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Columna de Víctor Maldonado: “Unos ganaron, otros perdieron y algunos se hacen los lesos”

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POR Equipo Radio Pauta |

“Los auténticos vapuleados son aquellos que necesitan argumentar que no perdieron cuando perdieron, que no cambiaron de bando cuando cambiaron de bando y que no son responsables de una pérdida atribuida a los sectarios con los que se asociaron sin aportar amplitud a una apuesta fallida”.

La descripción más precisa de cómo se tomó el resultado del plebiscito en el oficialismo sería una mezcla de alivio con alegría, en ese orden.

Nadie pudo dejar de animarse porque se había evitado lo peor, un escenario en el que, para ser sinceros, el Ejecutivo se quedaba sin conducta. Al mismo tiempo, hay un amplio convencimiento de dos aspectos del escenario que se crea: que es necio no disfrutar del resultado, aunque sea una victoria “en segundo grado”, y que el tiempo de la alegría durará poco.

Hay que asumir rápidamente un curso de acción sensato y posible para evitar el desperdicio de una ventana de oportunidad que está abierta, pero de duración limitada. En ese sentido, hay que reconocer que Gabriel Boric supo aprovechar al máximo las primeras horas porque mediante dos alocuciones dejó claro hacia dónde no nos dirigíamos. En el oficialismo nadie chistó, lo que es bueno.

Lo que se descarta es el maximalismo y la contumacia. Al momento de votar, Boric adelantó el camino que el gobierno seguiría, independiente del resultado que se alcanzase pocas horas después, era concentrarse en satisfacer las necesidades más apremiantes de la población: seguridad, salud, vivienda, educación, crecimiento y empleo. Muchos notaron que las reformas de mayor alcance no fueron incluidas en el listado base. Así descartó el maximalismo.

Luego de conocido el resultado favorable al En contra, no dejó la menor duda que, en lo que respecta a este gobierno, el proceso constitucional se daba por terminado. La polémica no se alcanzó a instalar, cuando quedaban desechas todas las aprehensiones opositoras de una insistencia sin fin del oficialismo para cambiar la Constitución. El gobierno no será contumaz.

La oportunidad existe porque los derrotados de esta ocasión no tienen la menor intención de eternizar la vivencia de su pérdida. Se consolaron diciendo que la Carta Fundamental vigente, al fin y al cabo, no es tan mala y buscaron pasar a otra cosa mostrándose disponibles para alcanzar acuerdos.

Por este lado todos perdieron, excepto yo

De modo que cada bando asumió de inmediato el resultado en su auténtica dimensión, los que ganaron lo hicieron sin su opción preferida, y los que fueron derrotados sabiendo que, si eso ocurrió, se debe a los errores propios.

Quizá los auténticos vapuleados son aquellos que necesitan argumentar que no perdieron cuando perdieron, que no cambiaron de bando cuando cambiaron de bando y que no son responsables de una pérdida atribuida a los sectarios con los que se asociaron cuando no pudieron aportar amplitud a una apuesta fallida.

Unos ganaron con moderación, otros perdieron con decoro y unos cuantos se hicieron los lesos, sin convencer de no salir con lesiones de consideración.

Los que no saben asumir su derrota pierden más, pierden doble y trabajan para volver a perder. La idea de “vamos ganando a medida que nos derrotan”, “somos responsables de los aciertos y los demás de los errores” no suena creíble.

Tiene razón Boric al decir que en el plebiscito fueron derrotados los que no querían acuerdos, por eso serán actores del presente los que no cortaron los puentes ni declararon las hostilidades suponiéndose ganadores. Para construir los acuerdos cada bando no necesita unanimidad, sino una mayoría suficiente.