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Las protestas en Hong Kong reviven el temor chino a las elecciones libres

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Bloomberg
POR Maria del |

Según una encuesta de la U. de Hong Kong, solo el 27% de los encuestados está orgulloso de ser chino, el porcentaje más bajo de la historia.

Cuando los manifestantes irrumpieron en el Consejo Legislativo de Hong Kong el 1 de julio, un joven enmascarado levantó un megáfono y declaró: “¡Quiero sufragio universal de verdad!”

La exigencia, parte de una lista leída en voz alta aquella noche en el recinto parlamentario, está en el centro de semanas de protestas que pasaron de un intento por impedir que la jefa de gobierno, Carrie Lam, modifique la ley de extradición local a un descontento general por la forma en que Beijing gobierna la excolonia británica. La ausencia de elecciones directas, a juicio de los manifestantes, es “la raíz de todos los males” e impide que cualquier líder reclame apoyo popular a sus políticas.

La declaración tiene pocas posibilidades de convencer al Partido Comunista chino, que demostró hasta dónde puede llegar para evitar un desafío a su autoridad en las protestas de la plaza de Tiananmen hace 30 años. Aquello prepara el escenario para una batalla prolongada entre Beijing y una generación de residentes de Hong Kong cada vez más frustrados por su falta de influencia en un sistema establecido por China y el Reino Unido antes de que muchos de ellos nacieran.

Los desacuerdos sobre el futuro democrático de Hong Kong han sido una fuente de inestabilidad desde que China y el Reino Unido incorporaron el sufragio universal a la Ley Básica , la “mini-constitución” que rige en la ciudad desde el cambio de manos en 1997. Si bien el documento simplemente describe las elecciones directas de jefe ejecutivo como “objetivo final”, las expectativas de votación han crecido por una serie de controversias que han remecido la fe en los líderes de la ciudad, que actualmente son seleccionados por un comité de 1.200 miembros dominado por leales a Beijing.

Las aspiraciones democráticas de los manifestantes chocan con la postura del presidente Xi Jinping, líder de una represión radical contra la disidencia en China continental que en el pasado advirtió a Hong Kong sobre la idea de desafiar al gigante asiático. El ascenso de Xi ha sacudido la confianza en que ambas partes crezcan juntas hacia 2047, cuando se cumplan los 50 años del principio “un país, dos sistemas” que prometió Beijing.

Espacio para problemas

La presión pública por el sufragio universal alcanzó su punto máximo en 2014, cuando manifestantes dirigidos por estudiantes ocuparon franjas de la ciudad para detener el plan del gobierno de usar el mismo comité para seleccionar candidatos antes de someterlos a votación en el territorio. Manifestantes liderados por personas como el líder estudiantil Joshua Wong denunciaron la propuesta y la calificaron de “democracia falsa”, al tiempo que intensificaron su demanda de “sufragio universal real”.

Ni el entonces jefe ejecutivo Leung Chun-ying ni sus superiores en Beijing aceptaron negociar y el plan finalmente fue desechado tras una votación parlamentaria. Lam, quien fue elegida con 777 votos a favor tres años más tarde, bajó el perfil a los llamados a reanudar el debate y declaró en abril que “no hay espacio para crear más problemas en la sociedad”.

Pero el malestar de las últimas semanas, incluida una protesta que según organizadores atrajo a cerca de dos millones de personas, ha generado nuevas interrogantes sobre si es factible que el polo financiero asiático pueda permitirse más postergaciones. Incluso figuras del establishment como el parlamentario Michael Tien y el expresidente del Consejo Legislativo Jasper Tsang piden a Lam que considere discutir una reforma electoral para aliviar la crisis.

Solo el 27% de los encuestados por el programa de opinión pública de la Universidad de Hong Kong el mes pasado aseguraron sentirse orgullosos de ser ciudadanos chinos, un mínimo histórico.

“El gobierno de Hong Kong se encuentra en una profunda crisis de legitimidad”, afirmó Sonny Lo, comentarista político que ha escrito libros sobre la relación de la ciudad con Beijing. “Mencionar una reforma electoral en esta etapa requiere la aprobación del gobierno central en Beijing y la creación de confianza política entre las élites políticas. No creo que estos dos factores realmente existan actualmente”.