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Bala loca contra El cuento de la criada

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POR jorge Román |

Entrevistado por Isabel Plant, el productor de la serie cuenta cómo fue nominada a los Peabody Awards.

Lo de la serie Bala Loca ha sido un camino atípico de vida en la pantalla chica.
Financiada por el Consejo Nacional de Televisión y exhibida por Chilevisión, la serie de thriller político no causó mucho impacto cuando fue estrenada en 2016. Marcó poco rating, aunque cosechó aplausos por su calidad y actuaciones. Lo que podría haber terminado ahí se convirtió en un éxito gracias al boca a boca cuando llegó a la plataforma Netflix, donde encontró una nueva vida y audiencia, incluso fuera de nuestras fronteras.
Bala loca fue destacada como una serie para no perderse por The New York Times y también fue nominada a premios internacionales. Ahora ganó una nueva mención en un galardón de prestigio, el Peabody Awards, quizás el más tradicional y reputado premio para una serie de televisión en Estados Unidos. Bala loca, la única nominada ajena a Norteamérica, compite con producciones tan destacadas como The Handmaid’s Tale o Better Call Saul. Todo esto, a la espera de una posible segunda temporada.
Sobre cómo la serie llegó a la televisión, encontró luego un público y todos estos honores habló Marco de Aguirre en PAUTA.cl. El productor de la serie llevaba décadas como la eminencia en producción de sonido y posproducción en el cine chileno cuando decidió, junto a su socio David Miranda, crear una producción propia. Lo que deseaba era que el protagonista estuviera en una silla de ruedas, tal como él.

“¿Nos tiramos o no nos tiramos? Tirémonos, nomás”

Marcos de Aguirre cuenta cómo fue la postulación a los Peabody Awards, un premio a la calidad narrativa de las series de televisión, y cómo nunca imaginaron que Bala loca sería seleccionada. Su socio le dijo: “‘¿Por qué no presentamos esta cuestión a los Peabody? […] Tenemos cero posibilidades pero…’. ‘Fantástico’, le digo yo, ‘pero ojo’, me dijo, ‘cuesta como 800 dólares la inscripción. ¿Nos tiramos o no nos tiramos?’. ‘Tirémonos, nomás’. […] Pasó mucho, mucho tiempo, y de repente me manda un forward de la carta de invitación […] y casi nos caímos los dos de poto”.

Anteojos o silla de ruedas

De Aguirre explica que para él era muy importante que el protagonista de la serie estuviera en silla de ruedas. El objetivo para él era reivindicar la normalización de la discapacidad, al punto incluso de que rodaron una escena de sexo con el personaje en su silla, algo muy poco común en el mundo. “La premisa es ‘vamos a asumir que este protagonista usa silla de ruedas como que si usara anteojos’. […] Alguien puede andar en silla de ruedas pero no tiene por qué ser bueno, no tiene por qué ser inteligente […] o puede ser un personaje lleno de contradicciones”.

“En las series gringas, el poder está en manos de los escritores”

Desde el principio, De Aguirre y su socio, David Miranda, decidieron apostar sus fichas en la calidad del guión. “Cuando la escritura es frágil, es muy difícil arreglar [la obra]”, dice De Aguirre. “Cuando la escritura es fuerte, se puede embarrar, pero cuando los cimientos son sólidos, es muy probable que las cosas lleguen lejos […]. En las series gringas, el poder está en manos de los escritores”.

“Tú no te preocupes del rating”

La recepción de Bala loca en Chilevisión fue muy inferior a las expectativas. Pese a que tuvo buena crítica y excelente recepción en redes sociales, su primer capítulo marcó apenas seis puntos de rating. De Aguirre dice que el primer choque “fue terrible”, porque sintieron que le habían fallado a sus financistas: Chilevisión había puesto una parte importante del presupuesto de la serie, ya que los fondos entregados por el Estado habían sido insuficientes. “El primer impulso es como decir ‘Pucha, no le cumplí a los que me creyeron'”, cuenta el productor. Sin embargo, también afirma que tenía un familiar que trabajaba en televisión que le dijo “Mira, tú no te preocupes del rating. Tú de lo que tienes que preocuparte es del impacto que va a provocar esta cuestión”. “Tenía toda la razón”, concluye De Aguirre.
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