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La semana bipolar del Gobierno

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POR Marcela Gómez |

El cambio de gabinete cierra una semana de logros en lo político, pero donde el “fuego amigo” en la economía subió de nivel, exigiendo apurar la agenda de cambios.

El primer cambio de gabinete del Presidente Sebastián Piñera cierra simbólicamente una semana que podría catalogarse como bipolar, con el gobierno transitando a dos bandas: en la política, instalando exitosamente una agenda que logró amplio respaldo; en la economía, controlando el “fuego amigo” que exige concretar los anuncios y que las mejoras cifras “le lleguen a la gente”.

Logros políticos

Reflejando el estilo 24/7 del Presidente, la semana partió no el lunes, sino el domingo 5 en con un anuncio altamente sensible: la firma de los proyectos de ley que reemplazan al Sename, el cierre de recintos estatales donde hubo maltrato a menores y el lanzamiento de la primera residencia familiar bajo protección del Estado.

La agenda del Mandatario durante la semana siguió el mismo guion: temas sociales de alto impacto, que despiertan apoyo ciudadano y respaldo transversal. Es el caso del proyecto de ley de sala cuna universal, que no prosperó en su primer gobierno pero que ahora fue valorado por todos los sectores al derribar una barrera clave para la inserción laboral femenina. En la misma línea de abrir más espacios en el mundo laboral está el anuncio de una iniciativa para promover el teletrabajo, aunque esta propuesta también despertó críticas.

Incluso en el ámbito más político el Jefe de Estado cosechó aplausos esta semana. La decisión de derogar la llamada Ley Reservada del Cobre y avanzar a un nuevo mecanismo de financiamiento de las Fuerzas Armadas, un tema que se ha arrastrado por décadas, tiene ahora muchas probabilidades de avance gracias al buen trabajo prelegislativo del ministro de Defensa, Alberto Espina, que logró hasta que el presidente del PS, Álvaro Elizalde, diera su respaldo en La Moneda. Además, Sebastián Piñera felicitó la nominación de Michelle Bachelet en la ONU, aunque la criticó al día siguiente tras las también críticas declaraciones de la exmandataria respecto de la economía en una entrevista en The Clinic.

Es que en la economía, hay que decirlo, se instaló una nube extraña esta semana.

Críticas en la economía

Una cierta incomodidad sobre lo que está pasando en la economía ya se había instalado con el reciente debate entre el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y las agencias calificadoras de riesgo respecto de cuándo comenzó el deterioro de la situación fiscal de Chile. Moody’s dijo que en 2010, y fue respaldada luego por Fitch que estimó que había sido más bien en 2012, lo que dejó off side al ministro que había culpado al gobierno anterior de la baja en la nota de Chile que concretó Moody’s.

El pasado lunes, Felipe Larraín se levantó con el pie derecho y se fue a una empresa metalúrgica para comentar el Imacec de junio, que creció 4,9% y permitió cerrar el primer semestre con un avance de 5,2%, el mejor desde 2012.

Pero ese misma día, en un seminario, el ministro sinceró la presión que está sintiendo desde diversos frentes que piden que se concreten las reformas anunciadas y que el gobierno apure el tranco.  Ahí, frente a la élite económica del país, pidió “paciencia” ya que “apenas llevamos cinco meses en el gobierno”.

El mundo empresarial replicaría después insistiendo en la necesidad de avanzar en cambios laborales (algo que no está en el programa de gobierno), tributarios y medioambientales. También develando inquietud por la debilidad que muestra el mercado laboral, con tasas de desempleo e informalidad que no exhiben mejoras relevantes respecto del año pasado, además del estancamiento en la evolución de los salarios reales. Esta preocupación también ha sido expuesta por el Banco Central.

Pero al día siguiente, las críticas le lloverían a Felipe Larraín. Esto durante la presentación en las comisiones unidas de Hacienda y Trabajo de la Cámara de Diputados del reajuste al salario mínimo, ya que su inédita propuesta de aumento por cuatro años indexada al crecimiento de la economía no logró respaldo ni siquiera entre los parlamentarios oficialistas. Aunque al día siguiente logró que se aprobara la idea de legislar, eso fue sólo con el compromiso de presentar una nueva fórmula el lunes próximo.

La tarea de corto y mediano plazo para el titular de Hacienda no es fácil: la semana próxima tiene que avanzar y ojalá cerrar el reajuste del salario mínimo, y hacerlo además de una forma que no lo descapitalice para las batallas que vienen: presentar la reforma tributaria y la de pensiones (ambas comprometidas para septiembre), negociar el primer presupuesto de esta administración y seguir modulando las expectativas, algo que se volvverá más desafiante a medida que (como prevén en el mercado) el crecimiento económico se vuelva más modesto en la segunda parte del año.