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La olla política hirvió con la Casen 2017

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POR Eduardo Olivares |

El exministro de Desarrollo Social Marcos Barraza acusa al actual titular de la cartera, Alfredo Moreno, de manipular los datos, faltar a la ética y de sesgar la información. Oficialismo y oposición libraron su propia batalla.

Cifras, láminas, gráficos. Y sobre todo la carga de las palabras. La publicación de los resultados de la encuesta Casen 2017 levantó el hervor de turno entre el oficialismo y la oposición, dado que el Gobierno acusó que las políticas públicas de la administración de Michelle Bachelet están tras lo que indicó como un “estancamiento” y hasta “malas noticias” en materia de pobreza y distribución del ingreso.

Para dilucidar cuáles son las batallas que se libraron por la Casen 2017, conviene dividir en tres áreas la discusión: la medición clásica de la pobreza, la medición “multidimensional” de la pobreza y la desigualdad de ingresos. La Casen es una encuesta que, por medio de una exhaustiva recopilación de datos urbanos y rurales en todo el país, obtiene los datos que reflejan el grado de desarrollo socioeconómico de Chile.

Medición clásica de la pobreza

En la conferencia de prensa para anunciar los datos de la Casen 2017, el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, repasó rápidamente los datos de la medición clásica de pobreza, también conocida como “pobreza por ingresos”. Si los ingresos por habitante de un hogar son iguales o inferiores a lo necesario para financiar una canasta básica de 2.000 calorías de alimentos, se dice que es una persona en “extrema pobreza”. Si sus recursos le permiten financiar esa canasta y además otro conjunto determinado de bienes y servicios mínimos, pero nada por sobre eso, se dice que está en “pobreza”. La línea de la pobreza corresponde hoy a unos $160 mil por persona, y $107 mil en el caso de la pobreza extrema.

“Chile, en este período de 11 años, ha tenido una caída en la pobreza por ingresos de más de 20 puntos, y en la pobreza extrema, de más de 10 puntos”, planteó Moreno. El punto político lo hizo de inmediato, al decir que con Piñera el combate a la pobreza es más efectivo: mientras durante el gobierno de Michelle Bachelet II la pobreza por ingreso se redujo en 5,8 puntos, en el período de Piñera I disminuyó en 10,9 puntos. “Tenemos una caída por ingresos [en el gobierno de Bachelet] a la mitad de la velocidad de lo que teníamos en el período anterior [de Pïñera]”, afirmó.

Para el  director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, David Bravo, habitual colaborador experto de los distintos gobiernos en estas materias, resulta relevante que la pobreza haya caído en los años recientes. “No debemos olvidar que cayó en un contexto de bajo crecimiento económico. Eso es revelador de la importancia de las políticas sociales, sin las cuales tal vez hubiésemos tenido otros resultados”, comentó a PAUTA.cl.

Al detallar las cifras regionales, el ministro Alfredo Moreno se detuvo en la Araucanía, cuya tasa de pobreza anotó un 17,2%. “Nuevamente la Araucanía tiene el doble de la tasa de pobreza que en el resto del país”, afirmó la autoridad. El ministro tiene en esa zona una tarea prioritaria como parte de uno de los acuerdos nacionales propuestos por Piñera, así como un plan de impulso económico especial para la región que el propio Mandatario destacó en su cadena nacional del martes cuando indicó que habrá incentivos tributarios especiales allí.

Fue este énfasis en la pobreza en la Araucanía uno de los primeros elementos que cuestionó el predecesor de Moreno en el Ministerio de Desarrollo Social, Marcos Barraza (PC). “Hay una manipulación y una falta de ética tremenda en los dichos del ministro cuando señala que la Araucanía es la zona más pobre”, dijo Barraza en el programa Pauta en Desarrollo, de PAUTA100.5. Ello, porque aunque el dato es correcto, critica que Moreno no menciona que entre 2013 y 2017 la pobreza allí bajó en más de 10 puntos porcentuales, desde 27,9% a 17,2%. 

Algunos parlamentarios opositores, como el DC Matías Walker, salió con rapidez vía Twitter a dejar su constancia. “Me quedo con mirar el bosque completo”, mencionó en referencia a lo importante que fue la disminución total de la pobreza.

Medición multidimensional de la pobreza

Existe una forma de medir la pobreza que no se limita a contar ingresos. Se trata de una mirada más integral, que recoge la calidad de vida de las personas y calcula otras variables más amplias, de acuerdo con factores previamente establecidos. Se trata, así, de incluir las carencias y privaciones de la población en dimensiones más complejas. En una primera etapa, se evaluaron cuatro dimensiones (educación, salud, vivienda, y trabajo y seguridad social), pero se estableció que se agregaría una quinta dimensión que se estrenó ahora (entornos y redes).

Esta forma de medir la pobreza cuenta con el apoyo entusiasta de los expertos en la materia. Además, se efectuó con el apoyo técnico de numerosas entidades internacionales y con conclusiones compartidas por los gobiernos de Piñera I y Bachelet II, a partir de la Comisión Asesora Presidencial para la Medición de la Pobreza (CMP) cuyos resultados fueron presentados a Piñera en enero de 2014. En síntesis, la pobreza multidimensional es una metodología aceptada en forma amplia.

Y los resultados de la Casen 2017 en pobreza multidimensional fueron modestos. 

En la medición con cinco dimensiones (educación; salud; trabajo y seguridad social; vivienda y entorno, y redes y cohesión social), la tasa de pobreza multidimensional llegó al 20,7%, cifra casi idéntica al 20,9% de 2015. Incluso si se midiera con cuatro variables, en 2017 alcanzó el 18,6% y en 2015 había sido 19,1%. En ninguna de las dos mediciones multidimensionales existe un cambio estadísticamente significativo; es decir, la diferencia entre 2015 y 2017 es, desde el punto de vista estadístico, imperceptible. Son lo mismo. O para decirlo como lo planteó el Gobierno: denota un estancamiento.

La munición del ministro Moreno, sin embargo, fue más allá: “Es una mala noticia”, dijo: “Por primera vez, desde que se mide la pobreza en Chile, se ha estancado. No tenemos mejora en la pobreza”. El problema con esa frase, si se tomara aislada, es su imprecisión: la pobreza, entendida en forma clásica por ingresos, siempre ha disminuido en Chile y en 2017 lo hizo una vez más. Moreno, en cambio, pareció referirse a la pobreza “multidimensional”, que en todo caso cuenta con cinco Casen comparables a partir de 2009. No hay manera de saber cómo se comportó antes la pobreza así calculada.

“Hay una interpretación sesgada de los datos por parte del gobierno actual”, acusó el exministro Marcos Barraza. En conversación posterior con PAUTA.cl, Barraza cuestionó la presentación de los datos proporcionada por Moreno. En términos de la pobreza multidimensional, aseguró que si no hubiera sido por el Estado y sus políticas sociales, las distintas dimensiones de la pobreza pudieron haber tenido un profundo deterioro.

En eso está de acuerdo el economista David Bravo. Junto con destacar que la medición multidimensional permite lecturas más integrales del fenómeno, Bravo cree que ver estos detalles confirman la efectividad del gasto público en los sectores más vulnerables.

Barraza dio como ejemplo lo que ocurre en la dimensión del trabajo, y en particular en una variable llamada “seguridad social”. Allí, comentó, el porcentaje de hogares carentes bajó de 32,3% en 2015 a 30,7% en 2017. “Eso significa que en esos hogares aumentó la formalidad; es decir, hay trabajos con contrato y prestaciones sociales”, describió. Con todo, se trata de una disminución de menos de dos puntos porcentuales, bastante poco como para destacar aquello como un logro relevante. Barraza acepta que “hay mucho por hacer”.

“Lo que muestran los datos, así muy gruesamente, es que hay un deterioro en la situación del 20% más pobre del país”, había dicho sin embargo Moreno. “Ese deterioro proviene de falencias del mercado del trabajo. Son mayores niveles de desocupación en ese grupo. Si uno va a mirar a las personas que están en el grupo más pobre, tienen tasas más altas de desocupación y aumentaron comparativamente entre 2015 y 2017”, dijo. En la categoría de ocupación existe efectivamente un incremento estadísticamente significativo, pero es marginal: pasa del 9,3% al 9,8% entre 2015 y 2017.

Aprovechando la cadena nacional que usó para adelantar los contenidos de la propuesta del Gobierno en modernización tributaria, el propio Presidente Sebastián Piñera criticó los resultados de la Casen en las mismas coordenadas que su ministro Moreno. “La pobreza multidimensional se estancó, principalmente por graves debilidades en el campo de la creación de empleos, las pensiones, los servicios sociales y la seguridad ciudadana”, expresó el Mandatario. No está claro a qué se refirió con “servicios sociales”, puesto que no hay ningún ítem con ese nombre y, de todos modos, hay varias categorías “sociales” que tienen resultados positivos y negativos. En cuanto a “seguridad”, el propio Ministerio de Desarrollo Social informó que la diferencia entre 2015 (11,1%) y 2017 (12%) “NO es estadísticamente significativa”.

Distribución del ingreso

El fuego entre el oficialismo y oposición estuvo más caliente cuando se encendió la discusión sobre la distribución del ingreso. Chile Vamos se concentró en críticas sobre un “empeoramiento” de estos indicadores, con lo que atacó una línea sensible de la izquierda que tiene en esa área su bandera. Después de todo, Bachelet llegó al poder en 2014 con el discurso de la promoción de la igualdad, lo que no tendría reflejo en los datos de la Casen 2017.

“Hay un empeoramiento en la distribución de los ingresos, de acuerdo con los datos que hemos recibido hace poco”, comentó Moreno. 

Hay un primer indicador que, no obstante, no muestra un empeoramiento, pero tampoco una mejoría. Se trata del coeficiente de Gini, índice que muestra que mientras más próximo a 0 la sociedad es más igualitaria, y más cercano a 1 es más desigual. En esta Casen se entrega el coeficiente Gini de tres maneras: qué pasa con los ingresos de las familias cuando solo perciben recursos por su trabajo (“ingreso del trabajo”), cuando a lo anterior se suman otros recursos propios, como activos (“ingreso autónomo) y cuando a todo lo previo se suman las transferencias desde el Estado por medio de subsidios y otros traspasos (“ingreso monetario”). Los más usados son el Gini de ingresos autónomos y monetarios: el primero muestra sobre todo la capacidad del mercado de redistribuir sus ingresos, y el segundo refleja la capacidad del Estado para corregir las inequidades del mismo mercado.

En 2017, para los ingresos autónomos de los hogares, el coeficiente Gini fue de 0,502. La diferencia entre esa cifra y la de 2015 (0,495) no es estadísticamente significativa. Es decir, la desigualdad así medida quedó estancada; no subió, pero tampoco bajó. Pese a ello, el Gobierno presentó un gráfico con un alza evidente (ver imagen abajo), lo cual fue duramente cuestionado en las redes sociales por diputados tales como Giorgio Jackson (RD): “Malos resultados de la #Casen2017, pero este gráfico es una burla a la inteligencia de las personas, con el fin de obtener una pequeña ventaja político-comunicacional. Vergonzoso“.

Lámina 25 de la presentación del Ministerio de Desarrollo Social, donde se exhibe un alza de ocho milésimas del indicador de desigualdad de ingresos con una escala que permita reflejar ese valor. Se trata, sin embargo, de un cambio estadísticamente no significativo, como informa el mismo ministerio en otra nota al pie de página.

En relación con el Gini de los ingresos monetarios, el resultado es de 0,488 en 2017, casi lo mismo que el 0,482 de 2015. Nuevamente no hay una diferencia estadística relevante, más allá de que la desigualdad disminuye siempre cuando se toma en cuenta el rol del Estado. El académico David Bravo piensa que si se midieran otras contribuciones del Estado que no son transferencias directas a las personas, pero sí hechas en bienes y servicios, como la gratuidad universitaria, la Casen no solo sería más completa, sino además reflejaría un avance notorio de la igualdad.

“Muy grave, la distribución del ingreso empeoró”, apuntó el Presidente Piñera.

Eso es cierto al mirar otros indicadores de desigualdad presentados por el Ministerio de Desarrollo Social. Esos indicadores comparan lo que gana un porcentaje de los hogares de más recursos, con otro porcentaje de los hogares más pobres. El más usado de estos indicadores, conocido como “10/10”, mostró que el 10% más adinerado de Chile obtuvo 30,8 veces más ingresos autónomos que el 10% más pobre. Esa brecha alcanzó las 27,2 veces en 2015. Es decir, hubo un retroceso pequeño, pero retroceso al fin, en la redistribución de los ingresos. De hecho, este deterioro fue destacado por economistas como Aldo Lema y Pablo Correa (panelista de Primera Pauta, en PAUTA100.5)

El exministro Barraza dijo que parte de la explicación está en que se han integrado a la economía sectores antiguamente desplazados de ella, como los discapacitados y las mujeres. Una vez que entran, obtienen plazas peor pagadas y por lo mismo, teorizó, llevan el indicador hacia abajo. Apuntó que la situación pordría de hecho ser peor si el gobierno de Bachelet no hubiese ejecutado políticas sociales en favor de esos mismos grupos. El resultado de esa intervención también puede medirse, en este caso por medio de los ingresos monetarios. La Casen aquí informa que el índice 10/10 baja hasta 17%, pero aun así es mayor al 16% de 2015 y muy similar al mismo indicador de 2011 y 2013. El estancamiento es evidente.

En Renovación Nacional, los senadores fueron particularmente profusos en sus críticas.

El senador Manuel José Ossandón, de ese partido, declaró: “Pobreza estancada. Desigualdad aumentada. Ese es el gran legado. Las políticas de la Nueva Mayoría, lideradas por la presidenta Bachelet, hicieron que los chilenos vivan peor. El resto es humo, discurso, adorno”. 

Para el senador Francisco Chahuán, la administración Bachelet solo “ahondó en las desigualdades”.

Una minuta que circuló entre parlamentarios de la oposición buscó aunar el discurso de respuesta al oficialismo. En el documento se destaca lo mismo que dijo Barraza: la formalidad laboral, la disminución global de la pobreza, y el papel fundamental de las políticas sociales del Estado para aliviar los impactos del mercado.

El senador Andrés Allamand (RN) centró sus acusaciones en el gobierno de Bachelet. “Las reformas que pretendían terminar con la desigualdad que se implementaron durante el gobierno anterior solo contribuyeron a aumentar”, dijo. Para Barraza, esa afirmación de Allamand es injusta, puesto que ni las reformas estaban operando ni, mucho menos, podrían haber un efecto visible de ellas tan pronto. Es más, incluso comenta que solo podrían evaluarse en 2019, cuando ahora sea este Gobierno el encargado de medir esta Casen.

El senador Jaime Quintana (PPD), quien hace años acuñó la criticada figura literaria de la “retroexcavadora” al referirse a cómo las reformas que iniciaría Bachelet apuntaban a un cambio del modelo, tuvo su propio flashback. “Hay que aplicar retroexcavadora si queremos de verdad un Chile más justo”.

Por ahora, las críticas del oficialismo a la ex Nueva Mayoría se concentrarán en las reformas impulsadas por Bachelet en las áreas tributaria, laboral y educacional. Todas ellas, comentan los parlamentarios de Chile Vamos, provocaron el estancamiento de la pobreza multidimensional y un deterioro de la distribución del ingreso, como plantea el senador UDI Víctor Pérez Varela.