Entretención

El viaje de un antipoeta

Imagen principal
POR Periodista Practicante |

Cristián Warnken recibe en su jardín al “Traficante De Libros” Ernesto Pfeiffer para adentrarse en la figura del antipoeta chileno que falleció a los 104 años de edad, Nicanor Parra.

Puede ocurrir que quienes hacen el ejercicio de leer los poemas de Nicanor Parra incurran en un problema: mientras leen, se les sobrepone la voz del antipoeta recitando su propia creación. En Desde el Jardín, mientras Cristián Warnken recita un poema del fallecido artista, una voz irrumpe en el estudio y comienza a recitar el mismo poema:

En este video no hay un fantasma o un fenómeno paranormal, sino una grabación que registra la voz de Nicanor Parra, el connotado poeta chileno. Premio Nacional de Literatura en 1969, hermano de la cantante Violeta Parra y considerado como el antipoeta de Chile, este personaje de la lírica nacional vuelve a manifestar su melancolía y sarcasmo en la conversación que sostiene Cristián Warnken con Ernesto Pfeiffer, doctor en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, cuya tesis de doctorado trata sobre la poesía de Parra.

Posiblemente la característica por la que Parra es más reconocido y recordado es su identidad como antipoeta. Sin embargo, esta es una faceta que adquirió con el tiempo, según cuenta Pfeiffer, ya que cuando comenzó a escribir sus versos estos eran “láricos”. Es decir, tratan sobre su pueblo de origen, su “aldea” (San Fabián de Alico, actual Región de Ñuble) y el recuerdo que hace Parra del pasado y de su tierra natal; muy distinto a los poemas irónicos que escribió más tarde cuando se consolidó como un antipoeta.

Antes de adentrarse más en la conversación, Pfeiffer coge una maleta que está sobre la mesa del estudio, le saca los seguros y la abre. Adentro no hay ropa ni elementos de viaje, sino libros amontonados (a Pfeiffer se le conoce como “El Traficante de Libros”). Luego toma uno de los libros con ambas manos para abrirlo en la primera página, que, si antes era blanca ya no lo es. En ella hay un escrito a mano con tinta negra. Es una dedicatoria del propio Nicanor Parra al poeta chillanejo Pedro Lastra.

Este es el primer libro que escribió Nicanor Parra, Cancionero sin nombre, de 1937. La obra, de acuerdo con Pfeiffer, muestra la importante influencia que tuvo el poeta español Federico García Lorca sobre Parra y “los poetas chilenos” de la época. Pero ya en ese momento Parra se distingue de los demás poetas al integrar de forma distinta los recursos de García Lorca en su prosa:

“Lo que hace Parra es aplicar el método de García Lorca a Chile. Apropiarse del método de Lorca. ¿Y cuál era el método de Lorca? La música. Son poemas/canciones. Él recupera toda una tradición de canciones pero también le imprime el surrealismo que estaba ahí”, afirma Pfeiffer sobre la originalidad de Parra. 

Un terremoto

Chillán, 24 de enero de 1939. Un sismo de 8,3 grados Richter deja 30 mil muertos, aproximadamente. El terremoto no sólo afecta a la ciudad, sino que también produce una “ruptura” en Parra. Se derrumba el periódico La Sospecha, para el que trabajaba, y ve morir a su mejor amigo, según cuenta Pfeiffer. Desde entonces cambió la forma de escribir del artista. Warnken recuerda las palabras de Niall Binns, poeta británico que escribió sobre Parra: “La obra de Parra es una demolición, reconstruye a partir de la demolición, de los restos”.

Con los años Parra se va distanciando cada vez más del poeta “lárico” y se acerca progresivamente hacia la antipoesía. En 1948 publica los tres primeros antipoemas, lo que significa para Pfeiffer un “punto de quiebre” en la poesía del autor chileno. Pero es en 1954, cuando publica el libro Poemas y antipoemas, que Parra consolida su nueva forma de escribir. Para Pfeiffer, el haberle puesto este título a su obra es lo que termina conformando la figura del antipoeta y la antipoesía.

Pfeiffer explica que la antipoesía se caracteriza por incorporar un humor negro, en el que el narrador está “alienado” de los demás y aparece en el texto “de manera violenta, encarando al lector”. Aquello es lo nuevo, lo que irrumpe en la forma de hacer poesía, según entiende el doctor en licenciatura.

El té más polémico de la historia literaria

Tomar té. Un simple té. Pero no siempre es simple. Durante una visita a Estados Unidos, Parra se reunió a tomar té con Pat Nixon (esposa de Richard Nixon), generando dudas en Chile respecto a su posición política. Como el antipoeta militaba en el Partido Comunista, fue criticado por la izquierda del momento.

Para esclarecer la posición política de Parra, Pfeiffer saca de su maleta una caja. Warnken le pregunta por la particular “cajita” y el académico le responde que son los Artefactos de Nicanor Parra, publicados en 1972.

—Pásame esa cajita para acá —dice Warnken. La sostiene en sus manos. La mira con detención.

Warnken abre la caja. Hay múltiples láminas con fragmentos escritos de Parra a modo de postales. Comienza a revisar las particulares tarjetas y a leer algunas de ellas: “¿Qué miran ociosos? Yo no soy el primero ni el último que salta desde un séptimo piso”, “Tercera vez en una semana que me caga una paloma, menos mal que las vacas no vuelan”. Warnken continúa revisando las láminas hasta que saca una que lo incita a volver al diálogo con Pfeiffer, ya que representaría la postura política de Parra:

Warnken y Pfeiffer recuerdan a otros poetas destacados de Chile como Pablo NerudaGabriela Mistral y Vicente Huidobro, y se preguntan qué lugar ocupa el antipoeta en el “olimpo” de los “grandes de la poesía chilena”, como los llama Warnken.

—¿Dónde lo colocas [a Parra] en la historia de la poesía chilena?, ¿qué tipo de dios es? —pregunta Warnken.

—Es el dios de la demolición, el que trajo la máquina y demolió, y al demoler dejó esbozadas todas las posibilidades que había al liberarse —contesta Pfeiffer.

El programa completo de Desde el Jardín puede escucharlo aquí.