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Columna de John Müller: “Todo empieza en la universidad”

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POR Equipo Radio Pauta |

Los rectores en EE.UU. han llamado a la policía para expulsar a los agitadores y la autonomía universitaria no se ha resentido un ápice.

Después de dos semanas de mutismo, Joe Biden compareció ayer para respaldar a los rectores de las universidades que han pedido que la policía desaloje a los manifestantes pro-palestinos que han ocupado los campus. “La protesta pacífica es una gran tradición estadounidense para responder a asuntos importantes. Pero no somos un país sin ley. Somos una sociedad civilizada y el orden debe prevalecer”, afirmó el presidente de Estados Unidos.

«Todos hemos visto las imágenes», dijo sobre las intervenciones policiales para imponer el orden en campus como los de Columbia, en Nueva York, o UCLA, en Los Ángeles. «Ponen a prueba dos principios fundamentales estadounidenses: el derecho a la libertad de expresión, de asamblea pacífica y de que las voces sean escuchadas; y el imperio de la ley. Ambos deben ser respetados», dijo Biden.

En Chile, ningún presidente de la República necesita salir a hacer una declaración así porque los rectores universitarios son los primeros que se niegan a pedir que la fuerza pública sea la que restablezca su autoridad en los campus.

En 2013, el presidente Sebastián Piñera se trenzó en una polémica con el entonces rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, que condenó el ingreso de Carabineros a la casa central donde un grupo encapuchados lanzaba cocteles molotov a la calle y después se refugiaba en el centro de estudios. El Consejo de Rectores (Cruch) tomó partido por Pérez y dijo que el gobierno “lo maltrataba” pese a la evidencia de que los agentes habían actuado ante un delito flagrante.

En Estados Unidos, las universidades han actuado de muy diferente manera ante los manifestantes. La Northwestern University logró que los estudiantes propalestinos retiraran su campamento a cambio de financiar a dos profesores palestinos visitantes durante al menos dos años, becas para cinco estudiantes universitarios palestinos y un espacio seguro para estudiantes musulmanes de Medio Oriente y África del Norte. Un chantaje exitoso en toda regla.

La Universidad de Florida, en cambio, advirtió que los estudiantes que participaran en actividades prohibidas serían desalojados y suspendidos de forma inmediata. “La Universidad de Florida no es una guardería y no tratamos a los manifestantes como niños: conocen las reglas, las rompieron y enfrentarán las consecuencias”, se señaló en un comunicado.

Minouche Shafik, la presidenta (rectora) de la Universidad de Columbia, donde comenzó esta oleada de protestas, intentó negociar, pero los estudiantes redoblaron su desafío. El claustro se dividió y los profesores se manifestaron en contra de las detenciones de estudiantes, lo que debilitó a Shafik. El lunes, los agitadores ocuparon el emblemático edificio de Hamilton Hall y provocaron destrozos en las instalaciones además de agredir a algunos funcionarios. Shafik pidió la intervención policial que culminó con la detención de los manifestantes.

Esta semana se añadió un cuarto tipo de conflicto. En la Universidad de California en Los Angeles un grupo pro-israelí asaltó el campamento pro-palestino y se produjo una batalla campal en el campus que obligó a que la policía ocupara el campus y se suspendieran las clases.

La policía ha encontrado vínculos entre grupos agitadores de fuera de las universidades y los manifestantes que producen las tomas en el interior, nada que en Chile no conozcamos muy bien. Estados Unidos está actuando con una claridad de principios que le permitirá no legitimar a toda una generación de activistas y eso repercutirá, tarde o temprano, en su propia seguridad interna.