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El último dique: “Maverick” Kast y el Partido Comunista de Boric

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Agencia Uno/PAUTA
POR Matias Bobadilla |

La traición a Sichel es fruto del mismo movimiento de indisciplina que viene percibiéndose en la derecha chilena desde 2017, una especie de disforia política, escribe John Müller.

El hundimiento de la candidatura de Sebastián Sichel, el auge acelerado que muestra la de José Antonio Kast y la falta de progresión de Yasna Provoste han copado los análisis políticos. Este fin de semana, Kast fue a una boda y se sacó más fotos que los novios. Sichel, en cambio, acusó en su alocución del martes 26 el golpe bajo de la derecha. Las primarias presidenciales (al menos en la derecha) han muerto por inútiles y será difícil que vuelvan a realizarse sin cambios profundos.

En la derecha todo es fruto del mismo fenómeno que viene percibiéndose desde 2017: el increíble desorden e indisciplina que reina en los partidos tradicionales de ese sector. La traición a Sichel se inscribe en el mismo movimiento de fronda que puso a los pies de los caballos al Presidente de la República con los retiros de fondos previsionales, el mismo que se cobró la renuncia del presidente de Evópoli, Hernán Larraín Matte, en julio de 2020; el mismo que puso en aprietos en esa misma época a la expresidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe; y el mismo que le creó a Mario Desbordes la ilusión de que él podía cabalgar el tigre que le llevaría a La Moneda como presidente.

Este problema en la derecha chilena, especialmente notorio en la UDI, la hace estar descontenta e incómoda consigo misma; es una especie de disforia política que nadie ha querido encarar. De hecho, José Antonio Kast y sus republicanos son hijos de ese mismo descontento, solo que ellos marcharon al exilio mucho tiempo antes, no quisieron obtener prebendas de la presidencia de Piñera y han crecido silenciosamente al margen de la élite gobernante. Como no han tocado poder, exhiben, de momento, una disciplina sin igual.

Sostengo que la elección importante que se celebra el próximo 21 de noviembre en Chile es la de parlamentarios, no la presidencial. Ésta última no arreglará nada en el país, si eso quizá complique más las cosas.

Por eso, lo interesante es ver cómo afectará la carrera presidencial a los candidatos a diputados y senadores. Y en ese sentido, el panorama de la derecha no es auspicioso. Como la elección parlamentaria es a una vuelta, los candidatos tienden a buscar votos en el centro, pero esto resulta imposible cuando la polarización se ha adueñado de la campaña. Nadie quiere competir de la mano de Sebastián Sichel, porque lo ven perdedor, porque él se ha dedicado a echar a los partidos de su lado y porque el centro se ha hundido. La mayoría de Chile Vamos tampoco quiere hacer campaña con Kast porque hasta ahora lo consideraban lisa y llanamente un loco, un maverick (disidente).

Pero sería sorprendente que los republicanos lograran capitalizar el enorme tirón de Kast. Muchos de sus candidatos a parlamentarios, con contadas excepciones, como la de Rojo Edwards, son muy poco conocidos. Además, el partido todavía tiene una estructura débil y poco afiatada.

Su breve historia, además, lo ha llevado a caer directamente en una de las deficiencias más notables de la derecha chilena: la falta de un “jefe de Estado Mayor” que, por encima de los partidos políticos, supervise el casting de candidatos, ordene los nombres, los sitúe en las circunscripciones con más posibilidades y rentabilice las esquinas y callejones oscuros del sistema electoral. Y que, además, le obedezcan, claro.

Esa figura existió en el pasado en las dos grandes coaliciones chilenas, pero en un país con un votante tan líquido como el actual, es fundamental.

Un fenómeno similar de deslealtades primarias se ha dado entre Yasna Provoste y el Partido Socialista que parece tentado por la idea de secundar a Boric. Pero lo más interesante en el campo que apoya a Boric es lo que ocurre con el Partido Comunista, cuyo presidente, el incombustible Guillermo Teillier, decía a La Tercera que “no vamos a dejar la escoba en el país”.

Sus palabras me recordaron otras del politólogo español Jorge Verstrynge, hombre que dio clases a los líderes del Podemos español en la Universidad Complutense y que es amigo personal de Pablo Iglesias, pese a que en su juventud fue el secretario general de Alianza Popular, el partido precursor del Partido Popular español (derecha) y considerado “delfín” del exministro franquista Manuel Fraga Iribarne. Le preguntaron a Vesrstrynge en el diario El Mundo si había comunistas en España y él contestó:  

-Hay una cosa peor que eso: que no haya comunistas. El comunismo es el último dique en el que se refugia una sociedad que se derrumba. Cumple su función tribúnica, la defensa de la plebe, de la gente…

“El último dique en el que se refugia una sociedad que se derrumba”. Quizá eso son el PC por un lado y José Antonio Kast por otro.

John Müller conduce Primera Pauta, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl.