ocurre con otros activos, existe un mercado primario y otro secundario. El primario vendría siendo el precio de la pintura recién salida del estudio de un artista, algo cuyo valor es difícil de determinar. En ese sentido, el académico apunta que, por ejemplo, la obra de un artista relativamente promisorio, salido de la Universidad de Yale, podría costar entre US$ 5.000 y US$ 10.000. 

Distinto es el mercado secundario, sobre todo cuando lo que se quiere comprar son obras de artistas más líquidos, o pinturas que ya se hayan vendido previamente. En ese sentido Cifuentes comenta que ahí lo que se tiene en cuenta es por ejemplo el valor de obras “comparables”. También que se traten de temas similares, de estilos similares y, sobre todo, que tengan un tamaño equivalente. 

Vea la conversación completa en PAUTA Bloomberg acá: