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Ocho filmes para recordar a Hitchcock

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Alfred Hitchcock presentando la casa de Noman Bates en el tráiler de Psicosis
POR Fernanda Valiente |

A 40 años de la “muerte aparente” del padre del suspenso, el “proyeccionista” de Desde El Jardín recorre su filmografía que explora los límites entre el erotismo y el abismo.

Alfred Hitchcock no improvisaba. Llegó a dibujar cada escena de su película, entonces se acumulaban carpetas y carpetas de cada filmación. “Se aburría un poco cuando grababa, porque tenía todo calculado, lo que no dejaba de ser un desafío para sus actores”, expresa el “proyeccionista de películas” David Vera-Meiggs en Desde El Jardín, de Radio PAUTA. “Con él era imposible discutir cambiar una escena o un gesto, una práctica común en el cine actual”, dice. 

Es entre permanentes dualismos cómo Hitchcock plasmó su trabajo cinematográfico. Fue un aprendiz del trabajo de Friedrich Wilhelm Murnau, influido por el expresionismo alemán y también por la literatura británica gótica.

A continuación, la lista de películas que exploran el juego con lo inverosímil del cineasta inglés idolatrado por Hollywood: 

La ventana indiscreta (1954)

“Hitchcock podría haber hecho maravillas en el confinamiento”, plantea Cristián Warnken, anfitrión del programa de Radio PAUTA

“Bueno, algo de eso ocurre en La ventana indiscreta. El sujeto (James Stewart) está confinado. Es fascinante ver cómo todo lo que vemos de los otros es una proyección de nosotros mismos”, declara Vera-Meiggs. “Hay una asociación con la caverna platónica, de la idea de que solo vemos sombras”, agrega.

Un hombre observa su vecindario a través de su patio trasero. Accede a la privacidad de distintas realidades. “Pero todo lo que ve tiene que ver con la vida del protagonista”, quien no se quiere casar con su novia (Grace Kelly).

De esta forma, la historia,hace recordar una idea básica del cine, que tiene que ver con la ambigüedad. La pantalla es tanto un espejo como una ventana. El reflejo de uno mismo, y el acceso a otro.

“Es un voyerismo. Uno se puede meter en las alegrías y en los secretos de otras personas. Todo ocurre en la oscuridad, sin que uno pueda ser visto”, comenta Warnken.

Los 39 escalones (1935)

“Esta historia es un desafío permanente a lo inverosímil”, reflexiona Vera-Meiggs.

Robert Donat se encuentra en un espectáculo de Mr. Memory, cuyo mayor don es memorizar. Luego de un balazo en el lugar, se escapa y se encuentra con una mujer en la calle. Cuando la invita a su departamento, la misteriosa mujer comienza a advertirle que debe tener cuidado de un hombre al que le falta un meñique y que debe ir Escocia. Trata de transmitirle un mensaje confuso, pero antes de llegar a hacerlo, muere. Donat, atrapado en medio de un asesinato y siendo perseguido, le pide la ayuda al lechero. Y la historia crece en misterios.

Mediante el miedo y el humor, el espectador intenta permanentemente ubicar a los hombres sospechosos que persiguen al protagonista.

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Rebeca (1940)

En esta película se presentan lo gótico, lo erótico y lo agónico. La protagonista, que se casa con un viudo, toma el lugar de la fallecida, Rebeca. Pero en esta casa recuerdan a la exesposa de una manera bastante idealizada.

“¿El erotismo en la obra de Hitchcock?”, pregunta Warnken.

“Siempre fantaseaba con mujeres del mundo inglés. Él dijo que jamás podría hacer una película con Sophia Lauren, porque carecía de misterio. Tenía la palaba sexo marcada en todas partes. Mientras que las inglesas con su recato aparente y su cierta frialdad le resultaban sumamente entusiasmantes”, indica Vera-Meiggs. Y pese a que algunos lo criticaron por su obsesión por contratar a actrices similares, fue un estereotipo que marcó a generaciones.

En esta historia el “sí” de una mujer trae consecuencias. Una amenaza oculta. “Por eso, como decía Francois Truffaut, las escenas de besos parecían asesinatos y los asesinatos parecen escenas de sexo”, agrega.

Tuyo es mi corazón (1946)

En este filme de espionaje “está todo envuelto en esta neblina de lo improbable que es más bien síquica que física”, propone el “proyeccionista”. Como cuenta Vera-Meiggs, Ian Fleming, creador de James Bond, reveló que se inspiró en el trabajo de Hitchcock. 

Cary Grant debe seducir a una mujer alcohólica (Ingrid Bergman). Tras ayudarla a salir del agujero, la entrega a un nazi oculto en Brasil, de quien se enamora genuinamente.

“Lo que más dice nuestro villano es ‘te amo’. Y bueno, un villano bien logrado, hace una buena película”, destaca Vera-Meiggs.

La soga (1948)

En La soga entró la reinvención del lenguaje cinematográfico. Todo ocurre en un espacio y tiempo continuo, donde los cortes se simulan, cuando dos universitarios intentan realizar el crimen perfecto. “Esto nunca lo habían intentado. Se juega algo sumamente importante. Hacer que el tiempo cinematográfico coincida con el tiempo real”, explica Vera-Meiggs.

En su obra, el espectador no puede pestañar. Porque no solo se debe prestar atención a los cambios externos en la vida de sus personajes, sino que también se instalan múltiples fluctuaciones internas.

Vértigo (1958)

Nuevamente hay una vuelta al pasado. James Stewart tiene un problema con el vacío, o con el abismo.

Al protagonista se le presenta la mujer que significa el peligro. Ella se lanza al mar, y él se lanza tras ella. No solo eso, sino que después la lleva a su casa. “Es un deseo inalcanzable, a tal punto que cuando la pierde, él decide bajar a los infiernos y enfrentarse con sus más oscuros demonios. Decide reconstruir la muerte”, cuenta el “proyeccionista”.

Hitchcock hace que el elemento erótico se confunda con el componente policial. ¿Logrará Orfeo salvar a Eurídice?

Psicosis (1960)

Una chica que toda su vida es frustración, se lleva un sobre de dinero. Mientras va por la carretera no deja de llover. Llega a refugiarse al misterioso hotel Bates. “Todo lo que vemos es lo que alude a un asesinato que no vemos, pero con la cabeza completamos. Entonces nos convertimos en cómplices. Nadie queda tranquilo, porque nos encargamos de unir los fragmentos”, explica Vera-Meiggs. 

“Recordemos que Hitchcock era de educación católica. Entonces todo lo ominoso viene desde arriba. En la escena de la ducha, el agua termina en un espiral. Se va por el desagüe de la tina, y todo lo que va hacia abajo es donde se dirige la intriga. Porque la señora Bates, la principal sospechosa del asesinato, está guardada en el sótano de la casa”, describe.

Mientras tanto, vemos cómo Norman sube con el cuerpo de su madre por las escaleras, para que no la descubran.

Los pájaros (1963)

Surge en un contexto en el que recién había sido posible la aniquilación nuclear. “La crisis de los misiles había sido un poco antes y la idea de la Guerra Fría estaba latente en el aire. Por lo tanto, en un pueblo chico apuntan a la mujer rubia (Tippi Hedren) como la culpable de traer los pájaros”, cuenta el proyeccionista. Estos seres representan lo indecible, todo lo que los personajes se guardan.

Otra ocasión en la que el peligro viene desde el cielo, que hoy se lee también como el peligro ecológico.

“Los pájaros se hicieron con sobreimpresiones. Una cosa que hoy está completamente pasada de moda. Cuando se la muestro a mis estudiantes me dicen ‘qué bueno los trucos antiguos’. Porque la sensación que se produce es espantosa igual. Tenemos claro que es un truco. Pero sentimos los picotazos por todas partes”, comenta.

Vea el programa de la “muerte aparente” de Alfred Hitchcock