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El viaje vital del maestro chileno de la teoría del color

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POR Fernanda Valiente |

El ganador del Premio Nacional de Artes Visuales 2019, Eduardo Vilches (87), conversó con Cristián Warnken sobre su obra, su relación con el paisaje y su paso fugaz por la fotografía.

Austero. Un hombre de pocas palabras. Que no maneja. Y que tiene una casa en medio de un bosque de Chiloé. Ese es Eduardo Vilches, el artista, el grabador, el genio y el Premio Nacional de Artes Visuales 2019, quien desarrolló la teoría del color a través de la práctica en la docencia artística nacional. 

“A través de una serie de ejercicios lo que se pretende es desarrollar la percepción visual para el color, y darse cuenta de las cosas que pasan, por qué y cómo se pueden controlar”, cuenta el discípulo de Josef Albers, quien fue alumno y profesor de la Escuela de Bauhaus, el renombrado centro de arquitectura y diseño creado en 1919 en Alemania. 

Albers hizo un taller en el que el color se experimenta en papel y no en la pintura, explica Vilches, dado que en el primero “la longitud de onda es la misma, pero nosotros percibimos otra cosa”, según la interacción con los objetos que lo rodean, cuenta en Desde El Jardín, en una conversación junto a Cristián Warnken.

Autodidacta, en las décadas del 50 y 60 se interesó por el paisaje de la costa y los acantilados, principalmente entre Algarrobo y Valparaíso, buscando retratar lo natural.

Reconoce que parte de la motivación de sus primeros trabajos de dibujo tiene que ver con su crianza en Concepción. Cuando viajaba en tren al sur, “había tiempo para imaginarse cosas. Lo pasé muy bien mirando todo lo que pasaba, porque antes el tren no andaba tan rápido como ahora; entonces, uno tenía el tiempo de fijarse en todo lo que iba pasando en el campo y los animales”, recuerda.

Contra la corriente 

En 1959, Vilches decidió establecerse en la Facultad de Artes de la Universidad Católica, después de haber trabajado como parte del Departamento de Arquitectura, durante el decanato de Sergio Larraín García-Moreno, quien fundó el Museo Chileno de Arte Precolombino

El Taller 99, que reunió a artistas y poetas en el campus Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile (la primera sede de la Facultad de Artes), había sido creado por Nemesio Antúnez. Y ahí fue dónde recayó Vilches, quien se define como un artista gráfico. En este “tipo de tertulia”, el grabador cuenta que “se hacía principalmente el trabajo en metal”, el que se experimentaba “con texturas y era cercano a la pintura”. 

Pese a la corriente del grupo, el artista optó por su propia área, que utiliza la línea y la forma como principios creadores: la xilografía. “Nada mejor que el blanco y negro para poder destacar la línea y la forma, que pueden ser siluetas también. Eso me interesó. Reconocer la forma mirando los bordes”, explica.

Un caso particular

Ganador de la Beca Fulbright, en 1960 se fue a la Universidad de Yale, donde sorprendería a sus compañeros al salir de las normas de las técnicas utilizadas. “Hacía todo lo contrario a lo que hacían mis compañeros, porque en esa época estaba el formalismo, que era mucha materia y abstracto. Ponía las plantas en el ácido hasta que se rompían, producían unos relieves que produjeron un muy buen efecto porque ellos hacían cosas más controladas”, cuenta.

En su vuelta a Chile, al año siguiente se integraría al taller de dibujo de Roser Bru y ese mismo año nacería su curso dedicado al color, en el marco de la Reforma Universitaria de los 60, un contexto que lo llevaría a aproximarse al ser humano y, posteriormente, a la representación de la realidad a través de la fotografía.

Preparando su próxima exposición, se centrará en la abstracción: cómo cambia la mirada de un objeto, según la perspectiva.

Y cuenta que su visión actual de los alumnos de arte no es muy prometedora, ya que los encuentra “despistados” en su gran mayoría. “Pierden mucho el tiempo y como no están realmente interesados, de repente les gusta más quedarse en la casa”, señala.

Revise el programa completo de Eduardo Vilches: