Economía

El sabor amargo de Iansa

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POR Gabriela Villalobos |

La británica ED&F MAN, dueña de la azucarera, se ha abocado a revertir débiles cifras financieras. No lo ha conseguido y en 2019 detendrá la producción de remolacha en Linares.

La próxima semana será clave para miles de trabajadores de Linares. El directorio de Iansa se reunirá para resolver el futuro de la planta procesadora en esa ciudad, que emplea a cerca de 4.000 personas. 

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Una cosa ya está resuelta: la fábrica dejará de procesar remolacha. Sin embargo, falta zanjar si además se termina con la distribución, almacenaje y procesamiento de dos de sus subproductos. Se trata de la la coseta y la melaza, un insumo para la elaboración de alimento para animales y mascota. Pero incluso, aunque se mantenga la producción de estos elementos, la planta se reducirá de manera drástica, debido a que su producto fundamental es la remolacha.

Si bien la decisión se tomará en una reunión fijada en Chile, los directores representarán los intereses de una multinacional. Se trata de ED&F MAN, compañía que en 2015 tomó el control de la compañía. La llegada de la británica no fue sorpresa, ya que había sido accionista de la azucarera desde 2005.

El escenario al tomar el control no era el ideal para la compañía. El mundo estaba bajando su consumo de azúcar y optando por otras alternativas de menor contenido calórico. Aquello impactó directamente los resultados de Iansa, cuyas ganancias bajaron 96% en 2016 en relación con 2015. Por lo mismo, sentado en el puesto del controlador, ED&F MAN se lanzó a un plan de reestructuración profundo, para bajar su dependencia del azúcar, que comenzó a llevarse a cabo en 2017.  

“Iansa ha decidido estructurarse en función de sus nuevas unidades de negocio: Agroindustrial, Ingredientes de Alimentos, Consumo Masivo de Alimentos (retail) y Derivados de Frutas y Verduras. Esta organización más eficiente nos permitirá abordar las distintas iniciativas del nuevo plan y así transitar desde una empresa centrada en el azúcar, a una compañía de alimentos y agro-negocios”, detallaba en esos años el presidente de Iansa, Joaquín Noguera.

Sin embargo, los esfuerzos no se reflejaron en los números financieros: de una discreta ganancia de US$ 51 mil en 2016, la empresa reportó pérdidas por US$ 7,3 millones durante 2017. El holding tampoco pasa ahora por un buen momento. En su último reporte financiero la empresa evidenció una merma antes de impuestos de US$ 144,6 millones para el año fiscal terminado el 30 de septiembre, arrastrado -fundamentalmente- por el débil desempeño de sus unidades de azúcar y granos. Efectivamente, el precio internacional del azúcar ha ido en picada desde 2016. Tras una leve recuperación, la materia prima ha perdido 56% de su valor, cotizándose actualmente en alrededor de US$ 10 la libra.

Con esto, resultó esperable para los accionistas cuando el gerente general de Iansa, José Luis Irrarázaval, anunció en su junta anual de accionistas que debían cerrar algunas plantas para hacer frente a la crisis. “Si queremos ser eficientes y competitivos no podemos tener las fábricas trabajando a media capacidad, lo que nos obliga a consolidar la operación de las fábricas para aumentar el factor de utilización”, dijo el ejecutivo en abril de este año.

La decisión de dejar de procesar remolacha y centrarse en las plantas de Los Ángeles y San Carlos ocurrió algunas semanas después. Ahora sólo queda por resolver los detalles de la reducción.