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Un ajuste ministerial con gusto a cuenta pública

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Agencia Uno
POR Josefina Ríos |

La Moneda organizó una cuidada puesta en escena: solo salieron dos ministros, llegaron dos personas de confianza del Presidente y el propio Piñera aprovechó la atención para defender con vehemencia su gestión.

Las primeras alertas se dieron cerca de las dos de la tarde. Trascendía que un cambio de gabinete era inminente. Un par de horas después ya era un hecho: todos los secretarios de Estado habían citados por el Presidente Sebastián Piñera a las 18:00 horas al salón Montt Varas en el Palacio de La Moneda. El Mandatario anunciaría su primer ajuste ministerial, pero se desconocía la lista oficial de los ministros que dejarían su cargo.

Durante toda la tarde, el mundo político y la prensa especuló sobre los ministros que saldrían. Se manejaba un listado preliminar que comprendía cuatro carteras: Educación, Cultura, Economía y Salud. A este cuadro se sumaba Medio Ambiente, ya que su titular, Marcela Cubillos, se daba como carta segura para ocupar el sillón que dejaría Gerardo Varela e Educación. Pese a estos vaticinios, el gran cambio de gabinete esperado se transformó en un ajuste acotado, anunciado por el Presidente Piñera pasadas las 18:15 y que confirmó la partida de Varela del Mineduc y de Alejandra Pérez del recién creado Ministerio de las Culturas y las Artes. Tras los juramentos de rigor, el Mandatario se extendió por largos minutos defendiendo los primeros cinco meses de su gobierno.

Cubillos (UDI) efectivamente asumió en Educación. “Su nombre sonó con fuerza para esta cartera a comienzos de año. Ella estuvo ocho años en la comisión de Educación de la Cámara de Diputados y sabe mucho del tema, fue la negociadora por la UDI durante la tramitación de la LGE. Además, es una política de fuste, no va a cometer equivocaciones como las que hicieron tristemente famoso a Gerardo Valela”, asegura un diputado de la UDI. Un funcionario de Gobierno agrega que también se ve con muy buenos ojos que sea una mujer quien asuma este cargo, pues fue en las universidades donde nació el movimiento feminista, el cual ha cobrado muchísima fuerza en los últimos meses.

Para Medio Ambiente y Cultura, Piñera optó por dos personas de su círculo de confianza: la exministra del Sernam y exministra de Educación, Carolina Schmidt, y el hasta ahora jefe de Contenidos y Estrategia del Segundo Piso, Mauricio Rojas, respectivamente. Tal como sus antecesores, ambos ministros tampoco militan en partidos políticos, lo que en algunos círculos de poder fue interpretado como una señal del Mandatario a Chile Vamos de que no aceptará presiones.

 

¿Por qué ahora?

Un estrecho colaborador del Ejecutivo asegura que el ministro de Interior, Andrés Chadwick, y su par de la Secretaría General de Gobierno, Cecilia Pérez, venían empujando un cambio ministerial desde hace al menos 10 días. Si bien la evaluación de la gestión de casi todos los ministros era buena, en el comité político acusaban el golpe en la popularidad del Gobierno durante las últimas dos semanas. Las responsabilidades apuntaban a los desaciertos comunicacionales, principalmente de Gerardo Varela y José Ramón Valente (Economía). A su juicio, habían afectado a todo el gabinete en su conjunto y a la figura del Mandatario. La caída era evidente y se expresaba sistemáticamente en diversas encuestas, tanto en las de conocimiento público, como en las que maneja en privado La Moneda.

Si bien en su primer mandato Sebastián Piñera fue un gran defensor de sus ministros y pasó por alto varios errores públicos, algo parece haber cambiado en esta administración. En menos de cinco meses de Gobierno, el Presidente decidió hacer un ajuste a su equipo. Desde La Moneda aseguran que al Mandatario se le agotó la paciencia la semana en que Varela aludió al “bingo” y Valente llamó a invertir fuera de Chile. Sin embargo, decidió posponer posibles cambios, ya que no estaba dispuesto a aparecer ante la opinión pública dándole la razón a la oposición, que clamaba por la salida de ambos secretarios de Estado. Había que esperar a que las aguas estuvieran más calmadas.

Durante toda esta semana, el Gobierno apostó por una agenda cargada de anuncios emblemáticos: sala cuna universal, legislación para favorecer el teletrabajo, la derogación de la Ley Reservada del Cobre y la firma del proyecto que reemplazará al Sename, entre otras iniciativas. Eran una señal clara de que la administración piñerista quería dar en el sentido de que los compromisos gubernamentales estaban avanzando. A esto se sumaba las buenas cifras de crecimiento conocidas el lunes recién pasado, aunque denotaran una cierta “bipolaridad” ante las críticas que Hacienda recibió. De todos modos, la tormenta parecía estar amainando.

Sin embargo, la mañana de este jueves la publicación de una entrevista a Michelle Bachelet en el semanario The Clinic cambió el buen ánimo gubernamental. En el artículo, la expresidenta aseguraba: “He visto una economía debilucha, que ha aumentado el desempleo”. Fue la gota que rebalsó el vaso y tanto el Presidente como varios de sus ministros salieron a responderle. Cifras en mano, le enrostraron que en el primer trimestre del año pasado el país crecía a penas al 0,1%, mientras que en los primeros cinco meses de esta administración el crecimiento se empinaba en torno al 5%. Pero no bastó con esto, había que dar una señal más fuerte de autoridad. Un golpe de timón.

Así fue como se concretó primer el cambio de gabinete de este gobierno, que más que una gran transformación se trató de un ajuste acotado. “Se cortó el hilo por lo más delgado. La salida de Varela era bastante obvia y en el caso de Alejandra Pérez en Cultura no había mucho que perder, pues es independiente y su cartera no es de las más relevantes para esta administración. Además, la exministra había tenido varios problemas en la conformación de sus equipos lo que había dificultado su trabajo durante estos meses”, explica un funcionario de Gobierno. De todos modos, la señal fue clara: tolerancia cero a los errores no forzados del equipo ministerial.

La “arenga” de Piñera

La readecuación de las piezas, sin embargo, ofició de antesala a una férrea defensa de Sebastián Piñera a la gestión de su gobierno: se trataba del segundo objetivo de esta cuidada puesta en escena en un salón Montt Varas recién pintado de granate.

Con bastante gusto a cuenta pública, el Mandatario asumió que tenía entre sus manos una tarea difícil y que se requería de un gran esfuerzo: “Durante estos primeros cinco meses de gobierno hemos trabajado, literalmente, sin descanso, sin pausa, entregando lo mejor de todos nosotros para poder no solamente recuperar el tiempo perdido y poner a Chile nuevamente en la senda del progreso y desarrollo, sino que también para cumplir los compromisos solemnes que adquirimos con nuestros compatriotas”. Tras esto, enumeró una serie de medidas y acciones que ha emprendido su administración con este fin.

Realzó especialmente las cifras económicas que se han conocido los últimos días, poniendo el acento en que en estos cuatro meses de mandato el crecimiento se empina en el 5,2 %, un porcentaje muchísimo mayor que el exhibido por el gobierno anterior. Asimismo, destacó que tanto los índices de inversión como de productividad han aumentado notoriamente y que esto ha tenido un directo impacto en el empleo y los salarios, dos de las prioridades principales para esta administración. En la misma línea, subrayó el envío de la ley de sala cuna universal y el proyecto de ley de trabajo a distancia, como medidas esenciales para el dinamismo y la vigorosidad del mercado laboral. Y aunque lamentó el cierre de algunas empresas, situación que según él no es atribuible a acciones de su administración, aseguró que el Gobierno ha estado acompañando y ayudando a esos trabajadores desempleados a encontrar nuevas oportunidades laborales.

Para los próximos días y semanas, Piñera anunció el envío al Congreso de una serie de proyectos que buscan dinamizar la economía, como una modificación tributaria y otra laboral, que ponga al país, según dijo, en la senda de las exigencias del siglo XXI. Además, reforzó la idea de una reforma al sistema de pensiones y de una modernización de la salud pública y la ley de isapres. También se comprometió a establecer una red de protección para la clase media y una gran reforma educacional que apunte a la calidad.

Si bien aseguró que comprende que la ciudadanía quiere cambios rápidos, planteó que la experiencia enseña que los avances, para ser duraderos, requieren de responsabilidad, trabajo, buenas políticas públicas y diálogo social.

Si la estrategia del Gobierno fue acertada, está por verse. Varios estarán esperando con ansias las próximas encuestas.