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Columna de John Müller: “Primer test a la política verbal de derechos humanos”

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Radio Pauta
POR Equipo Radio Pauta |

El silencio del presidente sobre los asesinatos de israelíes se debe a que la prueba que esperaba sortear en Pekín se ha adelantado y se ha producido en Gaza.

No quisiera estar en la cabeza del presidente Boric y sus asesores en estos momentos. El tiempo que se ha tomado para pronunciarse sobre las atrocidades cometidas por Hamás contra la población israelí ha sido demasiado y el silencio ha sido muy evidente. Al final, su mejor reacción ha sido repostear a Carmen Hertz, una diputada comunista que se apartó de la cínica declaración de su partido que decidió retorcer los hechos para apoyar la causa palestina sin importar que los muertos ese día eran de Israel y los asesinos y violadores, palestinos. Hertz, por esta vez, se sobrepuso al viejo problema comunista de los fines y los medios.

Me imagino al presidente cavilando sobre cómo aplicar su doctrina de condena a las violaciones de los derechos humanos sea donde sea y bajo el signo político que sea. Claro, la tentación de culpar a los muertos (supuestos invasores) por haber sido asesinados y ultrajados era muy fuerte. Y la lista de agravios mutuos es enorme: “¡Tu derramaste la leche!, ¡y tu dejaste morir la cabra!”. Seguro que, por último, alguien le fue al presidente con esa peregrina tesis, tan popular en Chile, de que sólo los estados y los agentes del mismo, pueden violar los derechos humanos. Hamás no es un estado, ajá, qué gran noticia.

Pero, claro, nuestra Constitución considera que el terrorismo es una acción contra los derechos humanos. Hamás no es un estado, pero sí es un grupo terrorista, aunque no todos los países del mundo lo reconozcan como tal. De hecho, la república islámica de Irán, un actor importante del llamado ‘Sur global’, los financia y tiene excelentes relaciones con ellos y con otro partido libanés que se llama Hizbolá, cuyo inquietante nombre se traduce como “el partido de dios”. Me pregunto: ¿Cómo puede equivocarse el partido de dios? Es más, ¿cómo puede perder las elecciones el partido de dios?

Hamás no es un estado y, recurriendo al terrorismo de forma permanente, es una organización mucho más compleja que un simple grupo terrorista. Hamas es una red asistencial que provee sanidad y asistencia pública, superpuesta con una red clientelar, y todo ello bien cohesionado con el miedo que infunde una violencia sin límites. Se ha dicho que Hamas se parece a la red clientelar que montó el narcotraficante Pablo Escobar en Medellín para hacer campos de fútbol y ayudar a los vecinos, pero, en realidad, por el tipo de implantación que tiene en la sociedad gazatí, Hamas se parece mucho más a la Mafia italiana.

Esto la convierte en una organización de la que no puedes escapar si has tenido la suerte de nacer en Gaza. Fundada en agosto de 1988, durante la primera Intifada por el jeque ciego Ahmed Yasin, el objetivo de Hamás era establecer “un estado islámico”, pero desde 2017 lo ha redefinido como “un Estado palestino” con capital en Jerusalén y dentro de las fronteras del alto el fuego de 1967. A veces también proclama su deseo de acabar con los cristianos y los demás infieles. Paradójicamente, la derecha israelí favoreció su crecimiento precisamente para erosionar a la OLP de Yasir Arafat y a la Autoridad Nacional Palestina, su heredera tras los acuerdos de Oslo.

No es raro, entonces, que ante la complejidad histórica de la región, el presidente haya titubeado a la hora de formular una condena. Gabriel Boric debe estar pensando mucho en las diferentes maneras de aplicar su doctrina de condena a las violaciones de derechos humanos en todo tiempo y todo lugar ahora que se prepara a viajar a China, el jueves de esta semana, donde ya le han advertido que no debe sacar los pies del tiesto. Los chilenos lo juzgarán por la forma en que defienda sus principios. Lo que el presidente no esperaba es que la primera prueba no sería en Pekín, sino en Gaza.