Actualidad

Carta de Cristián Warnken a un profesor universitario

Imagen principal
POR Equipo Radio Pauta |

“El identitarismo está destruyendo la posibilidad de la construcción del “nosotros” más amplio. Se la llama “izquierda woke”, es la nueva izquierda light, “boutique”, insustantiva, sin ideas, acostumbrada a no debatir, frívola y narcisista”, dice Cristián Warnken.

Querido amigo:

Como sé que te gusta Fito Páez, quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre los tiempos que nos toca vivir, o sobrevivir, reflexiones que nacieron mientras escuchaba una y otra vez “Al lado del camino”. ¡Qué gran canción, qué letra tan pertinente en estos días! Al escucharla pensé en ti, en la soledad en la que está viviendo un espíritu libre como tú, en el medio universitario.

Partamos por esto: “En tiempos donde nadie escucha a nadie/ en tiempos donde todos contra todos/ en tiempos egoístas y mezquinos/ en tiempos donde siempre estamos solos”. Una profunda verdad, la que proclama Páez, una verdad dolorosa: este es el tiempo del solipsismo, del encierro de cada cual en su trinchera o tribu, el tiempo en que nos creemos hipercomunicados, pero en realidad nunca escuchamos lo que piensa el otro, el adversario, el distinto. Por comodidad, por pereza intelectual, porque nuestro egoísmo no es sólo material, sino espiritual: no nos interesa que nadie nos venga a molestar, a cuestionarnos lo que pensamos, queremos hacer el esfuerzo de pensar ni escuchar, sólo nos interesa reafirmar lo que ya somos y creemos sin correr el riesgo de “contaminarnos” con el pensamiento de los otros.

Somos los “últimos hombres” de Nietzsche, que sólo quieren ser entretenidos y seguir protegidos y cómodos en nuestras estrechas moradas, en nuestros ghettos mentales y nuestros “nichos” digitales. Y resulta que esa actitud, que en nuestros tiempos, era la del mundo conservador, temeroso de todo lo que fuera diferente, diverso, hoy es también del así llamado mundo “progresista”.

Qué paradoja: el progresismo nació para traer más libertad, más diversidad, “que estallaran mil flores”. Pero hoy el progresismo ha traído más intolerancia, cancelación, más moralismo castigador, se ha consumado lo que un autor argentino, Alejo Schapire, llamó “la traición progresista”. Una “neoinquisición” recorre hoy el mundo y controla la Academia. En las Universidades, la peste  del nuevo purismo e intolerancia  avanza y convierte los claustros no en lugares de discusión entre distintos, sino en cavernas de la unanimidad. Fatal para el pensamiento crítico, fatal para la libertad. Lo sectario, el espíritu de secta ha reemplazado a lo comunitario.

El identitarismo está destruyendo la posibilidad de la construcción del “nosotros” más amplio. Se la llama “izquierda woke”, es la nueva izquierda light, “boutique”, insustantiva, sin ideas, acostumbrada a no debatir, frívola y narcisista. Fito Páez, en la misma canción, hace una declaración de independencia, la que debieran suscribir todos los artistas e intelectuales hoy: “Yo ya no pertenezco a ningún ismo/me considero vivo y enterrado(…)/tendré que hacer lo que es no debido/tendré que hacer el bien y hacer el daño/”.

Frente al nuevo moralismo inquisitorial progresista, sólo cabe la rebelión de los espíritus libres. Los “ismos” nos están balcanizando como comunidad. Son ellos los que convirtieron la Convención Constituyente en un aquelarre de delirios fragmentados, de demandas histéricas divorciadas, del sentir de la comunidad, del pueblo. Feminismo, indigenismo y otros ismos de salón, de academia, de élites progresistas desconectadas de la realidad de la mayoría.

Pero llegó la hora de enfrentar esta ola regresiva y disfrazada de progresismo, llegó la hora de una batalla cultural en forma (no una mera batalla de consignas e ideas hechas) en que, desde el mismo progresismo, se levanten voces para enfrentar la nueva Edad Media, a los nuevos Savonarolas. Ahí está un Fernando Savater en España, mostrando lo que un intelectual público y progresista de verdad debe hacer, es decir, no abdicar, rebelándose frente a la “traición progresista”.

Aquí, en estos lares, en cambio,  campea todavía la cobardía, nos faltan intelectuales valientes e inteligentes como Savater que enfrenten a los “inteligentontos” que hoy hacen nata, y que tanto daño hacen a los países donde logran infestar el mundo cultural, político de su jerga muchas veces ridícula y, desde luego, violadora flagrante de las reglas del idioma: “les cabres” y toda esa insufrible jerigonza que nos toca no sólo oír, sino también, aceptar, para no ser acusados de retrógrados o acosadores intelectuales.

Todo el que ose enfrentar esa jerigonza y discutirla, corre el riesgo de convertirse en un acosador. Hay que ir a enfrentarlo en sus fuentes, hay que escribir libros desnudándolos, hay que rebatir a sus grandes ideólogos, que no le llegan a los talones a un Marx, y que le regalaron el tradicional voto de las izquierdas (el voto obrero y popular) a las derechas extremas, pero que tienen hoy secuestrado el mundo académico, los medios, etc. Es urgente hacerlo, denunciar a los que cacarean sobre un supuesto “retroceso civilizatorio” cada vez que hay que caricaturizar a un adversario, cuando son en realidad ellos los que están provocando un retroceso civilizatorio y están incubando un hastío que puede terminar-y está terminado-en discursos reaccionarios que son los únicos que enfrentan hoy al peligro del pensamiento único.

Fito Páez nos advierte que “no es bueno nunca hacerse de enemigos/que no están a la altura del conflicto/ que piensan en hacer la guerra/y se hacen pis en cima como chicos/que rondan por siniestros ministerios/ haciendo la parodia del artista/que todo lo que brilla en este mundo/tan solo les da caspa y les da envidia”. No sé de verdad en qué orilla está Páez, pero escuché esta canción y cuando la escuché me acordé de ti, que estás secuestrado en tu propia Universidad, sin posibilidad de decir lo que piensas y sientes y quise compartírtela, y decirte que no te rindas. Que sigas siendo el lúcido, irónico, intelectual que conocimos, el que se reía de las beaterías de cualquier tipo, el políticamente incorrecto, el de alma libre e insobornable. No puedes matar esa parte de ti, sin matarte a ti mismo y, de paso, privar a las nuevas generaciones de un Sócrates provocador, de esos que tanto necesitamos hoy. Que no te obliguen a beber la cicuta del autosilenciamiento.

Querido amigo: ¡Es hora de resistir y de ponernos al lado del camino!

Un abrazo, Cristián Warnken.