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Desde el Brexit y el género a las convicciones de la derecha: las definiciones de Lucía Santa Cruz

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PAUTA
POR Matias Bobadilla |

La académica y figura de la derecha liberal conversa con Cristián Warnken de cómo ha cambiado la situación en Reino Unido y también repasa actualidad de la sociedad chilena.

Historiadora, filósofa, directora de empresas, columnista de El Mercurio. Una de las figuras más importantes de la derecha liberal chilena. Lucía Santa Cruz conversa con Cristián Warnken en Desde el Jardín sobre la democracia liberal, la crisis de las humanidades, los modelos de justicia social y el feminismo, entre otras materias.

“Los últimos años hemos experimentado cambios tan vertiginosos que las formas de relacionarnos en esta nueva sociedad no está bien establecida, y eso ha llevado a una gran polarización. La modernidad, la globalización, tienen beneficios insospechados para el ser humano, pero también crean muchas problemas y hay personas que no se adaptan”, reflexiona.

La historiadora vivió 15 años en Inglaterra entre los años 60 y 70 estudiando en la Universidad de Oxford y conociendo profundamente esa sociedad. Hoy, dice, la sociedad inglesa ha cambiado enormemente. Ha perdido valores como el fair play. “Me tocó estar en la campaña pre-Brexit y yo no podía creer el grado de polarización, descalificación y quiebres de familia por el Brexit. Y algo que yo no había visto nunca en Inglaterra: la incapacidad de ponerse en el lugar del otro”, cuenta.

Referendos y desprestigio de las instituciones

“No es un azar que hoy se esté discutiendo la muerte de la democracia. […] El referéndum es un elemento que no es propio de las democracias representativas, los referéndum han sido siempre elementos de dictadores porque reducen temas muy complejos a decisiones binarias”.

“Son instituciones [parlamento, partidos políticos] que han servido muy bien a la humanidad, nos han permitido crecer en libertad, en desarrollo personal y material, que cambia la vida de las personas. Y nos ha llevado a un entendimiento más civilizado. Las instituciones se resquebrajan y eso es lo que lleva al populismo“.

Convicciones de la derecha

“Uno de los muchos efectos malos que tuvo la imposición de un modelo económico que yo comparto es que no hubo un proceso de convencimiento, una necesidad de hacerlo propio, y se vendió como una herramienta eficiente. Para mucha parte de la derecha la política es como un Excel, donde hay número, pequeños crecimientos, pero como digo le falta el worth [valor]”.

“Cualquier opción política responde a un concepto de lo que uno cree que es justo. Yo no he estado nunca dedicada a defender ciertas ideas conectadas con la derecha para que los ricos sean más ricos o para que el PIB crezca un 1,3%. Es por un sentido de lo que es justo. En el mundo moderno hay dos sentidos de justicia en competencia: el socialista, en donde no hay justicia si no hay igualdad absoluta material, y un concepto que dice ‘la diversidad es algo que nos enriquece, tenemos que tener igualdad de derechos y ante la ley’ […], pero no es posible imponer la igualdad absoluta sin un costo demasiado alto para la libertad de las personas”.

En la discusión acerca de cómo llamar al período del gobierno militar, Lucía Santa Cruz no da rodeos: “¿Gobierno o dictadura? Me da exactamente lo mismo. Es un problema semántico. Es un régimen militar que fue una dictadura”. 

La importancia de Adam Smith y el modelo chileno

“En el siglo 17 y 18 se produce una gran revolución de las ideas. El conocimiento hasta esa época premoderna estaba basado en la tradición, en la autoridad revelada, en lo que la Iglesia comandaba, y las personas no eran libres para pensar, no tenían lo que ahora damos por descontado. Y comienzan a surgir nuevas ideas, y una fue la transformación del pensamiento económico que introduce Adam Smith donde dice que las personas tienen que ser libres para producir”.

“Adam Smith está revolcándose en su tumba, igual que [Karl] Marx está revolcándose en su tumba con [Nicolás] Maduro. Smith era obsesivo contra los monopolios y la colusión. […] Era un filósofo moral, no un pragmatista eficientista, y su preocupación principal era la suerte de los más pobres. Él descubre este sistema que permite crear riqueza por primera vez en la historia del ser humano”.

Sobre Smith, recomienda especialmente la lectura de la Teoría de Sentimientos Morales.

Abandono de las humanidades

“Siempre las humanidades han sido el instrumento para crear civilización, porque estudian las manifestaciones del ser humano; son formas de conocer a través de lógicas disciplinarias distintas. Estamos en vista de una revolución que ni siquiera nos imaginamos y que va a trastocar todo lo que conocemos”.

“El 70% de los trabajos que hoy hacen los seres humanos lo van a hacer las máquinas. Entonces tenemos que preguntarnos qué enseñamos en las universidades de manera de producir personas con suficiente flexibilidad para que puedan seguir adaptándose a estos cambios vertiginosos. Solo las humanidades pueden proveer eso, porque son las únicas disciplinas donde no hay Excel, donde no hay respuestas únicas, hay deliberación, reflexión, y cada vez más las personas con estas capacidades van a sobrevivir a este desafío”.

Feminismo e ideología de género

“El feminismo cree que la identidad de las personas está determinada enteramente por su género. Mi identidad es mucho más compleja, por supuesto que soy mujer, pero también persona, historiadora, chilena, tengo muchas dimensiones. A mí no me pueden obligar a pensar nada más que con criterios de género y creo que eso es lo que se está haciendo”, subraya.

“Estamos en la época de la victimización”, profundiza: “Toda la política de identidad se basa en el presupuesto de que hay víctimas: mujeres, homosexuales o cualquier opción distinta al binarismo, y que la sociedad tiene una deuda histórica con ellas que hay que reparar. […] Yo tuve esta conversación con la presidenta [Michelle] Bachelet en Rusia, y yo le decía que mi temor es que la victimización de las mujeres las desarma, debilita, con una historia de opresión. De víctimas no salen mujeres poderosas. Víctimas somos los seres humanos, mucho más víctimas que las feministas que aparecen despechugadas en la Alameda son muchos hombres que viajan cinco horas en una micro para proveer a su familia en condiciones precarias, y nadie habla de ellos”.

El punto de fondo, comenta Lucía Santa Cruz, es que buena parte del discurso se basa en el comportamiento de una ínfima minoría de hombres. 

“Me rehúso a un mundo donde mi padre, mis hermanos, mis hijos, mi marido, mis amigos deben ser mirados potencialmente como agresores que no tienen derechos, porque en este proceso se han violado muchos procedimientos ligados al debido proceso; ha habido linchamientos. En algunas universidades norteamericanas basta con la declaración de la víctima. El acusado no tiene derecho a defenderse y se lo condena a priori a programas de sensibilización. Esto está llevando a una sociedad muy asexuada y eso no me encanta”.

Control preventivo

“La derecha puso como test del éxito del gobierno del Presidente Sebastián Piñera su capacidad para dejar un sucesor. Eso le impone una obligación de popularidad que hace que el Gobierno se mida mucho por las encuestas. Qué hubiera hecho [Winston] Churchill durante la guerra si hubiera mirado encuestas todos los domingos, después de cada bomba que caía se hubiera rendido a Hitler“, ejemplifica.

“Aquello que la mayoría aprueba no es necesariamente mejor”, dice. En el control preventivo de identidad, por ejemplo, “hay una incongruencia entre definirse como liberal y estar a favor de más restricciones a las libertades individuales de la gente que camina por la calle”.

Mire la entrevista con Lucía Santa Cruz en Desde el Jardín: