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“La obra editada de Emar no tuvo parangón en los años en que la publicó”

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De pié Pépeche y Juan Emar - 1948. Créditos foto: Fundación Juan Emar
POR Fernanda Valiente |

Pablo Brodsky, presidente de la Fundación Juan Emar, devela los misterios de un artista elemental en la literatura y el arte de Chile.

Un vanguardista empedernido. Un explorador del lenguaje y de la narración. El trabajo del autor, artista y crítico Juan Emar sin duda dejó un surco importante en el inconsciente cultural nacional. Miembro del Grupo Montparnasse durante los años 20, propuso una ruptura con el criollismo y desafió el orden de los códigos de representación del realismo imperante. 

Es decir, fue un revolucionario de las artes plásticas durante esa década. Falleció el 8 de abril de 1964. Pablo Brodsky, el presidente de la Fundación Juan Emar, conversa con PAUTA sobre el legado por artista. 

-¿Dónde se podría identificar la vigencia del trabajo de Juan Emar en la literatura contemporánea?

“La obra de Emar fue publicada en la década de los 30, con Ayer, Un año y Miltín 1934. La escritura de Umbral se inició formalmente en 1941, más de 20 años antes de que Robbe-Grillet, fundador y primer teórico del movimiento del Nouveau Roman, publicara Por una nueva novela (1963). Entre los escritores que formaron parte del nuevo movimiento se cuentan al citado Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute, Claude Simon y Marguerite Duras“.

“Su crítica a la narrativa de la época consideraba que no se podía seguir escribiendo novelas al modo decimonónico ni describir a los personajes llenando decenas y decenas de páginas. Esa misma critica la formuló antes André Breton en su Introducción al discurso sobre la poca realidad (1924) texto que, muy probablemente, Emar leyó en esas fechas, cuando se encontraba en Santiago trabajando en el diario La Nación. De acuerdo con algunos críticos y estudiosos, la obra de Juan Emar se adelantó al Nouveau Roman. Por otra parte, los libros Ayer, Un año y Miltín 1934, sólo pueden hermanarse con las obras del argentino Macedonio Fernández y del uruguayo Felisberto Hernández“.

Una exploración narrativa

-¿Cuál es su mayor herencia literaria? ¿Por qué?

“La obra editada de Emar no tuvo parangón en los años en que la publicó, una época donde predominaba el naturalismo, que campeó en la literatura durante un extenso período. Sus libros no pudieron ser leídos por la crítica ni la academia ni el público de esos años. No existían los parámetros críticos que pudiesen dar cuenta de la nueva sensibilidad que Emar expresaba, de la nueva manera de mirar el mundo y la realidad. De allí, en parte, la escasísima difusión que tuvieron sus libros y el silencio absoluto de la crítica literaria”.

portada Diez  (Nueva Edicion)
Diez (2015) por Juan Emar. Disponible en buscalibre.cl

“Solo a partir de los primeros relatos publicados en la década de 1930, y que se enfrentaron al positivismo literario —como La última niebla, de María Luisa Bombal, o Papá o el diario de Alicia Mir, de Vicente Huidobro—, las obras publicadas por Emar fueron consideradas por la crítica —aunque bastante tiempo después— como parte de una sensibilidad y un entendimiento de la realidad diferente a la tradicional. A la lectura pionera de Ignacio Valente y de Pedro Lastra le debemos la revaloración que tuvieron los textos de Emar en la década de los 90, cuando se pudo asimilar un texto descentrado, sin principio, medio y final que rematara una historia bien contada”.

“Por ejemplo, su novela Miltín 1934 sencillamente no cuenta nada excepto la imposibilidad de narrar El cuento de medianoche, y eso era muy difícil de asimilar para la crítica de la época en que fue publicado. Emar produjo una literatura que reflexiona sobre el lenguaje y las posibilidades y limitaciones del acto de narrar. En este sentido, su literatura es autorreflexiva, escribe para explicar en qué condiciones y si es factible comunicar algo a otro sobre la realidad. Esta ‘literatura sobre la literatura’ es un gran aporte que se prolonga hasta hoy en la novela, la poesía y el cine”. 

Su influencia en las distintas disciplinas artísticas 

-¿Cuáles críticas se le pueden hacer a su figura de crítico de arte de la vanguardia local, considerando que tuvo un fuerte arraigo europeo?

“Su figura como crítico de arte se relaciona con los artículos que publicó en el diario La Nación durante los años 1923 a 1927. De acuerdo con la estrategia comunicacional que plantea en su primer artículo, Algo sobre pintura moderna, el trabajo que realizó se orientó, fundamentalmente, a dar a conocer y difundir las nuevas tendencias del arte contemporáneo que se estaban desarrollando en Europa. La tarea titánica que emprendió fue, ni más ni menos, que actualizar la lectura que se tenía en el Chile de ese entonces sobre las artes e instalar en el país una mirada moderna al respecto, algo que los sectores más conservadores deseaban retrasar lo más posible”.

“Sus planteamientos no solo abarcaron las artes plásticas, la música, la literatura, el cine y la escultura sino, además, la arquitectura, la expresión artística de los niños, de los alienados, los deportes y los avances en las ciencias sociales. Cuando Emar publicó su primer artículo, la crítica de arte en Chile era paupérrima, ya que sólo orientaba e informaba al público a través de breves crónicas que publicaban algunos medios de comunicación. Esa información era de carácter monográfico y documental”.

“Emar revolucionó completamente la crítica artística al incorporar los cuestionamientos, las dudas, los propósitos y estéticas de cada artista reseñado o entrevistado. Su instalación en París, en 1920, le permitió conocer de primera mano las modificaciones y el desarrollo de las artes en el período en que nacieron las vanguardias históricas: el futurismo, dadaísmo, surrealismo y todas aquellas manifestaciones que cuestionaban el arte conservador o ‘aburguesado'”.

AYER
Ayer por Juan Emar. Disponible en librerianacional.com

La renovación de la Academia de Bellas Artes 

“Las performances, las exposiciones, las lecturas, las obras de teatro, los filmes, las discusiones en los cafés y la relación permanente con los artistas de la vanguardia le permitieron construir una formación artística sólida y decisiva acerca del arte moderno y fue, precisamente, ese conocimiento y experiencia lo que exhibió en sus artículos como crítico de arte”. 

“Por tanto, más que críticas a su trabajo y sus columnas, habría que decir que fue muy lúcido. Entendió y difundió la profunda renovación ocurrida en el conjunto del arte a comienzos del siglo XX en Europa y, al mismo tiempo, fue capaz de explicitar la necesidad de transformar, desde sus raíces, el campo intelectual chileno. Esto explica su lucidez para impulsar la renovación de la Academia de Bellas Artes, del sistema de premios que otorgaba a los pintores, de renovar la crítica de arte y darle autonomía a los consejos que dirigían la actividad plástica”.   

-¿Cuál fue su principal aporte teórico al Grupo Montparnasse?

“Emar se relacionó con la mayoría de los integrantes del Grupo Montparnasse mientras vivía en París. Conoció de cerca los problemas que debieron enfrentar para transformarse en pintores, las mil dudas que sufrieron cuando llegaron a la capital francesa y vieron, por primera vez, una exposición cubista. Supo de sus luchas internas cuando tuvieron que abdicar de los nombres sagrados con que llegaron a Europa, aquellos consagrados por la academia chilena”.

El aporte europeo

“Y mientras conversaban y se tomaban un café en algún bistró de París, Emar ayudaba a sus amigos a comprender las nuevas orientaciones del arte pictórico, y que propuso la formación de lo que se conoció como Grupo Montparnasse, nombre que adoptaron solamente porque era el barrio donde se encontraban y reunían, sin contar con una estética determinada y que los aunara como artistas pintores. Cuando Emar regresó al país, en 1923, varios de ellos hicieron lo mismo, por lo que se encontraron en Santiago y decidieron hacer una exposición donde pudieran exhibir sus cuadros, aquellas obras pintadas en París y que se distinguían completamente del arte pictórico hecho en Chile en esos momentos”.

“En octubre de 1923 inauguraron una exposición en la Casa Rivas y Calvo, ocasión que Emar aprovechó para publicar, durante una semana, artículos relacionados con cada uno de los integrantes del grupo, donde conversaban acerca del país, sus ideas, respectivas estéticas, visiones, interrogantes, dudas y aciertos. Los puntos en común de los artistas entrevistados estaban relacionados con el atraso estético que se vivía en Chile, con la posición irrenunciable a que la pintura debía ser autónoma de toda otra interferencia y con la idea del artista capaz de experimentar rumbos nuevos”.

portada Regreso
Regreso (2016) por Juan Emar. Disponible en buscalibre.cl

“El aporte teórico fundamental de Emar al Grupo Montparnasse lo realizó en París, cuando Henriette Petit y Luis Vargas Rosas se sentían completamente perdidos, asustados y en crisis ante las manifestaciones de la vanguardia pictórica. Fue allí donde consolidó en ellos una nueva estética, una nueva mirada hacia el arte. En este sentido, fue un artista que supo estimular y acompañar con su reflexión a los pintores nacionales; además, puso a su disposición las páginas de La Nación para que difundieron sus experiencias y su nueva visión acerca del arte. Recordemos que el Salón de Junio de 1925 fue posible, en gran medida, gracias al apoyo que dio La Nación a la muestra, lo que quedó reflejado en el dibujo publicado en la Nota de Arte número 50, titulada ‘Alrededor del Salón de Junio’ y firmada por ‘Jean Emar'”.

Juan Emar y el lector contemporáneo

-¿Por qué podría ser necesario releer a Emar en estos tiempos?

“Más que releer a Emar, me parece que primero hay que leerlo porque, a pesar de que sus lectores aumentan cada año, aún no se trata de un autor muy conocido. Su obra pertenece, más bien, a una élite que lo ha seguido durante todos estos años, especialmente, desde la década de los 90. La obra de Emar es ajena a todo realismo literario, no tiene la pretensión de exhibir la realidad porque no cree que exista la realidad”.

“Por el contrario, como dijo alguna vez Pedro Lastra, sus personajes no se rigen por el principio de causalidad, en sus historias la ironía, la parodia o la confusión es el destino que sufren las leyes del tiempo y del espacio y, por tanto, exhiben una realidad otra, distinta a la que percibimos a través de nuestros sentidos. La obra de Emar nos lleva a lugares desconocidos, nunca visitados, sitios metafísicos donde experimentamos y aprendemos lo incognoscible. Si eso no es suficiente para leer a Emar, entonces sigamos hojeando las páginas escritas por Corín Tellado“.