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Filósofo Josep Maria Esquirol: “El futuro funciona como una especie de ideología”

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Créditos: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona
POR Fernanda Valiente |

El ensayista español rescata lo positivo acerca de la fragilidad del mundo y de la vulnerabilidad humana.

Pese a que el aislamiento social puede traer paranoia de contagio, el filósofo Josep Maria Esquirolprofesor de filosofía de la Universidad de Barcelona, conferencista, ensayista—, rescata que es una época donde el gesto se puede convertir en el cobijo del otro.

Lo afirma desde su hogar en Cataluña, donde se encuentra releyendo poesía española, entre ellos a Claudio Rodríguez (1934-1999) y a Miguel Hernández (1910-1942), porque “estoy trabajando la idea de la vulnerabilidad y de las heridas fundamentales”.

“Josep Maria, me ha resonado mucho la idea de que ‘existir es igual que resistir’ de tu texto La resistencia íntima: ensayo de una filosofía de la proximidad (2015). Cuando dices que ‘nuestro existir sea un resistir es algo que se puede sostener precisamente porque una de las dimensiones de la realidad se deja interpretar como fuerza disgregadora. De hecho, la peor prueba a la que debe someterse la condición humana es la constante disgregación del ser. Como si las fuerzas centrífugas de la nada hicieran poner a prueba la capacidad del hombre para resistir la embestida’. ¡Caramba, cómo resuena esa reflexión sobre definir la existencia humana como un resistir!”, dice Cristián Warnken, el anfitrión del programa Desde el Jardín, de Radio PAUTA.

“Creo que hay momentos que llamamos de crisis donde lo que se produce es una especie de revelación”, responde Esquirol desde la biblioteca de su hogar, ubicado en un pueblo en Cataluña. “Algunas cosas todavía se ven con mayor nitidez. Y precisamente lo que se ve en este momento es que el gesto humano no es el que que se vincula con el dominio ni la expansión, sino que es un gesto que tiene que ver con el amparo. Se reemplaza la línea recta del progreso por la búsqueda de una curva suave de lo que protege”, cuenta el filósofo en medio de los viñedos donde se prepara el vino Cava.

Ese amparo, explica, puede ser el hogar, el hospital, la amistad o la simple compañía. Ella viene a actuar como un obstáculo de las fuerzas disgregadoras de la realidad. “Porque la resistencia justamente es lo que no deja que nos disolvamos ni nos erosionemos”, agrega. 

El gesto en la crisis

Un sacerdote y un médico se reúnen para enfrentar La peste (1947) de Albert Camus. “Los dos personajes están asistiendo a la agonía de un niño y lo que ahí se muestra de magnífica manera es que en momentos críticos casi lo más importante es la acción”, sostiene. Porque pese a las diferencias en torno a sus discursos técnicos logran trabajar en conjunto para un bien mayor. Pero “eso no significa que la teoría no sea importante. Siempre es algo que tiene que alimentar la acción, pero no distorsionarla”, advierte Esquirol.

Su frase recuerda el famoso proverbio en latín, “acta non verba”, frase que invita a realizar acciones antes que hacer promesas. 

Y en el escenario actual de crisis, para él la posibilidad de trabajar en conjunto está al alcance de la mano. Sin embargo, el problema recae en que que se habla muy poco de mundo —que “significa literalmente algo ordenado y armonioso”— y mucho de lo que vendrá. “El futuro funciona como una especie de ideología que nos evade de la acción más sensata”, apunta.

Si bien el mundo representa la solidez a través de las instituciones, el futuro es incertidumbre. “Lo institucional a veces se presenta como algo frío y no debería en absoluto ser así”. Es más, a su juicio el cuidado del manejo de este aparato es lo que marca la diferencia a la hora de enfrentar una crisis.

“Hablas de nihilización en nuestro mundo contemporáneo. ¿Cuál es la que conocemos y cuáles podrían ser sus peligros?”, pregunta Warnken.

“Creo que hay dos tipos de fuerzas nihilizadoras. La primera es la experiencia de que el tiempo, cronos, pasa y se lo lleva todo. Entonces la forma de la memoria es una forma de resistirlo. El otro tipo de fuerza nihilizadora tiene que ver con cada época. En la nuestra diría que se solapan la sociedad consumista y la ideología científico-técnica que hace que muchas veces nos evadamos. Ella nos hace pensar en futuros ideales, pero no nos deja concentrar la energía en el presente”, dice el profesor de filosofía política y de pensamiento contemporáneo.  

La vida sin proximidad

“Posiblemente vivimos una especie de paradoja porque en La resistencia íntima (2015) hacía un elogio de la casa y de lo íntimo. Íntimo y próximo son sinónimos. Íntimo no lo relaciono solo con interior. Íntimo es lo cercano. Lo familiar. La paradoja sería que en la circunstancia actual nos vemos recluidos en nuestras casas. Si la casa es un espacio tan maravilloso no nos podríamos quejar. Sin embargo, lo que ocurre es que no estamos en casa como deberíamos”, sostiene el ganador de la distinción a la investigación de la Generalitat de Cataluña de la edición de 2003.

El hogar es el lugar al que uno regresa. De un viaje. Del trabajo. Pero ahora falta ese sentido, lo que crea una “realidad fantasmagórica” porque “lo que le daba vida era la articulación de la diferencia”.

“No nos imaginamos a Ulises sin poder salir de Ítaca. Él era viajero. Era navegante. Seguramente tendría una sensación de claustrofobia. Y tal vez, el hecho de alejarse de Ítaca le permite también apreciarla”, añade Warnken.

La reflexión de la globalización

“Creo que lo que está sucediendo pone de relieve por una parte que nuestro mundo, nuestras casas y nuestras instituciones son frágiles. Y la fragilidad es algo que nunca podremos superar. Es decir, siempre lo que intentemos construir va a ser frágil. Por otra parte, se pone en manifiesto nuestra esencial vulnerabilidad como humanidad”, asegura el autor de La penúltima bondad: ensayo sobre la vida humana (2018).

Considera que ambos aspectos son inherentes independiente de toda situación. De esta manera, la aceptación de ellos supondría una mejor respuesta ante la adversidad.

La penúltima bondad: ensayo sobre la vida humana (2018) y La resistencia íntima: ensayo de una filosofía de la proximidad (2015), disponibles en Antártica.cl
La penúltima bondad: ensayo sobre la vida humana (2018) y La resistencia íntima: ensayo de una filosofía de la proximidad (2015), disponibles en Antártica.cl

Sin embargo, afirma que todavía vivimos bajo la idea de un dominio prolongado. De un progreso casi divino: “Pero esta vulnerabilidad es nuestra mayor excelencia, porque equivale a la sensibilidad”. Porque rehuir tal carácter humano a su juicio lleva a sociedades evasivas, cuando se debería promover la fraternidad.

Sobre el transhumanismo advierte que “no me parece que lo que está más allá de lo humano sea mejor. Me parece que lo más importante de lo humano es intensificar lo humano. Si su esencia está en su capacidad de conmoción, sin lugar a duda es ahí donde hay que profundizar”.

“Lo más probable es que aparte de que surjan nuevas formas de abrazarnos, también surjan nuevas formas de saludarnos”, añade Warnken.

Porque una vez que se respeta la fragilidad del mundo, se puede empezar a protegerlo. En medio de una sociedad en confinamiento, el filósofo destaca la importancia de la compañía anímica. Ese acercamiento que inicia con el saludo, el cual debe ser genuino. “Creo que en el lenguaje coloquial y en los gestos hay mucho sentido acumulado. Porque la pregunta sincera es un cuidado, no hay ninguna frialdad. Y esa es la esencia del lenguaje. El amparo”.

De esta forma, invita al reencuentro a través de la palabra.

Revise la conversación con Josep María Esquirol