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Columna de John Müller: “El político perfecto”

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POR Equipo Radio Pauta |

Como buen populista, Sánchez usa las redes sociales para difundir una carta en la que chantajea emocionalmente a los españoles.

Sostengo que el español Pedro Sánchez es el político perfecto. Lo es porque carece de escrúpulos y sólo se acuerda de sus principios cuando le conviene. Es un político invertebrado, un hombre líquido, capaz de adaptarse a los envases más retorcidos. Prometió que no indultaría a los nacionalistas catalanes condenados por la sedición y malversación cometida en 2017 y los perdonó. Dijo que nunca llegaría a acuerdos con Bildu, los herederos políticos de la banda terrorista ETA, y pactó con ellos. Prometió que metería en la cárcel al separatista catalán Carles Puigdemont y acaba de aprobar una ley de amnistía que le permitirá volver a España libre de cargos.

A esto, Sánchez le llama “cambios de opinión”. Sus aliados políticos se burlan porque saben que por un puñado de votos, consiguen de él lo menos pensado. Se ríen, pero Sánchez, desde junio de 2018, sigue allí, sentado en el palacio de la Moncloa.

El miércoles, Sánchez sorprendió a todo el mundo con una ‘carta a la ciudadanía’ en la que dice que necesita cinco días para reflexionar y pensar si sigue en el cargo, renuncia o cualquier otra cosa. El motivo de esta decisión es que un juez ha recibido una denuncia por presunto tráfico de influencias contra su esposa, Begoña Gómez, y ha decidido investigarla. Esa misma mañana, en el Parlamento español, Sánchez dijo que confiaba en la Justicia, pero horas después, cuando publicó la carta, demostró que no se fiaba un pelo.

Las evidencias sobre las actuaciones irregulares de su esposa son numerosas y al menos merecen que el Poder Judicial las valore. Hay pruebas de que ha escrito cartas de recomendación a determinadas empresas y empresarios que después han recibido millonarias ayudas públicas del gobierno de su marido. A cambio, uno de esos empresarios le ayudó a diseñar el máster universitario en el que trabaja. Según la Ley del Gobierno, que regula las incompatibilidades, Sánchez debió inhabilitarse cuando se aprobaron dichas ayudas.

Sánchez ha intentado convencer a los suyos de que todo no era más que una campaña de acusaciones de la ultraderecha, incluso encargó a una oficina responsable de dictaminar las incompatibilidades de los cargos públicos (que depende de él) un informe descargándole de responsabilidades, pero cuando el asunto llegó a manos de un juez entró en pánico.

Pero como es un político audaz y temerario, Sánchez se crece ante la adversidad. Su pasado lo acredita: cuando el Partido Socialista lo echó de la secretaría general en 2016 por su deseo de pactar con los nacionalistas vascos y catalanes, él tomó su coche particular y se recorrió todas las agrupaciones del país hasta que lo reeligieron y se pudo tomar cumplida de venganza de los que lo habían purgado. En 2018, se aprovechó de la moción de censura que le organizó Pablo Iglesias, el líder de Podemos que estaba en lo más alto de su carrera política, y ganó la Presidencia del Gobierno y desde allí observó como Iglesias y Podemos se han despeñado.

La carta de Sánchez, muy mal puntuada, es un artefacto político de alta emocionalidad. En ella se define como un hombre enamorado de su esposa que sufre ante las acusaciones de la Prensa. Pide clemencia recordando que los políticos son personas. Y chantajea emocionalmente a los españoles diciéndoles que no puede seguir, necesita parar y reflexionar ante lo que considera ataques a su familia.

La lectura de la carta dejó atónita a la mitad de España que no entiende cómo Sánchez puede jugar así con la institucional presidencial. Los socialistas, sin embargo, lo han tomado por el lado emocional y dicen que hay que entender que el presidente “es persona” y tiene sentimientos. En los medios de comunicación triunfa la tesis de que se trata de una artimaña de Sánchez, pero nadie sabe qué salida institucional va a adoptar el próximo lunes: una renuncia, una cesión del cargo a otro u otra socialista, un arrepentimiento o una convocatoria anticipada de elecciones.

El exiliado Carles Puigdemont, cuyo partido separatista le dio los siete votos que permitieron a Sánchez repetir en la Presidencia en octubre pasado, le recomendó que se sometiera a una moción de confianza parlamentaria. Todo menos convocar a elecciones anticipadas que Sánchez podría perder. Los nacionalistas catalanes y vascos saben perfectamente que no tendrán otro hombre como éste, con tan poco escrúpulos políticos, para conseguir que el gobierno español les conceda lo que quieran.