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Juan Villoro: “Cada libro es el testimonio de una soledad”

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POR Fernanda Valiente |

Desde su casa en México, el escritor conversó con Cristián Warnken en Desde El Jardín, de Radio PAUTA, acerca de la administración de la cuarentena en su país, del apego a la tecnología y de los aspectos positivos del encierro.

“¿Por qué tenemos que esperar cataclismos para que el ser humano sepa quién es? Estas son oportunidades de hacer un examen de conciencia”, apunta Cristián Warnken en Desde El Jardín

“Sí. El virus es el mismo, pero se vive de distintas maneras en todas partes. Empezó la pandemia cuando estaba viviendo en San Francisco porque daba clases en Stanford. México es un país mucho más pobre, entonces estos confinamientos enfrentan instancias muy diferentes”, dice el escritor mexicano Juan Villoro, columnista de El País y de The New York Times.

México: un lugar donde, además, campea la economía informal.

“¿Cómo vives esta crisis o catástrofe global?”, pregunta Warnken, el anfitrión del programa de Radio PAUTA.

“La mayoría de la gente en México trabaja al margen de los trabajos oficiales que cuentan con un seguro médico. Entonces decirle a la gente que se quede en su casa cuando su vida depende de salir todos los días a vender unos tamales o unos tacos es mucho más complejo”, explica el autor de 8.8 el miedo en el espejo: una crónica del terremoto en Chile (2011)

Por eso afirma que se encuentran en un semiconfinamiento, ya que es un lujo. No todos pueden hacerlo.  

Un líder moral 

Ante el coronavirus, algunas naciones reaccionaron antes. Y otro aún no le toman el peso. 

“Cuando el gobierno acá nos invitaba a escondernos, el presidente de México [Andrés Manuel López Obrador] invitaba a su pueblo a salir, a consumir, a las fondas, etcétera. Me gustaría ver tu visión de la manera en la que el gobierno ha administrado esta crisis. Un estilo un poco religioso de conducción en algunos sentidos”, apunta Warnken.

“Tienes toda la razón en lo que mencionas del estilo religioso. El presidente se ha considerado a sí mismo como una fuerza moral […] Se puede decir que es una actitud folclórica, religiosa, irresponsable ante una pandemia mundial. Al mismo tiempo, hay que entender esto en un contexto donde la mayor parte de la economía es informal, golpeado por la pobreza con el aumento del dólar, el petróleo en picada. Entonces el deseo de ganar un poco de tiempo y de apostar que la pandemia no pegue tan fuerte en México es haberse puesto a jugar a la ruleta rusa con las políticas públicas”, sostiene el autor de El testigo (2007).

Incluso se realizó el Festival Vive Latino en Ciudad de México, al que asistieron alrededor de 40 mil personas.

Un capitalismo desacelerado

Villoro recuerda la novela La guerra de los mundos (1898), de H.G. Wells. En ella, los marcianos dominan la Tierra porque tienen una tecnología superior, pero de pronto empiezan a morir porque no son resistentes a las bacterias y gérmenes de este planeta.

El ser humano siempre ha estado enfrentado a las epidemias, dice. “Es cosa de ver a Boccaccio para ver la peste en otra época, o la gripe española. El ser humano ha estado en contacto con esto y la gran paradoja es que ha sobrevivido gracias a esto”, sostiene.

Porque la existencia actual de la raza humana supone “que otros en algún momento fueron frágiles y murieron. Es la muerte de nuestros antepasados lo que alimenta nuestra vida”. 

Para el escritor mexicano, este es solo un capítulo más dentro de la historia humana. Y llega a ser una oportunidad de crecimiento, considerando las polarizaciones políticas y los desafíos ecológicos.

“Necesitamos otro tipo de relación con la naturaleza. Acá en México los pueblos originarios, desde que empezaron a integrarse a comunidades, le piden perdón a la tierra para trabajarla y tienen un respeto por ella que nada tiene que ver con la economía extractivista. […] Por ejemplo, la gente de la ciudad que tiene aspiraciones de comida sana: ¿cómo la van a tener si no hay un control desde abajo?”, advierte.

El frenesí tecnológico

La angustia humana también ha sido potenciada por la dependencia de la técnica. Un crecimiento sin límites que muchas veces nos hace perder el control con los aparatos (y con nosotros mismos). “Entonces en vez de ser un medio se convierten en un fin del que dependemos”, señala Villoro.

En este sentido, rescata la idea de que es un momento de aprendizaje para “vivir con menos y mejor. Todos podemos prescindir de algo, no lo necesario, sino lo superfluo”.

Por algo Martin Heidegger hablaba de la búsqueda de la serenidad, mediante un desapego de la técnica. Usarla por su beneficio, pero no llegar al punto donde se pierde la reflexión. No llegar al punto de que el ser humano actúe en piloto automático sin entender el peligro detrás de la determinación por dominar lo indomable. Por dominar la naturaleza. 

“Hace falta un pensar más meditativo que calculante”, recuerda Warnken de la cátedra del filósofo alemán. 

“Pensamos que el progreso es siempre ir más rápido, hacer las cosas más instantáneas. Yo creo que esta pausa nos obliga a estar en nuestro cuarto. Ya lo decía Pascal en el siglo XVII: ‘La tragedia de un hombre es cuando no puede estar solo en su cuarto’. Entonces esto nos da la oportunidad de desacelerarnos y de pensar en nuestras prioridades”, determina Villoro.

El escritor, un experto del encierro

Pese a que el distanciamiento social continúa siendo un desafío para aquellos que deben compartir espacios, al menos cuentan con compañía, en comparación con las personas que viven solas. 

Pero no hay que olvidar que la potencia literaria se revela en esta soledad.

“¿Qué aprendizajes tienes del encierro que para muchos puede resultar claustrofóbico, que sin embargo tiene dimensiones positivas?”, pregunta Warnken.

“Sí. Los escritores somos profesionales del encierro voluntariamente. Decidimos estar enclaustrados y cada libro es el testimonio de una soledad. Se necesitan muchas horas de soledad para escribirlo, pero la gran paradoja de la escritura es que es una soledad misteriosamente compartida. Cuando lees estás en contacto con la mente de otro tiempo o de otro país, y lo mismo ocurre cuando escribes”, cuenta.

Por eso afirma que es una buena época para ser lectores: “Creo que hay muchas experiencias que nos revelan que la lectura le salva la vida a cualquiera en momentos extremos. Cuando estás en la cárcel, cuando estás enfermo, cuando naufragas en altamar y aparece un libro en la barca el hecho de que puedas leer algo realmente te salva de la locura”. 

De esta forma, es tiempo de reflexionar acerca de la fragilidad humana. Porque la crisis revela que no es lo mismo estar conectado que estar unido. Si queremos un planeta conectado, este tiene que ser solidario, “donde entendamos que la suerte de todos es la suerte de cada uno de nosotros”.

Hace falta más comunidad que sociedad.

Revise el programa con el escritor mexicano Juan Villoro