Economía

El pintoresco remate de las acciones sin dueño de la Bolsa

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POR Gabriela Villalobos |

Nueve corredoras se enfrentaron en una histórica transacción. Dos papeles de Nestlé protagonizaron una insólita puja que partió en $4 mil y terminó en millones de pesos.

Por lo general, un remate en la Bolsa de Comercio está a años luz de las películas hollywoodenses sobre Wall Street. Si se trata de una transacción de gran tamaño o significancia, como han sido los paquetes de acciones de Falabella que han vendido sus controladores, puede haber más de un corredor interesado. A lo más tres o cuatro. La presencia de un número mayor es casi inexistente en estas operaciones y el espacio de la rueda tiene, por lo general, más representantes de la misma Bolsa y periodistas que traders.

Salvo en el remate que se produjo el jueves de los títulos sin dueño de la Bolsa de Comercio.

Ya sea por la diversidad de los paquetes que se ofrecían, como por el hito que se cumplía del remate de las acciones sin dueño, la transacción atrajo a un público más numeroso que otras operaciones de este tipo. Al menos 20 representantes de nueve corredoras distintas, unos 10 representantes de la Bolsa de Comercio y algunos transeúntes curiosos se reunieron cerca del mediodía del jueves en la redonda sala central de la institución. Entre ellos habían operadores de Nevasa, BTG Pactual, Banchile, Santander GBM, Etchegaray Corredores de Bolsa, Jaime Larraín, MBI, Security y Banco Estado.

El remate comenzó a las 12:32 con la voz del martillero anunciando la operación desde el podio, y duró hasta pasadas las 13:30. Un tiempo maratónico si se toma en cuenta que la mayoría de los remates suelen durar menos de 10 minutos. Pero esta vez se debían ofrecer más de 150 paquetes distintos. Por lo mismo, la atención de los corredores y la presencia de interesados en el remate fue disminuyendo a medida que avanzaba el reloj. Cuando la operación ya llevaba cerca de media hora, el presidente de la rueda, Juan Andrés Camus, y el gerente general, José Antonio Martínez, se retiraron de la sala. Algunos transeúntes también se fueron. El interés de los traders fue decayendo, y las conversaciones entre ellos comenzaron a opacar los anuncios del martillero, que debió llamar al orden en más de una ocasión.

El martillero de la rueda ofreció cerca de 150 paquetes de acciones a partir de las 12:32 del jueves.

El súbito interés por Nestlé

La mayoría de los papeles no tuvieron interesados, pero hubo algunos que obtuvieron más atención de lo esperado. Por ejemplo, dos solitarias acciones de Nestlé, empresa que hace décadas dejó de ser una sociedad anónima abierta para pasar ser una compañía cerrada en Chile. Sin embargo, en algún momento cotizó en la rueda y fue comprada por un inversionista fallecido o uno vivo que olvidó su existencia.

El remate por las dos acciones de Nestlé comenzó a $4.000 cada una. De inmediato, Jaime Larraín -representante de la corredora del mismo nombre- ofreció el precio mínimo. BTG y Santander saltaron a la puja ofreciendo un poco más, pero la corredora Larraín llevó el precio a los $5.000. Rápidamente los papeles escalaron a $6.000. BTG se retiró de la competencia, por lo que sólo se enfrentaron Jaime Larraín con Santander. Larraín ofreció $7.000, Santander dio $7.001, Larraín pasó a los $8.000 y Santander respondió con $8.001 en medio de las risas de otros corredores. En sólo unos segundos el precio escaló a los $10.000 siguiendo la misma dinámica entre ambos. Santander ofreció $10.001, Larraín respondió con $20.000 y en cosa de minutos el precio llegó a los $100 mil. De ahí llegó al millón. Santander ofreció $1.001.000, Larraín respondió con $2 millones. La puja continuó hasta los $6.150.000 y finalmente quedó en manos de Santander a nombre de un tercero.

¿Qué interés puede tener alguien en tener una acción de una empresa cerrada? En el caso de Nestlé, se trata de una empresa operativa, por lo que podría tener voz en las reuniones de accionistas. Por lo mismo, para facilitar las discusiones sin un externo, la empresa podría optar por comprar los dos papeles, al precio que estime el nuevo inversionista. “Podría llegar a pedir $10 millones por cada una, si quisiera”, dice un conocedor del tema. “Además”, dice otro partícipe de la transacción en tono de broma, “es por una buena causa”. Claro, si el dueño de las acciones no reclama el dinero, los $12.300.000 irán a las arcas de la Junta Nacional de Bomberos. Sin embargo, aquello no quita que la compra puede resultar en un buen negocio. Una razón suficiente como para darse una vuelta a un remate en la rueda.

El motivo del remate del jueves

El remate accionario del jueves se realizó para cumplir con una nueva normativa que data de 2016, la que exige que las corredoras, bancos y las bolsas acudan al regulador si encuentran en custodia acciones cuyo dueño se desconoce. Si esto ocurre, deberán comunicar su existencia a través de avisos de prensa para encontrar a los inversionistas. En el caso de los papeles adquiridos antes de 1981, los desconocidos podían acudir al rescate de los títulos en el plazo de un año, el cual venció en mayo de este año. Los papeles que no fueron reclamados fueron puestos en remate y los dineros quedarán a disposición -nuevamente- de los inversionistas incógnitos. Si no llegan, el dinero será traspasado a bomberos.

Se trató de un total de 35 millones de acciones de 67 sociedades anónimas abiertas y de 38 empresas que actualmente se encuentran cerradas, en quiebra, liquidación u otro estado que no les permite estar inscritas en la Bolsa.