Columna de Luis Ruz: “¿Qué pasó en las primarias oficialistas?”

“El Frente Amplio sufrió una derrota clara. En términos electorales, se desfondó. En simple, la candidatura de Gonzalo Winter no logró retener el voto que le permitió al partido llegar a la presidencia de la República. Todo indica que el electorado joven que votaba Frente Amplio emigró al PC de Jeanette Jara”, escribe Luis Ruz, presidente del Centro Democracia y Comunidad.
Estas primarias fueron de baja intensidad. Terminaron como comenzaron, con poco entusiasmo. De hecho, la baja convocatoria es prueba de una elección que nunca logró un “clímax” que movilizara a los electores que están lejos de la política. La participación del 9% del padrón total lo refrenda. Esta primaria convocó a menos de un millón y medio de personas. Este resultado fue menor al que hubo en la primaria de Apruebo Dignidad y de la primaria convencional (no legal) de la Democracia Cristiana y el Socialismo Democrático en el 2021, donde sumadas ambas, se superaron los dos millones de electores.
Sobre el resultado mismo, queda instalada la percepción que podemos terminar en una competencia presidencial polarizada. Si la elección de primera vuelta fuera el domingo, existe una posibilidad cierta de una contienda inédita “Kast vs Jara”.
Al interior del oficialismo es evidente que sigue abierta esta disputa que vimos en campaña entre una nueva izquierda, que ha sido muy crítica de la Concertación, y una centroizquierda, que fue clave en ese periodo.
Para el Gobierno estos resultados no pueden ser indiferentes. La baja adhesión, de algún modo, también implica una crítica al desempeño gubernamental. Este dato no puede obviarse para el tramo final del mandato.
¿Por qué ganó Jeannette Jara?
Pues bien, el electorado sigue privilegiando los atributos de cercanía y simpatía para lograr la adhesión ciudadana. Y Jeannette Jara los tiene. En clave sociológica sabemos bien que en la población existe una desafección contra la élite. Y la candidata del PC representa todo lo contrario, como lo dijo en su primer discurso: “De Conchalí a La Moneda”.
Jeanette Jara ha sido una candidata inscrita por el PC, pero sin parecer del PC. La directiva de su partido ha mantenido su línea histórica validando la dictadura de Cuba y ahora la de Venezuela. En cambio, ella se apartó de esa posición. Durante la campaña y en su discurso del triunfo, volvió a disentir con la conducción del partido en materia de valoración de la democracia y los DDHH precisamente en Cuba y Venezuela.
Lo interesante de observar al interior del Partido Comunista es que se advierte una grieta. Al final de la campaña queda la pregunta abierta ¿qué tienen en común el PC de Jeanette Jara con el PC de Daniel Jadue? En este partido se advierte una división entre una vieja guardia que se niega a abandonar la lógica del mundo de la Guerra Fría y otra generación dispuesta a promover la democracia y los DDHH en todo momento y circunstancias.
¿Y qué pasó con Carolina Tohá?
Es evidente que la estrategia de campaña de Carolina Tohá falló. Se puso el énfasis en mostrarla como la más preparada para gobernar, cuestión que es cierta, pero olvidando que en las primarias se elige más bien aquel liderazgo que se percibe más cercano y, por lo tanto, propio. Bajo ese prisma, la candidata del SD quedó lejos de su electorado.
Hay que reconocer que Tohá se convirtió en una persona de confianza para el Pdte. Boric al asumir el Ministerio del Interior. En ese marco, Tohá promovió el encuentro entre mundos distintos que se habían confrontado con rudeza. Fue leal con el anhelo presidencial respecto de la unidad de partidos que no han encontrado la manera de decantar en una sola coalición.
Sin embargo, durante la campaña, los roces fueron evidentes. Al final, terminó por reivindicar su historia concertacionista, las banderas de la gobernabilidad y la eficacia para gobernar. Pero su impronta vinculada a la élite no logró convocar a electores distante con la política.
¿Y sobre los partidos en competencia?
En términos partidarios, creo que no hubo grandes ganadores. Quedó demostrado que la mayoría de los partidos políticos no tuvieron la capacidad de movilizar a sus electores. No, por lo menos, con la fuerza que se esperaba.
Es cierto que el PC ganó con su candidata, pero no con sus ideas. La campaña de Jara se hizo lejos de los símbolos y los liderazgos del PC, como Daniel Jadue. Y también lejos de sus posiciones históricas como la defensa de Cuba.
Para la Federación Regionalista Verde Social tampoco fue un buen resultado. Si bien no era mucho lo que podían perder, no lograron superar el 3% de la votación.
Para el Socialismo Democrático también fue una derrota y una derrota dura. Su candidata no entusiasmó a todo su electorado. En teoría, el SD tenía más infantería. La sumatoria del PS, PPD, Radicales y Liberales significaban más alcaldes, concejales y cores, pero que no se movilizaron en favor de su candidata. Que cuatro partidos logren menos de 400 mil votos es un rotundo fracaso.
Y, finalmente, el Frente Amplio sufrió una derrota clara. En términos electorales, se desfondó. En simple, la candidatura de Gonzalo Winter no logró retener el voto que le permitió al partido llegar a la presidencia de la República. Todo indica que el electorado joven que votaba Frente Amplio emigró al PC de Jeanette Jara.
¿Sobre el futuro?
Todas las fuerzas políticas del amplio mundo progresista están desafiadas. La carrera a La Moneda seguirá en terreno movedizo.
La política mayor obliga no sólo ofrecer un liderazgo, sino también ideas, equipos y una coalición para brindar una alternativa confiable.
Por lo tanto, para el futuro inmediato, además del liderazgo presidencial, hay tres tareas concretas ineludibles. Lo programático. Lo parlamentario. Y lo coalicional.
La discusión no se agotará en lo presidencial. La diferencia estará en construir un programa que ordene las ideas para un próximo gobierno que tendrá la dificultad de retomar una agenda, a lo menos, en tres cuestiones centrales: seguridad pública, crecimiento económico y temas sociales urgentes como salud y vivienda. Segundo, un acuerdo parlamentario que permita dos cosas: la mayor elegibilidad posible y una base política sólida para el próximo parlamento. Y, tercero, una coalición política consistente distinta a la configurada por el actual gobierno.
La primaria oficialista nos vuelve a demostrar que la política siempre da sorpresas. Más aún en una época donde los patrones tradicionales están desafiados e incluso superados. En Nueva York, Zohran Mamdani, un joven musulmán, acaba de ganar la primaria Demócrata para la alcaldía. Y en la política chilena está todo por verse. Como dijo recientemente un connotado intelectual, ¡pago por ver!